Mario Rivera Ortiz, Mà©xico, 5 de junio 2001
Su matriz universal
El 28 de mayo prà³ximo pasado hizo 40 años que el abogado Peters Benerson, especialista en procesos polàticos internacionales, fundà³ la organizacià³n filantrà³pica Amnistàa Internacional (AI), cuya actividad se enfocà³ a la defensa de los derechos humanos y contra la pena de muerte, las torturas, las desapariciones, los procesos injustos y en especial para demandar la libertad de los presos de conciencia. Afirma AI que desde su fundacià³n ha participado en 45,000 casos de ese tipo y ha respondido a 17,000 llamadas urgentes de personas en peligro. En ocasià³n de dicho aniversario de AI Jonathan Power dijo que esta organizacià³n debe jugar un papel más importante en los consejos de administracià³n de empresas multinacionales para lograr que los ejecutivos de alto nivel adopten los principios de los derechos humanos y, en su informe anual correspondiente a 2001 AI, además de denunciar la violacià³n de los derechos humanos en 149 paàses y territorios, incluidas algunas de las últimas acciones criminales de los Estados Unidos contra la poblacià³n civil de Irak, hizo tambià©n una severa cràtica a “la globalizacià³n” econà³mica por sus efectos “nefastos” para la mayoràa de los seres humanos; planteà³, asà mismo, por primera vez en su historia, que los gobiernos deben velar por la proteccià³n de los trabajadores, demostrando con ello su misià³n preventiva de clase. Por todo lo anterior la actividad de AI ha merecido el reconocimiento de varias organizaciones internacionales y en 1977 recibià³ el Premio Nobel de la Paz.
Vista asà la historia de AI podràa calificase de noble y humana, sin embargo, si se examina más cuidadosamente su cuaderno de bitácora se comprobará que no es la organizacià³n imparcial que pretende hacernos creer que ha sido. Y esto es natural, pues se trata de una institucià³n propiedad de los más poderosos paàses capitalistas europeos y auspiciada por los altos càrculos de la socialdemocracia de este continente. La historia de esta organizacià³n no es el tema fundamental de este escrito y por ello no entramos en mayores detalles sobre este último punto, pero estamos seguros que en un balance objetivo de su quehacer podràa demostrarse fácilmente que sus gestiones se han dirigido preponderantemente a criticar aquellos gobiernos que resisten de alguna manera las múltiples presiones econà³mico-polàticas de las grandes potencias industriales, al mismo tiempo que soslaya o minimiza la mayoràa de los cràmenes de lesa humanidad consumados por dichas potencias.
Sobre este particular la presidenta de la oficial Comisià³n Nacional de Derechos Humanos (CND) de Mà©xico, Mireilli Roccatti, en respuesta a una fuerte cràtica que Amnistàa Internacional hizo a la organizacià³n que ella preside, declarà³ a la prensa que “algunos organismos no gubernamentales a nivel internacional esconden intereses mezquinos tras la defensa de los derechos humanos y se convierten en instrumentos de intervencionismo sofisticado en paàses del Tercer Mundo” (La Jornada 08.02.97)
Decàamos que AI no es el tema; pero, por lo que viene a cuento, es porque se trata de la matriz universal y la nodriza moral de toda una generacià³n de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que aparecieron y se multiplicaron en los paàses subdesarrollados hace varias dà©cadas. En 1997 habàa 2,500 de estas ONG acreditadas en la ONU y ahora, en el 2001, existen unas 100,000. En Mà©xico, para esta última fecha, se reconocen 15,000. A partir de entonces las ONG se han convertido en un jugoso y prà³spero negocio administrado por damas y caballeros “voluntarios” que manejan cuantiosos medios y recursos de todo tipo de procedencia nacional y extranjera.
Las ONG más conocidas actualmente son las organizaciones “humanitarias” que intervienen en los conflictos sociales aunque existen otras, ya sea con un proyecto de “educacià³n alternativa” o bien formando parte de una “red sanitaria de base”;
Sus tareas concretas
La aparicià³n masiva de ONG se ha llegado a calificar por sus promotores cràpticos como uno de los fenà³menos sociolà³gicos más relevantes del fin de siglo y se le ha pretendido explicar como la “renovacià³n del espàritu de lucha” de la sociedad civil. Nada más falso, en realidad; las ONG sà³lo son una de tantas formas de expresià³n polàtica de la globalizacià³n del capital y el apellido de “No Gubernamentales” es absolutamente impropio porque casi todas ellas viven de los fondos públicos y de las empresas transnacionales privadas. Su subsidio global asciende aproximadamente a …10,000 millones de dà³lares según opinià³n del socià³logo norteamericano James Petras.
En cuanto a la estructura y composicià³n de las ONG hay que decir que en la realidad no corresponden a la imagen que se ha difundido de ellas: organizaciones de masas naturales y espontáneas de la sociedad civil. De ninguna manera, habitualmente son pequeños grupos de personas de la mesocracia urbana, creados desde arriba, dirigidos por uno o dos ex luchadores sociales, que venden bien cara su poca o mucha experiencia polàtica. Su aparente vigor social deriva del dinero que les permiten disponer de amplios espacios en los medios de comunicacià³n y jinetear los movimientos populares. En cuanto a su capacidad de convocatoria no se les puede sobreestimar, pero seràa un error despreciar su capacidad de manipulacià³n , pues en las ciudades del Tercer Mundo de hoy en dàa, más que nunca hay muchos mercenarios potenciales dispuestos a todo, desde votar por “X” o “Z” candidato a lo que sea, hasta salir a la calle con alguna pancarta para que sus fans les tomen la foto.
Y entonces ¿cuáles son las verdaderas tareas polàticas de las ONG, particularmente en Mà©xico?: En tà©rminos generales promover una “oposicià³n democrática” y “humanitaria” cuya fuerza demagà³gica pueda arrastrar a las masas populares en una direccià³n predeterminada. Bien dijo Carlos Fazio que “El imperio de los derechos humanos es un truco publicitario for export del canciller Jorge Castañeda y de su embajadora especial Mariclaire Acosta (La Jornada 27.05.01.) Ya en tà©rminos más concretos el trabajo de las ONG es manipular los procesos electorales y movimientos populares espontáneos; encubrir y paliar los efectos de la desinversià³n del Estado en los servicios de salud, seguridad social y educacià³n y su trasferencia al sector privado; atenuar las consecuencias genocidas de los programas de ajuste impuestos por el FMI y el Banco Mundial; corromper y cooptar a los ex luchadores sociales; destruir o sustituir los partidos polàticos, los sindicatos y las organizaciones sociales más combativas.
Luego tambià©n suelen promover la formacià³n de inútiles “comisiones de la verdad” o bien, mascaradas de juicios contra algunos genocidas reconocidos, que terminan en nada. Eso sà, todas, repetimos, siguiendo el modelo y la peculiar experiencia de AI.
En cuanto a la esencia polàtica de su quehacer práctico James Petras, en un artàculo publicado recientemente titulado “Las dos caras de las ONG”, afirma que estos agrupamientos se convirtieron en el rostro “comunitario” del neoliberalismo y se relacionaron àntimamente con los de arriba. En lugar de dar educacià³n polàtica sobre la naturaleza del imperialismo y sobre las bases clasistas del neoliberalismo, las ONG discuten sobre “los excluidos”, “los indefensos”, y la “extrema pobreza”, sin jamás pasar de sus sàntomas superficiales al análisis del sistema social que produce estas condiciones. Ocultan su conformidad hacia las estructuras nacionales e internacionales del poder. Los funcionarios de las ONG proporcionan la retà³rica “populista” en torno a la sociedad civil que legitima la polàtica del libre mercado. A cambio, nombramientos como funcionarios gubernamentales satisfacen sus ambiciones de movilidad y ascenso social (La Jornada, diciembre del año 2000)
Su largo y suculento cordà³n umbilical
Por algún tiempo las sospechas acerca del origen de sus fondos se basaban sà³lo en datos dispersos que llegaban desde Polonia, Checoslovaquia, Cuba y algunos paàses africanos, pero ahora en Mà©xico se conocen perfectamente los lazos que unen a las ONG con sus matrices extranjeras a partir la polà©mica que se librà³ en las páginas de La Jornada (junio de 1997-mayo de 2001) entre dirigentes de Alianza Càvica (AC), la Academia Mexicana de Derechos Humanos (AMDH), la Comisià³n Mexicana para la Defensa y Promocià³n de los Derechos Humanos (CMDPDH) y Primitivo Rodràguez Oceguera, un personaje de la polàtica mexicana que al parecer conoce muy bien todos estos enjuagues. En el curso de esta polà©mica Rodràguez Oceguera demostrà³ con documentos fehacientes la dependencia econà³mica de 20 organizaciones sociales mexicanas con la agencia del gobierno de los Estados Unidos, llamada Fundacià³n para la Democracia (NED por sus siglas en inglà©s). Según la tabla de datos publicada por Primitivo Rodràguez Oceguera en (La Jornada 13 de mayo de 2001), el financiamiento otorgado por la NED privilegià³ a Alianza Càvica con 1.137, 174 dà³lares de manera directa, más otras partidas concedidas indirectamente a travà©s de sus agencias en otros paàses, despuà©s de 1984. En condiciones similares están la Comisià³n Mexicana de Defensa y Promocià³n de Derechos Humanos, el Frente Càvico Potosino, el Movimiento Ciudadano por la Democracia y las demás agrupaciones incluidas en la tabla mencionada.
En la susodicha polà©mica se ha reconocido, incluso por algunos miembros de las ONG mencionadas arriba, que la NED es la fachada que le dio el gobierno de Ronald Reagan a uno de sus instrumentos ingerencistas destinado a perturbar la vida interna de Estados supuestamente soberanos, por ello es de especial importancia las denuncias que sobre este asunto se han hecho en Mà©xico. Las ONG ya no se limitan a manipular los procesos electorales y a trabar la lucha de clases, sino incluso, según ha dado a conocer el propio Rodràguez Oseguera, a financiar con fines inconfesables, manifestaciones de masas, entre ellas algunas encabezadas por el Ejà©rcito Zapatista de Liberacià³n Nacional (EZLN), como fue la consulta ciudadana organizada por este agrupamiento indàgena en 1995 (La Jornada, 06.05.01.) .
¿Hasta quà© punto y con quà© fines las ONG han apoyado econà³micamente algunas acciones civiles y de propaganda del EZLN? No lo sabemos, pero dados sus nexos comprobados con el gobierno de los EU no puede descartarse su interà©s en fomentar las autonomàas indàgenas y finalmente la balcanizacià³n del paàs. Por lo demás esta diversificacià³n de tareas que vienen desarrollando las ONG develan en parte el misterio de la “habilidad mediática” que Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, atribuye al subcomandante Marcos. Sobre este particular habràa que recordar el asombro de la diputada francesa Pascale Girard, ante el apoyo multitudinario que el zapatour recibià³ hace algunos meses. Ella llegà³ a decir, incluso, que le parecàa “sospechoso”. (La Jornada, 08.03.01.).
Decàamos pues, que es necesario que se conozcan en todo el mundo las imputaciones mencionadas porque es una buena muestra de la estrategia ingerencista del gran capital, particularmente norteamericano, en los paàses del Tercer Mundo, incluso dentro de los movimientos aparentemente más limpios. Por otra parte la veracidad de tal denuncia está fuera de duda ya que las partes involucradas en este affaire –el gobierno de los Estados Unidos y las organizaciones aludidas- han respondido con la cànica aceptacià³n de los hechos imputados o con el silencio. Ejemplo de la primera forma de respuesta la dieron altos funcionarios estadounidenses al declarar a La Jornada (15.04.97.) y al Dallas Morning News (27.04.97.), que el financiamiento directo e indirecto a las ONG continuaràa a pesar de la polà©mica que generaba en Mà©xico. Y en cuanto a la segunda forma de respuesta, el silencio, tenemos el ejemplo de la mayoràa de las organizaciones sociales acusadas públicamente y sus más conspicuos dirigentes: Mariclaire Acosta (actual embajadora “especial” del gobierno de FOX), Sergio Aguayo y Rogelio Gà³mez Hermosillo.
Algunos dirigentes de tales agrupamientos al verse pillados en sus enjuagues antinacionales, sà³lo han atinado a decir que aceptaron el patrocinio de la NED porque dizque “la defensa de la democracia y de los derechos humanos no reconocen fronteras” y porque la fundacià³n no pone condiciones para entregarles sus generosas mesadas. En otras palabras, que lo que ellos están haciendo se debe a que ellos concuerdan plenamente con los criterios del Departamento de Estado. Esta confesià³n de parte, sà³lo ha despertado en el pueblo mexicano una sorda e inconmensurable sensacià³n de repugnancia, porque el trabajo de las ONG nada tiene que ver con la defensa de los derechos humanos de ninguna parte, pues es sabido que la NED asigna a sus asalariados las tareas que deben cubrir, en estrecha consulta con el Departamento de Estado y las embajadas, y que, por supuesto, no incluye ninguna cràtica a los atropellos genocidas que cotidianamente cometen sus patrones, dentro y fuera de su territorio.
Pero las ONG mencionadas y otras no sà³lo han recibido dinero de EU y Europa Occidental, tambià©n han disfrutado de un vigoroso apoyo proveniente de todos los medios de comunicacià³n, incluso los más liberales como La Jornada, que sin ningún làmite les han brindado cotidianamente amplios espacios, los mismos que niegan o regatean, a los individuos y grupos que genuinamente actúan en la oposicià³n polàtica democrática y socialista.
Sus perspectivas
Aceptamos que la denuncia de Primitivo Rodràguez Oceguera y otras personas es un acto de valor càvico poco común en nuestro tiempo y lugar, un acto que incrementa la experiencia y la informacià³n polàtica del pueblo mexicano; pero es necesario discrepar con à©l cuando propone luchar por reformar a las ONG mediante un “cà³digo de à©tica y transparencia”. Nos parece que esta no es la solucià³n ¿Quà© anti-à©tica diferente a la que practican podràan adoptar estas agrupaciones? ¿Quà© más transparencia de la que les han dado las confesiones de sus propios promotores y miembros? Ante el descrà©dito de las ONG, algunos de sus dirigentes han optado, paradà³jicamente, por fusionar y metamorfosear sus grupúsculos en partidos polàticos sin programa ni ideologàa (¿…?) para asà disfrutar del subsidio estatal que la ley otorga a los institutos polàticos y, por supuesto, para mudar de piel. .
Las ONG tambià©n están promoviendo el nombramiento de un relator especial de la ONU para Mà©xico en materia de derechos humanos con el fin de potenciar mutuamente su actividades ingerencistas al servicio de terceros.
Rodràguez Oceguera en carta publicada por La Jornada (23.05.01.) propone a Mariclaire Acosta, Rogelio Gà³mez Hermosillo y Sergio Aguayo, un debate público sobre sus reiteradas acusaciones contra Alianza Càvica y otras ONG “ligadas al sistema de inteligencia estadounidense”. No creemos que los acusados osen presentarse ante ningún foro público aquà en Mà©xico, quizá lo hagan en Praga o en Varsovia; pero bueno, ojalá hubiese esa oportunidad para que escucharan la opinià³n que la gente tiene sobre ellos. La única perspectiva para las ONG, incluso las que aparentemente son “independientes”, es su desaparicià³n total y definitiva. Los trabajadores y el pueblo mexicano, terminarán por orientarse a formar y reforzar sus propios partidos polàticos de clase, sus organizaciones sindicales, campesinas y estudiantiles, para, desde ahà defender todos sus derechos y alcanzar una nueva sociedad socialista.
Mario Rivera Ortiz
Càrculo de Estudios “26 de Julio Opina”