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Colombia: Más cerca de la victoria

4. June 2004

Intervencià³n de Iván Márquez con motivo del 40 aniversario de las FARC-EP

Intervencià³n de Iván Márquez, integrante del Secretariado de las FARC, en la clausura del curso de fuerzas Especiales del Bloque Josà© Marà­a Cà³rdoba, de esa organizacià³n el 17 de mayo de 2004.

Como hace 40 años, à©ste aniversario de las FARC transcurre en medio de combates; en medio del más grande operativo militar del gobierno de Colombia en toda su historia. En 1964, el Plan LASO (Latin American Security Operation) y en 2004, el Plan “Patriota”… ¡Cuatro dà©cadas de obstinacià³n de un reducido grupo de privilegiados oligarcas que desde hace mucho tiempo vendieron su alma…, y la patria, a Washington! Desde hace 40 años, desde Marquetalia, su objetivo es aniquilar a la guerrilla; sà³lo que en esta ocasià³n, Marquetalia es la patria resistiendo la estrategia de los gringos, y las FARC ya no están localizadas en un punto de la geografà­a, sino diseminadas y desplegadas por toda Colombia.

El plan yanqui del 64, el Plan Colombia del 98, y ahora el Plan “Patriota”, son etapas de la misma espiral de intervencià³n violenta de una potencia extranjera, que no cesa. Todos los pretextos y justificaciones han sido edificados sobre la mentira y el engaño. La lucha contra el comunismo, el “enemigo interno”, el narcotráfico y el terrorismo, no son más que cortinas de humo para ocultar al gringo que se roba nuestro petrà³leo, el gas, el carbà³n, el uranio, el agua, la energà­a, la biodiversidad, y que a travà©s del ALCA se apresta hoy, a colocarle los renovados grilletes del colonialismo a todo un continente.

El Plan “Patriota” se inspira, no en esta patria formada por el Libertador Simà³n Bolà­var, sino en la patria de las trasnacionales -que no es otra que la propia bolsa y sus ganancias-, y en la estrategia del Comando Sur del ejà©rcito de los Estados Unidos.

Es un plan apátrida que busca sofocar militarmente la resistencia de los pueblos para imponer el ALCA, el saqueo y la defenestracià³n de la soberanà­a. No terminaba de resonar el clarà­n de la victoria en Ayacucho, y ya esta oligarquà­a vende patria, descendiente de Santander, yacà­a prosternada ante su nuevo amo de la Casa Blanca. Razà³n tenà­a el caudillo liberal Jorge Elià©cer Gaitán al denunciar en el Congreso que “el gobierno de Colombia tiene la ametralladora para los hijos de la patria y la rodilla en el suelo para el oro yanqui”.

Desde los albores de 2004, en desarrollo del Plan “Patriota” que involucra a los gobiernos de Washington, Bogotá y Quito, se ha tendido un ambicioso cerco militar con 20.000 hombres entre los departamentos de Caquetá, Meta y Guaviare, tras el imposible de sitiar a la insurgencia en una porcià³n de la sabana y de la selva más guerrillera del mundo, que es el sur de Colombia.

La ilusià³n del fascista Uribe Và©lez y del general yanqui James T. Hill, el verdadero cabecilla del Plan “Patriota”, es “dar de baja” a algún miembro del Secretariado de las FARC, rescatar a sangre y fuego los prisioneros de guerra, y empujar la guerrilla hacia la frontera del Ecuador para aplicarle la figura bà©lica del “yunque y el martillo”.

Actúan como si la resistencia iraquà­ que se ha sostenido en un territorio desà©rtico y pelado, no les hubiese enseñado nada, y como si no existiera guerrilla de las FARC y tambià©n dignidad en el resto del paà­s.

Cegado por el odio y alucinado por el apoyo de las armas imperiales, Uribe ha resuelto jugársela toda por la guerra desestimando la experiencia histà³rica de Marquetalia, La Sonora, Casa Verde y el Yarà­, que indican que no es posible la derrota militar de una guerrilla que mantiene en alto la sagrada bandera de la causa del pueblo y que se ha erigido en esperanza de cambios estructurales, de independencia, de justicia social y en garante de la democracia verdadera y la soberanà­a.

Los estrategas de la intervencià³n actúan sobre el presupuesto de que la guerrilla es la sumatoria de sus efectivos, las masas que la rodean y un hipotà©tico apoyo externo, componentes que habrà­a que atacar simultáneamente para lograr el triunfo definitivo. Por eso el “cerco” militar sobre la selva incercable; por eso las detenciones masivas y el desplazamiento forzoso de la poblacià³n que afecta ya a más tres millones de almas; y por eso la hostilidad creciente contra la patria de Bolà­var, con los AMX-30 o con la infiltracià³n en ese paà­s de más de 100 paramilitares (mercenarios) ligados al comando del ejà©rcito de Colombia, para asesinar al presidente Hugo Chávez. Todo esto, con pretextos infundados, viles, que jamás podrán encubrir los premeditados planes de agresià³n de Washington y de su pelele en Bogotá contra la revolucià³n bolivariana de Venezuela. Se siente Uribe en el picacho del frenesà­ jugando el degradante papel de perro de presa de la geopolà­tica del gobierno de los Estados Unidos.

Hasta ahora el Plan “Patriota” solo arroja escaramuzas, con centenares de bajas en el ejà©rcito oficial y bombardeos erráticos de la aviacià³n. Ante el empuje de los nuestros, y el tronar de la artillerà­a insurgente y de otras sorpresas de la selva, han tenido que retroceder en algunos frentes de ataque. Si prefieren la aventura del rescate militar de los prisioneros de guerra al canje propuesto por las FARC, deben saber que la responsabilidad ante un eventual desenlace fatal de la situacià³n, será toda del gobierno. Y en cuanto a Lucio Gutià©rrez, puede seguir jugando como indecoroso peà³n hasta que el hermano pueblo del Ecuador decida que su dignidad no puede seguir siendo arrastrada por ese tà­tere que despacha desde el palacio de Carondelet.

Engañado ante el espejismo del triunfo de las armas oficiales Uribe está volcando casi todos los recursos en su febril empeño de la guerra. Una proporcià³n equivalente al 4.5% del PIB lo ha comprometido en ese propà³sito de muerte, al tiempo que arrebata fondos vitales a las polà­ticas sociales. Ha contribuido como nadie a acrecentar el enorme dà©ficit fiscal colocando a Colombia en un estado de total indefensià³n frente a los gringos. Les está entregando trozos de soberanà­a y patria a cambio de financiacià³n. La banca mundial y el Fondo Monetario Internacional han confundido a Colombia y a Latinoamà©rica con la cándida Erà©ndira de Garcà­a Márquez. ¿Hasta cuándo tenemos que aceptarles a estos agiotistas imperiales y gobernantes vendidos que debemos pagarles una deuda que ya fue cancelada varias veces y que pretenden perpetuar mantenià©ndonos en ese remolino tramposo de pagarles deuda con nuevo endeudamiento?

En cambio la cancelacià³n de la enorme deuda social del Estado para con el pueblo no los inmuta. Ahà­ si no hay obligacià³n, ni voz zalamera del gobierno ufanándose como el más fiel y puntual pagador de deuda. De cada 100 colombianos 66 viven en la pobreza absoluta. Se acrecientan sin solucià³n los problemas del hambre, la vivienda y la salud. El desempleo, según las maquilladas cifras del DANE, sobrepasa el 17% (3´500.000), en tanto que el subempleo alcanza el 31% (6´347.000); y en este año 3 millones 800 mil niños se quedaron sin educacià³n… Este gobierno marcha en sentido contrario al mandato del Padre de la Patria, el Libertador Simà³n Bolà­var, de producir la mayor suma de felicidad posible al pueblo.

Asà­ actúa este gobierno. Quiere reeleccià³n para hacer más infeliz al pueblo. A comienzos de su mandato Uribe prometià³ a travà©s del Ministerio de Defensa que derrotarà­a a la guerrilla en dos años. Ahora dice que cuatro años no son suficientes. Y de seguro no le va a alcanzar ningún tiempo, porque una estrategia rodeada de pueblo, de 40 años de combates, se encamina inexorable hacia la victoria. ¿Reeleccià³n para un tirano paramilitar que pretende implantar el delito de opinià³n, negándoles a los ciudadanos el derecho a la opcià³n polà­tica? El gobierno de Uribe ha batido todas las marcas de violacià³n de los derechos humanos en los últimos 50 años.

Es el gobierno de las conmociones interiores y los estatutos “antiterroristas”, de la impunidad y el perdà³n a los crà­menes y masacres del paramilitarismo, de las redadas masivas, de los informantes y soplones, de las atribuciones judiciales a los militares, de los desplazamientos campesinos y las desapariciones forzadas. El pueblo debe responderle al “pajarraco” reeleccionista con otra sonora bofetada como aquella que le propinara en el pasado reciente con motivo del referendo.

Colombia no necesita reeleccià³n de dictadores ni tiranos; lo que requiere es un nuevo gobierno alternativo que enrumbe la patria hacia la recuperacià³n de la soberanà­a, la dignidad, la justicia social, la paz, la libertad y la democracia verdadera, tal como lo proponemos en la Plataforma de 10 puntos para un gobierno de reconciliacià³n y reconstruccià³n. Un nuevo gobierno que privilegie la solucià³n polà­tica del conflicto y realice los cambios estructurales que la hagan posible.

Este 27 de mayo no solamente estamos rememorando el surgimiento de las FARC como respuesta de la agresià³n del gobierno a Marquetalia, sino que estamos además recordando el momento histà³rico de hace 20 años cuando se silenciaron los fusiles producto del cese bilateral del fuego pactado entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC. Hace 20 años la paz pudo ser, pero sus enemigos agazapados dentro y fuera del gobierno, frustraron este anhelo, el más caro de toda la nacià³n. Por una parte, el Congreso no aprobà³ las reformas estipuladas en el Acuerdo de La Uribe, y por otra, la Unià³n Patrià³tica, movimiento polà­tico lanzado por las FARC y que lograra en el debate electoral de entonces la eleccià³n de 15 congresistas, 14 diputados, 30 alcaldes y 300 concejales, fue barrida a plomo por los sicarios de las intransigencia al servicio del rà©gimen. Fueron más de 4.000 los dirigentes y militantes asesinados.

Ese cuento distorsivo de la historia que pretende hacer creer que la participacià³n de las FARC en los diálogos de paz con Belisario Betancur y Andrà©s Pastrana obedecià³ a la búsqueda de ventajas tácticas aprovechando una supuesta ingenuidad de estos gobiernos, está mandado a recoger. Creen que el paà­s no tiene memoria histà³rica y por eso mienten y ocultan lo sucedido durante el cuatrienio de Virgilio Barco, mandatario que se convirtià³ en el sepulturero de la Unià³n Patrià³tica y de una esperanza de paz que alcanzà³ a encenderse hace 20 años. Si no hubo acuerdo con Pastrana en San Vicente ni con Gaviria en Caracas y Tlaxcala, fue porque estos presidentes sà³lo querà­an la desmovilizacià³n de la guerrilla y la entrega de sus armas, tal como habà­a ocurrido con el M-19, pero sin cambios en las injustas estructuras polà­ticas, econà³micas y sociales. ¡Quà© le iba a gustar al señor Gaviria que le dijà©ramos que la caà­da del muro de Berlà­n no acabà³ con el hambre y la miseria de millones de colombianos! La guerrilla de las FARC no traiciona al pueblo. Ellos querà­an nuestra incorporacià³n al sistema polà­tico vigente sin tocar sus privilegios, y nosotros lo que queremos es la redencià³n de Colombia y su gente.

Lo que buscaba Pastrana era la paz de los ricos. Nada más. Por eso para à©l no eran negociables en la mesa ni la polà­tica neoliberal, ni el Plan Colombia, ni el desmonte del paramilitarismo, ni el canje de prisioneros, ni nada.

El principal objetivo estratà©gico de las FARC ha sido y sigue siendo la paz con justicia social.

A nuestros hermanos militares, a los coroneles y generales del ejà©rcito de Colombia, les reiteramos la invitacià³n de Manuel Marulanda Và©lez, comandante en jefe de las FARC, para que conversemos sobre la paz y el futuro del paà­s. Consideramos una afrenta a la dignidad y al honor militar que el presidente subordine los oficiales de la patria al señor James Hill, general de una potencia extranjera. El dilema que plantea esta nueva era de lucha por la segunda y definitiva independencia, en torno a si se es soldado de Bolà­var o cipayo del imperio, debe resolverse a favor de la patria.

Ese que algunos de ustedes empiezan a llamar “el tirano de palacio” debiera poner el pecho en las selvas del Caquetá para que viera que el triunfo en la guerra no se alcanza con el deseo y para que cese de una vez por todas ese estilo humillante de exponerlos a la picota pública, porque según à©l fallaron, o porque no le presentan partes victoriosos.

Debiera darle vergüenza a esa rancia jerarquà­a del ejà©rcito que ha empezado a calificar como proscrito o subversivo el pensamiento del Libertador, que es el sà­mbolo más sagrado de la patria. Y claro, à©l es la revolucià³n, decà­a tambià©n el pacificador Pablo Morillo. ¿Acaso no es una revolucià³n lo que está clamando Colombia y tambià©n el continente? Simà³n Bolà­var que moldeà³ al ejà©rcito patriota en el amor al pueblo y a la libertad, y en el odio a la tiranà­a, debe presidir nuestro encuentro y la hermanacià³n de nuestras luchas por la construccià³n de la Nueva Colombia.

Saludamos en este 40 aniversario al Movimiento Bolivariano que el 29 de abril cumplià³ 4 años marchando con el Libertador y creciendo en la clandestinidad. En Bolà­var nos encontramos todos. Bolà­var es unidad y es independencia. Eso es lo que preocupa a Washington y a sus lacayos. “Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la Libertad han exterminado al fin a sus tiranos”, Simà³n Bolà­var.

Rendimos homenaje en esta fecha histà³rica a los dignos combatientes marquetalianos; a los fundadores de las FARC; a los que resistieron el embate de 16.000 soldados y los gringos en 1964. ¡Honor a los caà­dos en combate!, a Isaà­as y Tula Pardo, a Luis Salgado y a Hernando González. A los que murieron con las botas puestas como Jacobo Arenas y Joselo Losada. Recordamos a todos los que vertieron su sangre soñando con una patria digna, justa, pacà­fica… A todos los que murieron con la certeza de que el socialismo habrá de ser el destino de la humanidad sobre el planeta tierra. Evocamos de manera especial al camarada Efraà­n Guzmán quien muriera tambià©n en el puesto de combate que le asignara la Organizacià³n. A todos los caà­dos les decimos que su sacrificio no ha sido inútil, porque precisamente, por à©l, nuestra lucha será hasta la victoria y más allá.

A los marquetalianos vivos, a nuestro entrañable comandante Manuel Marulanda Và©lez, a Miguel Pascuas y Fernando Bustos, el abrazo de miles de guerrilleros que hoy combaten en el campo y la ciudad por la causa del pueblo.

Las FARC-EP son alternativa de cambio y de poder popular; un ejà©rcito bien cohesionado en torno a su comandante en jefe, al Estado Mayor Central y su Secretariado. ¡40 años de lucha inclaudicable que nos tienen ya a las puertas de nuestro destino de democracia verdadera, justicia social y paz!

A los militantes del Partido Comunista Clandestino y a los milicianos de Bolà­var que se preparan para el momento crucial de la insurreccià³n popular, nuestro saludo afectuoso, revolucionario, desde las montañas guerrilleras. A los dignos rebeldes que han hecho del presidio otra trinchera de lucha nuestra solidaridad y voz de aliento.

Compañeros combatientes todos: la lucha armada que hemos abrazado, cuya vigencia nunca estuvo en cuestià³n a pesar de los cantos de sirena de las campañas mediáticas del imperio, ha contribuido a generar conciencia y nos ha colocado mucho más cerca de la victoria. Las semillas del Nuevo Poder regadas en esta tierra fà©rtil de Colombia, ya están germinando. El Plan “Patriota” no pasará. Con nuestro accionar polà­tico y militar vamos a tornar inocuo el plan apátrida de Washington y su pelele, el “pajarraco” Uribe.

Desde Marquetalia, ¡hasta la victoria!

Con Bolà­var, con Manuel/ Con el pueblo, al poder

Contra el imperialismo, por la patria/ Contra la oligarquà­a, por el pueblo

¡Viva Marquetalia!, ¡Viva Colombia!

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