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Las cifras de la guerra: balance de la confrontación 2003-2004

1. May 2004

Comunicado de las FARC-EP

Aplicando la formula fascista de “calumniad, calumniad que de la calumnia algo queda”, Ílvaro Uribe ordena mentir sistemáticamente a las fuerzas militares y de policà­a sobre la realidad de la confrontacià³n armada en Colombia y presiona a los grandes medios de comunicacià³n para que se sometan a las directrices de la oficina de prensa de la presidencia de la república.

Se trata de crear el falso ambiente de una guerra que el Estado está “apunto de ganar” contra una guerrilla en “desbandada” “sin razones polà­ticas, ni socio- econà³micas” de existencia.

Y asà­, mientras la rosca uribista de Colombia y el mundo raponea los negocios del Estado, y subasta a precio de huevo y utilizando sinuosos caminos los bienes del patrimonio colectivo del paà­s, y arrebata a los trabajadores hasta los más mà­nimos beneficios conquistados tras largas y duras luchas, y monopoliza más la tierra fà©rtil, tambià©n pretende adormecer la rabia, el desespero, el hambre y la indignacià³n popular con cifras manipuladas sobre el desempleo, la canasta familiar, la inflacià³n y el crecimiento econà³mico, al mismo tiempo que el 60 % de los colombianos se hunde en la miseria y que uno de cada 4 solo se alimenta dà­a de por medio, que no hay donde trabajar, ni hay cupos en las escuelas, ni hay atencià³n en clà­nicas ni hospitales, ni mucho menos se le pone fin a la corrupcià³n ni a tanta impunidad.

La excarcelacià³n de los ladrones de Dragacol, la desaparicià³n de las 4 toneladas de cocaà­na a manos de Generales del Ejà©rcito y la Policà­a, las tropelà­as de una Fiscalà­a atrapada por el narcotráfico y el paramilitarismo, las acalladas sindicaciones del General Jaime Uscategui sobre la responsabilidad directa del alto mando militar en la masacre de Mapiripan, la coca envolatada de Guaitarilla, la frà­a ejecucià³n de los campesinos en Caja Marca por parte del Ejà©rcito Oficial, la heroà­na en el “buque insignia”, las estafas de la administracià³n Peñalosa en las và­as del transmilenio, los desayunos en palacio con parlamentarios uribistas y conservadores para repartirse el Presupuesto Nacional y el nombramiento como diplomáticos de los familiares de los congresistas lentejos, que “súbitamente” se voltearon al uribismo, demuestra que no es solo el buque” Gloria” el que se está pudriendo, sino que es el alma misma de las instituciones oficiales la que se deshace en manos de esta oligarquà­a voraz.

Ahora, entre ministros y consejeros, gremios econà³micos y encuestadores, medios de comunicacià³n y militares lanzaron la perversa iniciativa de la reeleccià³n presidencial con nombre propio, fundiendo en ella el afán gringo de liquidar lo poco que nos queda de soberanà­a, el interà©s de la banca mundial por ampliar sus utilidades a costa de la miseria del pueblo, el entusiasmo de los “riquitos” de Colombia, el sentimiento nazi del actual presidente y la ciega ambicià³n de los negociantes de las armas y la violencia.”

Porque la esquizofrà©nica obsesià³n de Ílvaro Uribe es la guerra, sueña con la pax Romana, con la tierra arrasada; su grave enfermedad mental es visible en las fascistas detenciones masivas con que pretende intimidar la lucha popular; lo es tambià©n en las reiteradas exigencias a los mandos militares por resultados medidos en litros de sangre derramada, ignorante à©l de las realidades del campo de batalla; su estado mental tambià©n se manifiesta en las fulminantes y humillantes destituciones públicas de oficiales por los fracasos sufridos en una confrontacià³n que diariamente enfrenta en múltiples escenarios a las fuerzas en conflicto y en donde, por su puesto, no todo tiene el sabor de la victoria.

En el año 2003, por ejemplo, las FARC combatieron en 4.447 oportunidades contra la fuerza pública y los paramilitares (promedio de 12.18 diarias), en donde hubo 5.291 muertos entre militares, policà­as y paramilitares y 4.701 heridos. Sin contabilizar en estos totales, las bajas no confirmadas en más de 919 situaciones (algunos combates, emboscadas y minados donde es fà­sicamente imposible hacerlo). En todas estas acciones recuperamos 356 fusiles, 7 morteros, 6 ametralladoras y 12 lanzagranadas, averiamos helicà³pteros en 99 ocasiones y destruimos 12, derribamos 5 aviones y averiamos 41, destruimos 1 piraña y averiamos 4, tambià©n destruimos 1 tanqueta y averiamos 6.

En el año 2003 murieron en combate 542 guerrilleros y 77 milicianos, y fueron heridos 321 lo mismo que 13 milicianos, cifras que evidencian la dureza de la confrontacià³n.

En los tres primeros meses del año 2004 los choques se han presentado de la siguiente manera: Acciones militares 1.152 (12.8 diarias) que arrojan 1.373 muertos entre militares, policà­as y paramilitares y 818 heridos. De parte de las FARC hemos tenido 43 muertos y 29 heridos.

Y asà­, mientras Colombia continua adentrándose en los imprevisibles espacios de una guerra civil, derrochando más del 4.5 % del PIB en el terror de la violencia oficial (sin contabilizar las ayudas gringas) y mientras crecen desaforadamente las estadà­sticas por muertes violentas en todo el territorio nacional, se pretende en lo inmediato y por las và­as parlamentarias, ampliar los poderes autoritarios del presidente y de los altos mandos militares, buscando atropellar más a la poblacià³n civil, pues como siempre ha ocurrido, estas trapisondas dictatoriales en poco o en nada afectan a quienes nos hemos levantado en armas contra el oprobio oligárquico.

Ante el descontrolado gasto uribista en la guerra, orientamos el sabotaje econà³mico que busque poner freno al ilimitado crecimiento del presupuesto oficial para la ejecucià³n del Terrorismo del Estado. En ese marco, entre el año 2003 y lo que va corrido del 2004, entre otras acciones, hemos derribado 151 torres de comunicaciones y energà­a, tambià©n golpeamos en 77 ocasiones pozos de petrà³leo, oleoductos, poliductos, machines, subestaciones de Ecopetrol, baterà­as y, en el caso particular del oleoducto trasandino, le hemos destruido 3.510 metros.

Con la autorà­a intelectual del Departamento de Estado y del Pentágono gringo, y con la intervencià³n directa de oficiales de inteligencia del ejà©rcito norteamericano prosigue el despliegue de la fuerza mercenaria oficial. Por ejemplo, hacia el sur oriente del paà­s estamos informando que por orden presidencial van por los prisioneros de guerra en poder de las FARC, han ubicado fuerzas en forma de cadena en los siguientes lugares:

San Vicente- Delicias- Cortina Verde.

San Vicente- Campo Hermoso.

San Vicente- Puerto Losada y Marimbas 1 y 2.

Macarena – Morrocoy – Jordán- La zorra- el Turpial- Yaguara y Filo Quinche.

Macarena-rà­o Guayabero abajo.

Una brigada mà³vil desplegada por Cachicamo- bocas del perdido con el Losada y por la và­a Tober. Por el sur aparecieron tropas de Cartagena del Chaira en el sitio los Cauchos rumbo a los Lobos con la finalidad de consolidar un corredor con los que están en ciudad Yarà­ y la pista de Caquetania.

Desde hace 40 años, el Estado Colombiano, de manera cà­clica y recurrente desata frenà©ticas oleadas de violencia contra el pueblo colombiano bajo el pretexto de liquidar a las guerrillas revolucionarias de las FARC. Para ello, ha entregado la soberanà­a nacional al gobierno de Washington, aproximando al paà­s cada vez más a los umbrales de la invasià³n norteamericana.

Por eso, estamos convocando a los colombianos a unirnos contra la agresià³n norte americana que de manera disfrazada está alcahueteando Uribe Và©lez y que avanza inexorable en forma de asesorà­a militar principalmente a travà©s del Plan Colombia.

Llamamos a los Oficiales de la fuerza pública, que aman de verdad a Colombia, que han jurado fidelidad a la causa bolivariana y que anhelan la solucià³n polà­tica del conflicto a que dialoguemos como lo ha propuesto el Comandante Manuel Marulanda.

La crudeza de las cifras referidas a la confrontacià³n militar en Colombia nos lleva a reiterar nuestro llamamiento por construir un nuevo gobierno que enrumbe al paà­s hacia la solucià³n polà­tica del conflicto, la democracia, la soberanà­a y la justicia social.

Secretariado del Estado Mayor Central FARC-EP
Montañas de Colombia, abril 18 de 2004

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