El Contrarrevolucionario

21/10/2007
por William E. Izarra

De nuevo en coyuntura. La de ahora apunta al cambio de estructura. Cambio del Estado como estructura del sistema polà­tico y cambio en los instrumentos de participacià³n popular. Ahora se aproximan dos eventos contundentes: (i) el Congreso Fundacional del PSUV y (ii) la aprobacià³n de las modificaciones estructurales a la Constitucià³n Bolivariana. Ambos eventos tienen sus opositores. Adversarios al Proceso Revolucionario, quienes una vez más, ejecutarán con fuerza sus planes para minimizar los efectos transformadores de la Revolucià³n. En ambos eventos operará el mimetismo del contrarrevolucionario, disfraz que ataviado de rojo se oculta en la membrana todavà­a permeable de la Revolucià³n.

A esos encubiertos hay que definirlos bien, para diferenciar su accià³n contraria a la revolucià³n. Muchos de ellos ya han tomado posiciones de mando dentro de las estructuras del Estado. Por eso es que tenemos que asumir posturas polà­ticas muy claras, ponderadas, densas, contundentes, a fin de neutralizar a quienes se enrolan en el saboteo del avance de la revolucià³n venezolana.

¿Cà³mo identificamos a los contrarrevolucionarios? Antes que nada comprobemos las raà­ces polà­ticas de ese elemento. Cuál ha sido su pasado más reciente.
Si viene de la IV República y se pasà³ al chavismo, y ahora pregona el amor a la Revolucià³n cuando antes condenaba el 4F. Pero tambià©n hay que examinar a quienes se autoproclaman revolucionarios de siempre.

La contrarrevolucià³n es la gestià³n archienemiga de la revolucià³n. Son polos opuestos, antagà³nicos, contrarios. Se repelen. El mà©todo de la contra-revolucià³n se sustenta en la accià³n cupular, sostenedora de la estructura establecida por la democracia representativa. El agente de la contra-revolucià³n no se detiene a aplicar los mandatos constitucionales para transferirle el poder al pueblo. Su objetivo es usufructuar el poder y asà­ acaparar beneficios para sà­ mismo y para los suyos, dejando solo migajas, lo residual, lo insignificante, para el colectivo.

El agente contrarrevolucionario es portador de la cultura neoliberal capitalista. Consciente o inconscientemente asume la racionalidad del capital, basado en leyes de la acumulacià³n y la maximizacià³n del beneficio, como la base de su gestià³n. Se acopla a la cultura social que engendran esas leyes, las cuales no buscan cambiar la estructura sino mantenerla. Por eso la accià³n de mando es solo reforma, reparos inocuos, sin cambio estructural.

Por lo tanto, la accià³n reformista que emprende es generadora de alienacià³n.
Busca mantener la estructura heredada del puntofijismo, contribuyendo a que el colectivo pierda su conciencia crà­tica. Que no sepa que el poder es del pueblo, porque se verà­a obligado a entregarle el mando. Contrariamente a la leyes revolucionarias, el contrarrevolucionario engendra el clientelismo para que el pueblo no se ilustre, no cultive su capacidad de análisis creativo, sino que mantenga su nivel de pasividad y tolerancia. Que se conforme con los bienes materiales que recibe, por la và­a del clientelismo, para satisfacer sus necesidades mà­nimas pero nunca capacitarlo para que asuma la direccià³n de la sociedad. Para que dirija la República.

Para el agente contrarrevolucionario, el pueblo no es un fin sino un medio.
Su objetivo es satisfacer sus propias expectativas de poder y alcanzar riquezas individuales, haciendo uso de ese pueblo. No es su meta crear nuevas leyes que eliminen el clientelismo, ni fomenten la transferencia del poder al pueblo, ni que el gobierno sea instrumento de ese pueblo. El contrarrevolucionario es reformista. No rinde cuentas. No apoya el libre ejercicio de los Consejos Comunales ni que la comunidad ejerza la Contralorà­a Social, ni mucho menos sustentar la toma de decisiones bajo el mà©todo de las asambleas de ciudadanos. El contrarrevolucionario no entiende que ya es hora de que el PSUV no es clientelismo, sino instrumento al servicio de la comunidad para empujar y acelerar la emancipacià³n popular en todas sus dimensiones. El contra-revolucionario no quiere trabajar por el cambio del Estado. No quiere que el pueblo sea quien tenga el poder. El contrarrevolucionario es un oportunista. Defiende al Presidente por conveniencia. No sigue la prà©dica de fomentar el poder popular, ni atender a los excluidos y desposeà­dos.

Por todo esto, despuà©s de reflexionar al respecto y sacar sus propias conclusiones, el pueblo tiene que saber quienes son los contrarrevolucionarios. Tenerlos en la mira para que no se deje meter gato
por liebre.
izarraw@cantv.net