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Sobre la crisis del movimiento contra la globalización

26. December 2004

Resolucià³n del Comità© Polà­tico del Campo Antiimperialista

1. El movimiento antiglobalizacià³n contenà­a dos corrientes polà­ticas diferentes cuando nacà­a en Diciembre del 1999 en Seattle. La corriente mayoritaria criticaba exclusivamente los terribles efectos (neoliberales) de la globalizacià³n, en particular la distribucià³n injusta de la riqueza. Esta corriente moderada exigà­a una globalizacià³n “democrática” “de abajo” aceptando el paradigma fundamental de la globalizacià³n según el cual ha llegado definitivamente el tiempo de vencer los viejos Estados naciones que constituyeran un obstáculo para el “progreso”. Una minorà­a no sà³lo condenaba los efectos de la globalizacià³n, sino tambià©n su naturaleza, mejor dicho el capitalismo como tal, la base de las contradicciones cada vez mas profundas entre pobres y ricos.

2. En los Estados Unidos está divisià³n dentro del movimiento no era tan aparente. Pero al embarcar en Europa, la contradiccià³n se volvà­a abiertamente visible. Desde los dà­as de Gà©nova de Julio 2001, Europa se convirtià³ en el centro mundial de esa movilizacià³n de nuevo tipo que arrastraba a las calles capas de una nueva juventud radicalizada y marginaba el movimiento obrero tradicional que ya desde hace tiempo se ha convertido en un pilar del sistema capitalista. Por la tradicià³n polà­tica en Europa la divisià³n del movimiento antiglobalizacià³n entre radicales y moderados sà³lo podà­a tomar la forma de la vieja dicotomà­a entre reformistas socialdemà³cratas y la izquierda radical. Pero la cuestià³n de la radicalidad no se expresaba en el terreno polà­tico y programático, sino en cuanto a las formas de lucha. Las partes mas radicales de hecho se concentraban en empujar al movimiento hacia el choque directo con las fuerzas policiales del Estado encontrando en cada manifestacià³n la oportunidad de hacerla un espectáculo de lucha callejera. Ya que esta radicalidad sà³lo era formal y metodolà³gica, era fácil para los aparatos socialdemà³cratas mantener su hegemonà­a polà­tica sobre la mayorà­a del movimiento. En esto los aparatos deslegitimados nunca se exponà­an como tales, sino actuaban junto a travà©s de nuevos grupos surgidos del movimiento mismo, nuevas dirigencias con orà­genes en la Nueva Izquierda del 68.

3. Los Foros Sociales, mistificados como organismos milagrosos de unidad, representatividad y fuerza del movimiento, de hecho eran coordinaciones donde las diferentes corrientes polà­ticas luchaban por la hegemonà­a y buscaban los compromisos tácticos necesarios para garantizar la continuidad de la movilizacià³n. El Foro Social Mundial con su Consejo General desde los inicios no sà³lo ha sido rehà©n de los grandes aparatos socialdemà³cratas, sino tambià©n un gremio de direccià³n antidemocrático que nunca representaba la diversidad del movimiento.
4. Fuerzas antiimperialistas, sea en Europa o en los paà­ses oprimidos y semicoloniales, nunca tenà­an una voz influyente dentro del Foro Social Mundial. Una de las razones principales era su exclusià³n de facto, sancionada en el primer Foro Social de Porto Alegre con el rechazo a todo movimiento armado. Esto sucedà­a justamente en el momento cuando la segunda Intifada se volvà­a el punto de cristalizacià³n de la lucha antiimperialista mundial. Despuà©s del 11 de Septiembre la consigna de los aparatos socialdemà³cratas de “ni guerra ni terrorismo” se hizo hegemonà­a dentro del Foro Social Mundial. Algo que pasà³ simultáneamente con el ataque de los EE.UU. contra Afganistán (octubre 2001) y las “Listas Negras de Organizaciones Terroristas” donde no figuran sà³lo fuerzas islámicas sino tambià©n todos los movimientos revolucionarios de liberacià³n.
5. A causa de este parágrafo pacifista de fundacià³n, siempre nos negábamos a ser parte del Foro Social Mundial a pesar de que participábamos en todas las movilizaciones del movimiento antiglobalizacià³n. Esta decisià³n era necesaria y justa. El pacifismo no sà³lo excluà­a organizaciones antiimperialistas combatientes, sino tambià©n era una señal que los aparatos socialdemà³cratas tenà­a las riendas del FSM en su mano – lo que impedà­a hacerlo un instrumento de unificacià³n de las luchas polà­ticas y sociales en los centros con aquellas luchas decisivas de carácter antiimperialista en la periferia.

6. Ha sido la resistencia iraquà­ que finalmente ponà­a el movimiento antiglobalizacià³n con las espaldas en la pared y ha causado su crisis actual e irreversible. El movimiento “no global” era dirigente de las movilizaciones contra la agresià³n angloamericana y por la paz. Pero al caerse Bagdad las movilizaciones terminaron, justamente en el momento mas urgente cuando la resistencia armada del pueblo iraquà­ estaba comenzando. Sà³lo pequeñas minorà­as, esas tambià©n con retraso, se expresaban a favor de la legitimidad y el apoyo a la resistencia. La mayorà­a de los “no global” se ha quedado callado y se han negado a luchar por la victoria de la resistencia iraquà­. La fuerza de la resistencia en Irak finalmente revelaba todas las contradicciones del movimiento antiglobalizacià³n. Las corrientes radicales, a pesar de no apoyar abiertamente la resistencia, se han visto obligadas a reconocer su legitimidad – y pensamos que nuestras actividades han contribuido algo para dar los pasos en esta direccià³n.

7. El reflujo del movimiento probablemente terminará en la ruptura definitiva del FSM. Esto nos parece probable porque cualquier intento de mantener de forma artificial la unidad está condenado a fracasar. La unidad mas amplia es deseable y necesaria, pero la unidad bajo control de los socialdemà³cratas deja una movimiento polà­ticamente desamparado e impotente. En el prà³ximo FSM en Porto Alegre esto será aún mas visible – un FSM bajo los auspicios del gobierno del PT, un gobierno que se ha subordinado a la globalizacià³n imperialista la cual el movimiento pretende enfrentar. Ya que nos hemos propuesto el objetivo de la construccià³n de un Frente Antiimperialista internacional tenemos que fortalecer nuestros intentos de unidad con aquellas fuerzas que salen del FSM y rompen con los aparatos socialdemà³cratas. Nuestro proyecto es difà­cil y a largo plazo, la unidad de las fuerzas antagonistas de los paà­ses imperialistas con aquellas de los paà­ses oprimidos. Sin lograr esta unidad no sà³lo la victoria de las fuerzas combatientes en los paà­ses semicoloniales es imposible, sino tampoco los antagonistas del occidente no tienen futuro sin esta prospectiva.

4 de Diciembre 2004

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