Mà©xico, 04/02/01
DISCURSO CENTRAL EN EL SEGUNDO ANIVERSARIO DE LA FORMACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA NACIONAL IZQUIERDA DEMOCRÍTICA POPULAR<7b>
LO NACIONAL
La nacià³n mexicana fue reducida, desde 1521, a los intereses de los conquistadores. Desde entonces cuando llegà³ el capitalismo a Amà©rica y hasta ahora, ha crecido un estado cuyas leyes han reducido la nacià³n rica y compleja a los intereses de un grupo cada vez más pequeño y más rico. Baste decir que entre los veinte latinoamericanos más ricos, Mà©xico cuenta trece y el más rico del subcontinente es Carlos Slim con 7 900 millones de dà³lares. Los menos ricos de estos ricos son Carlos Peralta con 1 100 millones de dà³lares y Maràa Aramburu Zavala con apenas 1 000 millones de dà³lares. Toda nuestra familia o toda nuestra asamblea acumulando sus salarios durante 100 años, no alcanzaràa a reunir estas cantidades.
¿Quà© nacià³n puede existir en estas desigualdades extremas? ¡Con un presidente que gana 246 mil pesos al mes, con secretarios de estado, jefes de gobierno, diputados y senadores que ganan otro tanto además de viáticos, gasolina, autos, secretarias, ayudantes y guaruras (policàas privados)! Asà, sà³lo existe esta nacià³n actual con no menos de 40 millones de mexicanos en miseria extrema y con una cúpula de alrededor de 40 familias superpoderosas.
Ahora tenemos la barbaridad de un secretario del trabajo, que no de los trabajadores, que apenas ayer era presidente de la organizacià³n empresarial más poderosa del paàs, que admite junto con el secretario de Hacienda que nadie puede vivir con 40 pesos diarios que fija el salario mànimo. Se equivocan, porque, los compañeros ñahñus aquà presentes, nuestros compañeros albañiles de Tultitlán y los Reyes, nuestros compañeros de Guerrero, vendedores de revistas usadas, la mitad de la Direccià³n Nacional de IDP, viven sin salario ni mànimo ni máximo, al dàa, sin prestaciones ni aguinaldo ni bono sexenal ni nada fijo, al dàa, dependiendo de su imaginacià³n para hacer trabajos variados y del importante apoyo solidario.
Han sido 500 años de explotacià³n donde los poseedores originales de la tierra, del agua y del aire han sido sistemática y legalmente despojados. Hoy, con las reformas constitucionales aceleradas por el gobierno de Salinas y la complicidad de diputados y senadores de casà todos los partidos polàticos con registro oficial, este despojo y la consiguiente reduccià³n de la nacià³n a los intereses de unos cuantos, ha sido legalizada.
IDP se esfuerza por construir una nacià³n nueva y justa a partir de sus colectivos de poder popular y de su relacià³n con organizaciones fraternas. La justicia nacional es de izquierda porque exige no sà³lo el reconocimiento de culturas diferentes sino tambià©n el derecho a gozar de los frutos de las tierras, aguas y recursos en proceso acelerado de privatizacià³n. Esto sà³lo podemos exigirlo a partir de los trabajadores del campo y la ciudad y del pueblo en lucha que nos exige cumplir con nuestro lema ¡por la patria, el poder popular!
Fox, la liquidacià³n del liberalismo mexicano
El cambio del PRI al PAN garantiza el continuismo econà³mico y polàtico dictado por el FMI y el Banco Mundial. PAN y PRI son dos caras de la misma moneda capitalsita-neoliberal. Ambos han sido aliados en cuestiones decisivas: el fraude electoral de 1988 y la posicià³n en contra del levantamiento zapatista, los dos partidos apoyaron los cambios a la constitucià³n salinista y la estafa del Fobaproa ( el Estado absorvià³ la deuda de la banca privada, cobrando por medio de la elevacià³n de impuestos, a todo el pueblo trabajador) . El presidente Vicente Fox, es un relevo de derecha del viejo PRI.
Esto explica que el soporte histà³rico y cultural del nuevo gobierno sea la institucià³n conservadora más antigua y poderosa de Mà©xico: la iglesia catà³lica. No fue gratuito que el presidente electo, antes de asumir sus funciones como mandatario de la nacià³n, haya ido misa a la basàlica de Guadalupe, comulgado y rezado públicamente, recibido un crucifijo de manos de su hija a la hora de tomar protesta presidencial (recuà©rdese que Mà©xico desde el movimiento liberal de la Reforma 1857-1867, separà³ los poderes del estado, de la iglesia, prohibiendo a à©sta participar en la vida polàtica), alterando los ritos republicanos marcados en la Constitucià³n. El águila del escudo nacional fue alterada de acuerdo a un diseño moderno, una escultura de San Miguel Arcángel, sustituyà³ una de Juárez en Monterrey. Los funcionarios panistas repudiaron la celebracià³n del dàa de la revolucià³n de 1910, pues dicen, que el movimiento armado dio como resultado el PRI, y que habiendo sido derrotado, ya no tiene caso guardarlo en la memoria de la historia patria.
Prioridad para el gobierno conservador será el embate de los programas de educacià³n, sustentados hasta hoy en una idea de nacià³n liberal y de comunidad nacional que no comparte el PAN en el poder. Benito Juárez, la revolucià³n mexicana, la expropiacià³n petrolera y la reforma agraria, referentes de la historia nacional, son rechazados por el ideario cultural del presidente Fox y sus amigos.
El pueblo tendrá que disputar nuevamente su historia, la definicià³n de nacià³n, el concepto de sociedad, que tiende a individualizarse y hacerse mercantil.
El pueblo no puede negociar sus raàces, su memoria histà³rica. Maestros, intelectuales y militantes de izquierda deben asumir la lucha ideolà³gica y cultural.
La batalla se da en un doble sentido: cràtica al liberalismo burguà©s y al neoliberalismo conservador. Habrá que romper con las concepciones que reducen la historia a individuos, a hà©roes asilados de las masas, propios del liberalismo capitalista.
Ser radical, ir a la raàz, rehacer nuestra memoria como clase trabajadora, organizada y en lucha, hilando un futuro donde la patria se sustente en el poder popular, es tarea urgente.
Lo constitucional
Entre las primeras amenazas de Fox está la de convocar a un constituyente para una nueva constitucià³n dentro de tres años. Recoge asà una propuesta de las organizaciones rebeldes luego retomada por partidos y organizaciones polàticas. En este juego de quitar banderas propio de la contrainsurgencia.
La necesidad de ajustar la Constitucià³n Polàtica a la globalizacià³n capitalista hizo que el gobierno de Salinas realizara alrededor de trescientas modificaciones constitucionales- Ellos trabajan consecuentes con sus intereses de privatizar todo, de anular los derechos de los trabajadores del campo y la ciudad, de facilitar las inversiones de sus socios extranjeros a quienes reglan territorio, agua y electricidad; de transformar los derechos de los ciudadanos en servicios que se compran y venden, de anular la educacià³n libre, gratuita y laica.
Todo esto exige recuperar el sentido de la Constitucià³n de 1917 como resultado de una cruenta revolucià³n que costà³ un millà³n de campesinos muertos. Pero desde entonces, desde la hoy manoseada Convencià³n de Aguascalientes ( a la que asistieron delegados de los ejà©rcitos populares: zapatistas y el general Francisco Villa, que lucharon en el movimiento revolucionario de 1910, y que fueron traicionados por el grupo de Constitucionalistas, representado por Venustiano Carranza) las tendencias populares de Villa, Zapata, Flores Magà³n fueron traicionadas por los discursos del carrancismo triunfante. De entonces es el uso popular del verbo “carrancear” como sinà³nimo de robar, uso probado por los años siguientes y hasta ahora. Que en la Cámara de Diputados està©n escritos con oro los nombres de nuestros hà©roes populares justo a los de Carranza, Calles y demás priàstas, es una prueba más del poder de corrupcià³n.
El espàritu del 17 exige por tanto hacer valer los intereses del pueblo en lucha. Para ello, los tiempos exigen evitar las làneas constitucionales de proteccià³n a la propiedad privada y de reduccià³n de los derechos ciudadanos y humanos al individualismo.
IDP quiere discutir los problemas constitucionales desde ahora para que cuando el gobierno integre un constituyente adecuado a sus intereses nosotros tengamos una voz y voto en el asunto. El asunto para nosotros es reivindicar las formas de apropiacià³n colectiva y comunitaria y con ellas, el reconocimiento de los derechos ciudadanos como derechos no sà³lo de los individuos sino de sus organizaciones como la nuestra, tan urgidas de informacià³n verdadera de lo que pasa con nuestros hermanos proletarios de todo el mundo con los que necesitamos construir un orden legal justo. Para ello, nada mejor que constituirnos como un insobornable polo legal de atraccià³n de izquierda por el socialismo, esfuerzo que ya estamos desarrollando en IDP.
Para que esto sea legal, necesitamos impedir las reducciones a la libertad de reunià³n, de organizacià³n, de expresià³n, de audiencia con los gobernantes, de trabajo comunitario y cooperativo, de derecho histà³rico al territorio y a sus frutos, de educacià³n gratuita y laica, de salud pública y plena, de validez de las formas de consulta popular, todo en fin, lo que el gobierno actual como parte del rà©gimen de la globalizacià³n reduce a su mànima expresià³n.
Un experto de la Organizacià³n Mundial de la Salud, filial del Banco Mundial, un expresidente de la COPARMEX ( organismo de banqueros e industriales de derecha) y un equipo de exempleados de la golobalizacià³n transnacional, organizan la muerte práctica y constitucional de los derechos conquistados por el pueblo en lucha. Seguirá a esto la legalizacià³n de la injusticia con la complicidad de quienes no son oposicià³n real, sino quieren participara de los beneficios para probar que la globalizacià³n no es ni tan mala ni tan fea. Por esto, por la propuesta en marcha de que el ejà©rcito mexicano se sume a las fuerzas transnacionales para masacrar pueblos hermanos, IDP `proclama el poder popular de izquierda como única posibilidad que hay que hacer valer constitucionalmente. ¡Por la patria, el poder popular!
Elecciones y democracia
Cuando discutàamos sobre la necesidad de conformarnos como Izquierda Democrática Popular, tuvimos que bosquejar cuál era nuestra posicià³n sobre la lucha parlamentaria y quà© relacià³n guardaban los procesos electorales con la democracia. La primera respuesta que consensamos fue que la lucha parlamentaria efectivamente es una importante forma de lucha polàtica y que no deslindábamos de ella, pero que de ninguna manera sujetaràamos la consolidacià³n interna de la organizacià³n y el desarrollo polàtico de nuestra militancia, como premisas esenciales para construir el poder popular, al dominio de los tiempos electorales del Estado.
La cràtica a los procedimientos electorales es necesaria porque condensa una nocià³n de democracia que privilegia los procesos electorales, nulificando cualquier otra forma de participacià³n colectiva en la toma de decisiones que afecta a la sociedad o para la eleccià³n de representantes legàtimos. Además es la democracia más cara porque concentra grandes cantidades de recursos financieros en el Instituto Federal Electoral y sus similares locales, constituyendo en tà©rminos generales en un instrumento de alienacià³n de organizaciones y partidos polàticos, que sà³lo puede superarse si en realidad, sin titubeos, sin temores, construimos el poder popular, obedeciendo siempre, cumpliendo siempre, las decisiones asi unidos por las diferentes colectividades.
En el terreno econà³mico, a diferencia de todos los que hoy contienden en la lucha electoral, quienes no cuentan con un planteamiento econà³mico preciso y concreto frente a la globalizacià³n y su instrumentacià³n neoliberal. Izquierda Democrática Popular propone el prioridad la propiedad social, colectiva y cooperativa por encima de las facilidades a la privatizacià³n, a la desregularizacià³n en beneficio de los consorcios transnacionales que produce la polarizacià³n de los antagonismos de clase, la concentracià³n de capitales en unas cuantas manos y la generalizacià³n de la pobreza extrema. Basta recordar, que sà³lo en nuestro paàs existen 40 millones de mexicanos pobres y 20 millones más en extrema pobreza.
Por ello, al proclamar la necesidad de un nuevo constituyente y una nueva constitucià³n pensamos en la necesidad estratà©gica de ir construyendo en cada rincà³n de nuestra patria el poder popular que sea el cimiento de una correlacià³n de fuerzas favorables a los intereses de la clase obrara, a los campesinos, a los indàgenas, a los subempleados, a los niños que hoy mueren por desnutricià³n, a los jà³venes que abren la puerta falsa de las drogas y el divisionismo y, a las mujeres y hombres que se plantean el ideal de construir una nueva nacià³n.
Chiapas y Mà©xico
Sin duda, la irrupcià³n del Ejà©rcito Zapatista de Liberacià³n Nacional en 1994 en Chiapas, trastocà³ la aparente paz mexicana y afloraron con crudeza las condiciones de sobrevivencia en la que agonizan millones de compatriotas marginados que constituyen el tejido social subterráneo y vergonzoso para los aproximadamente 10 millones de indàgenas mexicanos.
La falta de escuelas, de hospitales, de agua potable, de luz elà©ctrica, el pago de un peso sesenta centavos por kilo de cafà© a los productores, la militarizacià³n de las zonas, la proliferacià³n de guardias blancas, y, sobre todo la resistencia con dignidad, son condiciones que se viven no sà³lo en Chiapas sino tambià©n en Oaxaca, Guerrero, Puebla, Morelos, Hidalgo, Veracruz y otras partes de la República mexicana.
El surguimiento de diversas organizaciones insurgentes, como el EPR, ERPI, FARP, EVLN, EPR-TDR, ELN. entre otras, es consecuencia là³gica de la inexistencia de un Estado de derecho, de la ruptura del orden constitucional, de la violencia del Estado, de las miserables condiciones de vida de tantos mexicanos. El saldo actual en tà©rminos de represià³n polàtica hacia luchadores sociales y sectores de oposicià³n sà³lo en los últimos cinco años abarca los genocidio perpetrados en las masacres de Acteal, Aguas Blancas, El Bosque y El Charco, los más de 200 prisioneros y prisioneras por motivos polàticos, la implementacià³n de la Guerra de Baja Intensidad en todo el territorio nacional, las modificaciones a la Constitucià³n Mexicana que se traducen en fuertes golpes a los trabajadores, al sindicalismo, a los campesinos, a las comunidades indàgenas y a la poblacià³n en general con la restriccià³n de las garantàas individuales.
Por eso hoy, que el Ejà©rcito Zapatista de Liberacià³n Nacional decidià³ que parte de su comandancia general se traslade a la ciudad de Mà©xico con el objetivo de avanzar en la construccià³n de una paz digna y justa, Izquierda Democrática Popular se suma a la exigencia de que se cumplan las tres condiciones planteadas por los compañeros zapatistas para realizar su traslado: la desmilitarizacià³n de la zona, la liberacià³n de los presos polàticos y la instrumentacià³n para que sea aprobada la Ley COCOPA (organismo formado por miembros de todos los partidos polàticos registarados, que surguià³ para crear las condiciones del diálogo y negociacià³n entre el EZLN y el Estado) sobre derechos indàgenas.
El pueblo de Mà©xico es un pueblo pluricultural, reconocernos asà es muestra de civilidad y respeto. El desarrollo de las diferentes culturas debe tener su cause y nosotros deberàamos de aprender de las costumbres comunitarias de los pueblos indàgenas, mas que de las ideas egoàstas e individualistas e occidente.
Izquierda Democrática Popular seguirá luchando por el ejercicio del poder popular y seguirá enarbolando las consignas de ¡Presos polàticos libertad! ¡desaparecidos presentacià³n!
Insistimos en que la responsabilidad de todos aquà©llas y aquà©llos que deseamos cambios radicales en este Mà©xico herido y convulso, debe ser el que empujemos con decisià³n y valentàa generemos las condiciones para que en un futuro ningún mexicano se vea obligado a empuñar una arma para hacer justicia o vivir con dignidad.
Contra la globalizacià³n, el internacionalismo
Si los gobernantes de los Estados Unidos son capaces de aliarse con las grandes potencias y declaran la guerra a cualquier pueblo en el mundo, ¿por quà© nos podemos hacerlo nosotros, quienes no perderàamos nada más que nuestras cadenas?
En los veinte años de haberse instaurado el llamado “Nuevo Orden Mundial” bajo el domino del imperialismo norteamericano, han muerto en el mundo un millà³n y medio de personas, ya sea por genocidio, hambre, guerras, dictaduras o destruccià³n.
El resultado de la globalizacià³n capitalista es que 89 paàses con economàas dependientes se encuentran en peores condiciones que hace 25 años. 600 millones de seres humanos no tienen techo, 65% de la poblacià³n mundial jamás ha marcado un telà©fono y 40% de ella no tiene luz elà©ctrica.
El “Nuevo Orden Mundial” cuenta con brazos armados como la OTAN y los Cascos Azules de la ONU, que traicionando sus principios de salvaguardar la paz entre los paàses, han entrado en el siniestro juego de la guerra como un negocio que deja substanciales ganancias a los imperialistas y en donde los pueblos ponen a los heridos y a los muertos.
Es doloroso que múltiples migraciones de miserables en busca de trabajos dignos, se topen con fronteras militarizadas, con tratos degradantes, y muchos otros se encuentren con la muerte.
Es indignante que a nivel mundial se violenten los derechos polàticos generalizándose la persecucià³n contra luchadores revolucionarios. Ha bastado una sospecha o una exhortacià³n vàa telefà³nica, para que los diversos gobernantes mexicanos hayan extradictado a compañeros vascos y argentinos nulificando el derecho de Asilo Polàtico y de Amparo. Sin embrago, genocidas de la talla de Agusto Pinochet o de Miguel Íngel Cavallo, son defendidos por bufetes de abogados que en complicidad con las estructuras de estado encuentran formas aparentemente legales para evitar la justicia e impunidad que reclaman sus pueblos.
¿Por quà© si ellos violan la soberanàa de cualquier territorio del mundo para imponer su organizacià³n de muerte, no podemos nosotros ensanchar el horizonte de nuestra liberacià³n, uniendo nuestras demandas de democracia popular con cualquier pueblo que luche en contra del imperialismo?
Ya sucedià³ en Seattle, en Praga, en Davos. Es un deber que las banderas y principios antiimperialistas sean premisas del poder popular.
Recordemos a unos de los hombres más valiosos del siglo XX, el comandante Che Guevara, quien decàa que el revolucionario es capaz de luchar en cualquier paàs del mundo en contra del enemigo de la humanidad.
Crisis de la izquierda y necesidad de un polo de la izquierda revolucionaria
Ante los resultados de las elecciones del 2 de julio ante las medidas conservadoras anunciadas por el gobierno foxista, quienes no creemos en el fin de las ideologàas, estamos obligados a construir una alternativa de izquierda en Mà©xico que aglutine a las diferentes polàticas de oposicià³n.
Tenemos que reconocer que en Mà©xico hemos sido incapaces de estructurar una organizacià³n `polàtica que se gane la confianza de los mexicanos. La izquierda mexicana arrastra consigo viejos vicios que no hemos desechado, vicios como el sectarismo, la inmadurez, el espontaneàsmo, la intolerancia, el protagonismo, y la mezquindad de luchar por un poder que aún no hemos construido y que además, nos era propiedad privada de tribus o grupos con un discurso de izquierda.
Los que conformamos la izquierda mexicana hoy, debemos reconocernos a nosotros mismos como orgánicamente dà©biles, con una inmensa base social que indignada espera que nos pongamos de acuerdo para luchar juntos, con objetivos claros a corto, mediano y largo plazo. Esa base social exige que junto con ella definamos las tareas estratà©gicas que nos permitirán ir trasformando nuestras vidas, conquistar espacios polàticos, aminorar el costo social que conlleva la confrontacià³n de intereses de clase.
Izquierda Democrática Popular llama a todas las organizaciones aquà presentes a proponernos la conformacià³n de este polo de izquierda que aporte contundentemente a las transformaciones radicales tan necesarias en nuestro paàs. Por ello consideramos más urgente que nunca construir el poder popular que se expresa no sà³lo en el ejercicio de la voluntad del pueblo, sino que se expresa en la realizacià³n de economàas alternativas, de comercio justo, de salarios suficientes, de una equitativa distribucià³n de la riqueza.
Colectivo de Direccià³n Nacional
Mà©xico, Distrito Federal; a 4 de febrero de 2001