Las relaciones diplomaticas México-Cuba

09/04/2002

Carta al Perià³dico La Jornada

Mà©xico DF a 30 de marzo de 2002
Sra. Directora General de La Jornada,
Carmen Lira Saade
Fax: 5262 4356

Muy estimada señora:

Agradeciendo de antemano sus atenciones enviamos para "Correo Ilustrado" nuestra opinià³n sobre la crisis actual de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Mà©xico.
El diario La Jornada ha documentado minuciosa y oportunamente el proceso de deterioro que han sufrido las relaciones diplomáticas entre Cuba y Mà©xico a partir de los esfuerzos que en ese sentido consumà³ el presidente Ernesto Zedillo durante su mandato y luego los actos que en la misma direccià³n ha realizado el gobierno del presidente Vicente Fox a partir del desafortunado discurso de la embajadora Acosta en el 57 periodo de sesiones de la CDH en Ginebra, hasta las presiones que orillaron al presidente de Cuba Fidel Castro a salir de Mà©xico antes de que concluyera la Cumbre de Monterrey.
Primero, hay que señalar que los hechos inamistosos contra Cuba que desde hace tiempo se vienen sumando, pese a declaraciones en contrario, encierran el propà³sito de incrementar el bloqueo econà³mico y polà­tico que sufre ese paà­s hermano desde hace 42 años, para dejarlo a merced de la agresià³n estadounidense, amà©n de lograr algunas monedas de recompensa por la colaboracià³n incondicional con el imperio.
En segundo lugar, no hay que olvidar que el deslinde ideolà³gico del gobierno mexicano con la Revolucià³n Cubana tuvo lugar desde el año de 1962 en Punta del Este, cuando el secretario de Relaciones Exteriores Manuel Tello proclamà³ la "incompatibilidad radical" (Polà­tica, N° 43, 1962, p. 36) entre la pertenencia de Cuba a la OEA y su rà©gimen interno, fundamentando con ello su expulsià³n de ese organismo internacional.
No obstante, aún bajo las peores presiones del Norte, los gobiernos prià­stas, en lo general, mantuvieron una polà­tica solidaria con Cuba, especialmente cuando estuvo en peligro su soberanà­a. La dualidad contradictoria de esta polà­tica se ha explicado, por un lado, por el carácter de clase del Estado mexicano y por el otro, por la necesidad de proteger sus intereses frente a las insaciables ambiciones del imperio. Dicha dualidad se mantuvo más o menos equilibrada hasta hace aproximadamente seis años, fecha en la que se inicia un proceso de acelerada cesià³n de soberanà­a nacional en beneficio del capital transnacional. ¿Por quà©, a partir de entonces, se torna obsoleta cualquier posicià³n nacionalista, propia o ajena? Porque la pequeña casta social que ha acaparado el capital y que aún controla al Estado Mexicano ha optado por fundir su destino con el capital extranjero y renegar de la nacionalidad, por asà­ convenir a sus muy particulares intereses. Vista desde este ángulo la nueva polà­tica mexicana frente a Cuba es tan diáfana como el agua turbia. No es un problema de última hora, ni un asunto personal, es algo más dilatado y complejo, cuyo pronà³stico es reservado.
No obstante el aspecto más negativo de la actual crisis Cubano-Mexicana no es de orden sentimental, ni siquiera polà­tico, sino práctico. Forma parte y se da en un momento en el que de hecho se ha iniciado la tercera guerra mundial declarada por los Estados Unidos y sus socios, ingleses y sionistas contra los pueblos árabes –para empezar-, con el fin obvio de aniquilarlos fà­sicamente y expropiar sus bienes y territorios. La mencionada crisis llegà³ cuando peligra la supervivencia de millones de seres humanos amenazados de muerte con el pretexto de la supuesta lucha contra el terrorismo. Por todo ello es la hora de repensar con urgencia la estrategia que la humanidad debe oponer a semejante amenaza, peor aún que la hitleriana "solucià³n final". Es tiempo de sustituir los proyectos defensivos de changarro o de chinchal y crear una nueva estrategia global que pueda derrotar ese peligro y sea capaz de batir el tipo de armas y tácticas polà­ticas, militares, policà­acas y de Inteligencia, que el imperio está echando a andar. Gracias.

Mario Rivera Ortiz, Carlota Guzmán de la Garza.