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Alto el fuego palestino: una tregua sin futuro

26. July 2003

Comità© de Solidaridad con la Causa Írabe

9 de julio de 2003. Nota informativa de CSCAweb

Resulta difà­cil augurar que la aceptacià³n y el mantenimiento de un alto el fuego en el contexto actual pueda sostenerse desde la enclenque arquitectura de la “Hoja de ruta”; mucho menos si Israel escasamente contribuye con medidas cosmà©ticas como la del anuncio de excarcelacià³n de un mà­nimo de 350 presos palestinos de los más de 7.000 polà­ticos que permanecen encarcelados en prisiones y centros de detencià³n israelà­es. El 8 de julio, en una accià³n que revela la precariedad de esta tregua, Yihad Islámica efectuaba una accià³n armada contra un asentamiento israelà­ precisamente para poner de manifiesto que Israel no está cumpliendo las condiciones asociadas al alto el fuego palestino.

El pasado 29 de junio y tras varios dà­as de filtrarse a la prensa que se habà­a alcanzado un acuerdo, las ramas armadas de los grupos palestinos Hamas y Yihad Islámica declararon oficialmente el anuncio de una tregua decretada por tres meses, dando respuesta con ello a la solicitud del primer ministro palestino Abu Mazen como medida primera para poner en marcha las exigencias de la “Hoja de ruta”. Solo unas horas antes, las Brigadas de los Mártires del al-Aqsa, brazo armado de un sector de Fatah, habà­a declarado unilateralmente una tregua extendida a seis meses.

Tanto Yihad Islámica como Hamas exigieron que Israel pusiera en marcha una serie de acciones como condicià³n para el alto el fuego: un alto inmediato a todo tipo de agresiones contra el pueblo palestino, que incluye las incursiones y los asesinatos selectivos, el fin del cerco a Arafat, la liberacià³n de los presos palestinos y el fin de la demolicià³n de viviendas y de la destruccià³n de tierra agrà­cola palestinas. En su documento, las dos fuerzas islamistas advierten de que “en caso de que el enemigo no cumpla estas condiciones o las viole, significará el fin del compromiso de esta iniciativa y haremos al enemigo responsable de sus consecuencias”.

Estas condiciones para el mantenimientos de la tregua son comunes en la declaracià³n de alto el fuego de Fatah, que incluye, además, una estipulacià³n precisa sobre el fin de la construccià³n y expansià³n de asentamientos de colonos por parte de Israel y del muro de separacià³n o Muro del apartheid [1], que el ejà©rcito israelà­ está construyendo en Cisjordania. Por el contrario, el documento de Fatah no incluye referencia alguna a cuáles puedan ser las consecuencias de darse un incumplimiento por parte de Israel de estas condiciones.

Divisià³n interna sobre la tregua

El anuncio por separado de la aceptacià³n de la tregua es indicativo de la divisià³n interna palestina, incluso entre quienes, por unas razones o por otras, la han aceptado. Si a principios de semana (el 23 de junio) se preveà­a una única declaracià³n conjunta acordada por los representantes de Fatah (Marwan Barguti, desde la cárcel israelà­ en la que permanece preso desde abril de 2002), Hamas (Jaled Mashal) y Yihad Islámica (Ramadan Shallah), las presiones del Consejo Polà­tico del grupo de Fatah y de la Autoridad Palestina (AP) para que tal documento final incluyera una referencia explà­cita a la “Hoja de ruta” como medio relanzar el proceso de paz palestino-israelà­, dieron al traste con la firma por parte de Hamas y Yihad Islámica, creando asimismo una divisià³n en el propio seno de las Brigadas de los Mártires de al- Aqsa, uno de cuyos sectores proponà­a no firmar el acuerdo pero anunciar su compromiso de respetar la tregua, mientras que otro (el que opera en la zona norte de los Territorios Ocupados, TTOO) rechazaba tanto su firma como su compromiso de respetar la tregua [2]. La doble divisià³n de criterios (entre facciones y dentro de Fatah) significà³ finalmente que los dos grupos islamistas redactasen su propio documento, acortando la extensià³n del periodo de tregua e incluyendo condiciones que Israel deberà­a de cumplir, y que Fatah publicase su propio documento.

Por su parte, el Frente Popular para la Liberacià³n de Palestina (FPLP) y, en su nombre, el secretario general, Ahmad Saadat, encarcelado desde hace más de un año en la prisià³n de Jericà³ por la AP bajo vigilancia occidental, declarà³ el dà­a de hacerse público el anuncio del alto el fuego que el FPLP no suscribirá la tregua, aunque no romperá el consenso palestino en pos de una prioridad: mantener la unidad palestina. Ya el pasado 23 de junio el FPLP emitià³ una Declaracià³n Polà­tica sobre la “Hoja de ruta” y la tregua en el que se exponen las razones del su rechazo de ambos [3]. Esta declaracià³n quedà³ fijada, posteriormente en un comunicado del Burà³ Polà­tico de la organizacià³n palestina de fecha 29 de junio [4].

A pesar de que la mayor parte de los grupos palestinos se hayan comprometido en la tregua, el hecho de que se haya materializado sin poder alcanzarse un acuerdo conjunto (hay, al menos tres documentos diferenciados al respecto) ha hecho visible la quiebra polà­tica interna palestina en un momento de máxima crisis interna y exterior. Lejos de ser una iniciativa reciente surgida al amparo de la aprobacià³n de la “Hoja de ruta” a finales de junio en Aqaba, la tregua debe ser valorada como el primer paso que la remodelada AP bajo direccià³n de Abu Mazen puso en marcha ya hace meses en respuesta a las instrucciones de EEUU e Israel para proceder al control y desmantelamiento de la resistencia palestina, cuando ya la AP habà­a accedido a imponerse a si misma la polà­tica de “cambio de rà©gimen” que le exigà­a Israel y EEUU como medio de suprimir la interlocucià³n de Arafat. En esta misma direccià³n de satisfacer a EEUU en un momento de máxima tensià³n regional (cuando la amenaza de guerra se estaba cerniendo sobre Iraq) iban los pasos encaminados por la propia AP y Egipto, como Estado árabe mediador, para llamar al orden a las facciones palestinas activas en la Intifada, cuando a comienzos del pasado otoño de 2002 se abrià³ en El Cairo un proceso negociador para un alto el fuego [5] cuyo curso ha sufrido unos vaivenes que solo la invasià³n y ocupacià³n militar de Iraq han obligado a situar a la sombra de la “Hoja de ruta”.

Aunque la tregua palestina está lejos de satisfacer al gobierno de Israel y a EEUU -pues ambos aspiran a ver no solamente la destruccià³n de la resistencia palestina sino de todo el Movimiento Nacional Palestino (MNP)-, la negociacià³n de la tregua constituye un respiro otorgado por EEUU e Israel a la intervencià³n directa y local de una AP reformada que, previa aceptacià³n de la “Hoja de ruta” como plan de seguridad más que como marco para la negociacià³n, habrá de ser quien impulse internamente la desactivacià³n de la Intifada y de su resistencia. Solo la dificultad de llevar a cabo una accià³n de este calibre cuando Israel sigue empleándose a fondo contra la poblacià³n palestina en los TTOO ha permitido a la AP obtener el respaldo de estadounidenses e israelà­es para ejecutarlo por medios menos expeditivos que los de la represià³n abierta contra las formaciones armadas palestinas y favoreciendo una frágil negociacià³n con dichas formaciones cuyas contrapartidas no han trascendido abiertamente. El por quà© tanto Yihad como Hamas y Fatah han aceptado una tregua al amparo de una “Hoja de ruta” (que incluye la eliminacià³n de la resistencia palestina calificándola como terrorismo) y en el marco más preciso del acuerdo de seguridad alcanzado por la AP y el gobierno de Israel a finales de junio (que ya ha empezado a tener efectos de detenciones palestinas por las reformadas fuerzas de seguridad palestinas y por el ejà©rcito israelà­: más de 20 personas solo el 7 de julio), únicamente puede explicarse, a nivel interno, en clave de ganar tiempo para salir del impasse polà­tico interno palestino y de encontrar algún margen para desbloquear una situacià³n en los TTOO que, tras casi tres años de represià³n sistemática israelà­, ha dejado dramáticas secuelas en la vida cotidiana palestina.

Otra clave de interpretacià³n, sin embargo, es la que aporta el hecho de que en las negociaciones tripartitas (del jefe de la Seguridad egipcia, la AP y las fuerzas palestinas) la representacià³n de estas últimas haya estado formalizada, para el caso de las organizaciones islamistas, por sus dirigentes exteriores asentados en Siria. La consideracià³n de que ambas formaciones en el exilio de Damasco hayan podido ser llamadas al orden por el propio rà©gimen de al-Asad tras las presiones recibidas de EEUU para que deje de dar asilo y respaldo a las organizaciones de la resistencia palestina, podrà­a explicar por quà© una vez alcanzado el acuerdo de la tregua, los dirigentes islamistas de los TTOO se mostraron reacios a confirmarla. Por su parte, solo el pasado 5 de junio, una semana despuà©s de su aprobacià³n, los Comità©s Populares de Resistencia (CPR) -que representan la coordinacià³n en cada ciudad, pueblo y aldea palestinos para las acciones de la resistencia contra la ocupacià³n y que emana de la Unià³n de Fuerzas Nacionalistas e Islamistas palestinas a travà©s de representantes de todas las facciones palestinas- hicieron pública su adhesià³n a la tregua a fin de evitar un deterioro mayor de las relaciones entre los grupos polà­ticos palestinos y la AP.

Una tregua sin contrapartidas

Pero resulta difà­cil augurar que la aceptacià³n y el mantenimiento de un alto el fuego en el contexto actual pueda sostenerse desde la enclenque arquitectura de la “Hoja de ruta”; mucho menos si Israel escasamente contribuye con medidas cosmà©ticas como la del anuncio de excarcelacià³n de un mà­nimo de 350 presos palestinos de los más de 7.000 polà­ticos que permanecen encarcelados en prisiones y centros de detencià³n israelà­es, condicionada, además, a unos criterios restrictivos que dejan fuera a buena parte de los activistas de la Intifada (por ejemplo, los acusados de supuestos delitos de sangre).

El 8 de julio, en una accià³n que revela la precariedad de esta tregua, Yihad Islámica ya efectuaba una accià³n armada contra un asentamiento israelà­ precisamente para poner de manifiesto que Israel no está cumpliendo las condiciones asociadas a la tregua palestina [6]. Yihad ya habà­a advertido a Israel y a la AP que romperà­a el alto el fuego en caso de que Israel no cumpla con la excarcelacià³n de todos los presos y detenidos administrativos palestinos [7]. Asà­, con la intransigencia que caracteriza a Israel, mucho más complejo será poder avanzar en materias asociadas no directamente a la tregua pero si a la aplicacià³n de la “Hoja de ruta” cuando se trate de aplicar, por ejemplo, medidas asociadas a los asentamientos: difà­cilmente las fuerzas palestinas aceptarán como satisfactoria la desmantelacià³n de algunos de los “puestos avanzados” no autorizados por el gobierno de Israel en Cisjordania en lugar de un compromiso riguroso de proceder a desmantelar todos los asentamientos ilegales de todos los TTOO.

Pero la precariedad de la tregua no se expresa sà³lo en tà©rminos polà­ticos palestinos sino, fundamentalmente, en el escaso compromiso israelà­ con la misma. Según informà³ el Centro Palestino de Derechos Humanos de Gaza (PCHR) [8], a la semana de que la AP y el gobierno de Israel alcanzasen un acuerdo de seguridad, las fuerzas palestinas iniciaron un repliegue en la ciudad gazà­ de Beit Hanun, tras dos meses de ocupacià³n y sometimiento a un cierre militar. Igualmente, las fuerzas de ocupacià³n se replegaron de las principales carreteras que unen el norte y el sur de la Franja de Gaza y aliviaron los cierres de los controles fronterizos. A pesar de que los medios de comunicacià³n locales e internacionales han cubierto estos movimientos como si fueran logros tangibles hacia la paz, la situacià³n sobre el terreno no ha variado. Las fuerzas de ocupacià³n israelà­es han seguido perpetrando continuas y extendidas violaciones contra la poblacià³n civil palestina, incluidos castigos colectivos, ataques e incursiones en áreas palestinas, demoliciones de viviendas, removimiento de tierras agrà­colas y campañas de detenciones indiscriminadas. Entre el 26 de junio hasta el 2 de julio, cinco palestinos fueron asesinados y 10 resultaron heridos por las fuerzas de ocupacià³n de Israel. La misma semana de alcanzarse el acuerdo de seguridad, las fuerzas de ocupacià³n israelà­es llevaron a cabo cinco incursiones en áreas palestinas, solo en el área de la Franja de Gaza. El 27 de junio el ejà©rcito de ocupacià³n, reforzado con vehà­culos militares y helicà³pteros de combate, invadià³ la aldea de al Mugraqa, al sur de la Franja, destruyendo tres casas que pertenecà­an a familias de palestinos perseguido por supuestos delitos. Cuatro palestinos fueron asesinados en enfrentamientos armados con las fuerzas israelà­es. El 26 de junio, las fuerzas ocupantes se trasladaron a las ciudades de Beit Hanun y Yabalia, al norte de la Franja. Durante las operaciones militares, el ejà©rcito israelà­ destruyà³ cuatro instalaciones industriales y dos casas; además, 47.000 metros cuadrados de tierra agrà­cola fueron destruidos. Asimismo, el 1 de julio, en lo que constituye un asesinato deliberado, las fuerzas de ocupacià³n dispararon a muerte contra un civil palestino en las inmediaciones de un puesto de control militar, al sur de Tulkarem. Un portavoz oficial israelà­ declarà³ que la và­ctima habà­a disparado a los soldados israelà­es pero los testigos presenciales negaron este extremo.

A pesar del acuerdo de seguridad las fuerzas de ocupacià³n israelà­es han mantenido un cierre total en Cisjordania manteniendo a las comunidades palestinas aisladas unas de otras. Aunque durante la última semana de junio las fuerzas de ocupacià³n aliviaron parcialmente el cierre impuesto sobre la Franja de Gaza desde el comienzo de la actual Intifada, se han seguido restringiendo hasta la fecha los viajes a travà©s de la Terminal de Rafah y se sigue manteniendo la prohibicià³n de los desplazamientos a los palestinos con edades comprendidas entre los 16 y los 35 años. El ejà©rcito de ocupacià³n mantiene el cierre impuesto en el área de al-Mawasi desde el inicio de la Intifada. Igualmente, a pesar de haber sido abiertos al tránsito palestino el 30 de junio en el marco del acuerdo de seguridad de la AP e Israel, los puestos de control militar israelà­ de al-Matahen y de Abu Huli, en la Calle de Salah al Din (la principal carretera entre el norte y el sur de la Franja de Gaza), han vuelto a cerrarse, lo que vuelve a dividir a la Franja en tres zonas asiladas.

Notas:

1. Và©ase en CSCAweb: Israel formaliza su polà­tica de `apartheid` y cantonalizacià³n de la poblacià³n y los Territorios palestinos con el inicio de la construccià³n de un muro en torno a Cisjordania y Loles Oliván: En el aniversario de la ocupacià³n de Gaza y Cisjordania: el `Muro del Apartheid` expresa la naturaleza racista del Estado de Israel
2. Peterson, J.. en: http://www.jmcc.org/news&media/editorial.htm
3. Và©ase en CSCAweb: Declaraciones del Frente Popular para la Liberacià³n de Palestina sobre la `Hoja de ruta` y el alto el fuego palestino: “No a una tregua que deja las manos libres a Sharon”
4. Ídem.
5. Và©ase en CSCAweb: Amira Howeidy: Dirigir la Intifada Graham Usher: “La `Hoja de ruta`: ganando tiempo” Graham Usher: El imposible alto el fuego Loles Oliván: “Israel, EEUU y Palestina: el cambio de las `reglas del juego` a la sombra de la guerra contra Iraq”
6. La Vanguardia, 8 de Julio de 2003.
7. La Vanguardia, 7 de Julio de 2003.
8. “Israeli Forces escalate war crimes in the OPT”, PCHR Weekly Report núm. 26/2003, 26 June, 2 July, 2003, en www.pchrgaza.org/…2003.htm

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