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Ecuador 2000 – 2002: Dos caminos al poder

4. December 2002

Análisis del Campo Antiimperialista

Lucio Gutià©rrez elegido nuevo presidente de uno de los paà­ses mas pobres de Sudamà©rica

El 21 de enero 2000 el mundo conocà­a por primera vez al coronel Lucio Gutià©rrez cuando encabezà³ junto al ex presidente de la CONAIE Antonio Vargas y al presidente de la Corte Suprema Carlos Solà³rzano una Junta de Salvacià³n Nacional. La Junta llegà³ al gobierno con la caà­da del desacreditado presidente Jamil Mahuad que fue derrocado por un amplio levantamiento popular al cual se unià³ una corriente de militares nacionalistas alrededor de Gutià©rrez, contra la polà­tica de dolarizacià³n, alza de precios y corrupcià³n. Los EE.UU. no vacilaron de amenazar esta Junta con consecuencias graves hasta la intervencià³n directa para restablecer la “legalidad”.
El 24 de Noviembre del 2002 Lucio Gutià©rrez es elegido mayoritariamente presidente de la república encabezando una alianza de su organizacià³n Sociedad Patrià³tica 21 y el partido indà­gena Pachakutik, apoyado por la mayorà­a de la izquierda revolucionaria y del movimiento popular, entre ellos el MPD (Movimiento Popular Democrático), las organizaciones de la Unidad Popular (con el poderoso sindicato de maestros UNE) y el PCMLE (Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador) asà­ como el Partido Socialista-Frente Amplio. En segunda vuelta tambià©n los siniestros populistas del Partido Rodolsista del ex presidente Bucaram, derrocado por un levantamiento popular en 1997, llamaron a votar para Gutià©rrez que finalmente ganà³ con el 54,4 % de los votos. (El candidato de la oligarquà­a, Ílvaro Noboa, empresario mas rico del paà­s, fue derrotado con 45,6 % de los votos; la abstencià³n alcanzaba el 28,9 % y los votos nulos y blancos 11,9 %). La embajadora de EE.UU., Kristie Kenney, felicità³ al nuevo presidente e insistà­a en la importancia de la gobernabilidad del paà­s y la continuidad de la apertura econà³mica para las inversiones extranjeras.
Enero 2000 – noviembre 2002: el mismo protagonista, las mismas fuerzas sociales que lo llevan al poder, pero dos dinámicas distintas con nuevas posibilidades y retos para las fuerzas antiimperialistas y revolucionarias del Ecuador.
Ecuador es entre los perdedores dramáticos del liberalismo y la apertura de mercados con ocho millones de pobres en una poblacià³n de unos doce millones de habitantes. La forzada estabilidad monetaria con la dolarizacià³n ha llevado, a parte de la perdida de la soberanà­a financiera y con esto de una parte fundamental de la soberanà­a polà­tica econà³mica, a una crisis aguda del sector productivo nacional, de la pequeña y mediana empresa y agricultura. El dà©ficit del balance de pagos ha crecido entre el 2000 y 2001 por casi dos mil millones de dà³lares (2000: + 974 mil millones de USD, 2001: – 982 mil millones de USD; fuente: Banco Mundial), la deuda externa de unos 11 mil millones de dà³lares no sà³lo significa una salida drástica de devisas, sino tambià©n implica la obligacià³n permanente a la aplicacià³n de los programas de austeridad asà³ciales del FMI, como la alza de precios para los servicios básicos, despidos y recortes de salario masivos en el sector público. Las ganancias del sector petrolero (2001 alrededor de 40 % de los ingresos de exportacià³n) todavà­a son el sostà©n inseguro y precario para prevenir la escalada del dà©ficit del balance de pagos y un colapso econà³mico a lo argentino.
Como Estado-Nacià³n Ecuador no ha vencido las divisiones coloniales y pos-coloniales entre la Sierra con su centro administrativo de la capital Quito y la Costa con su metrà³polis financiera y econà³mica Guayaquil. La oligarquà­a econà³mica y polà­tica antinacional ha utilizado y promovido esta divisià³n a favor de sus aspiraciones de poder, el clientelismo regional siempre ha constituido un factor de inestabilidad en la misma pugna à­nter oligárquica. Pero esta divisià³n tambià©n se ha expresado en una desigualdad de desarrollo y de fuerza del movimiento popular que difà­cilmente será vencida a corto plazo y en los marcos de la institucionalidad capitalista, a pesar de posibles esfuerzos de un nuevo gobierno progresista. (Gutià©rrez ganà³ en todas las provincias de la Sierra y de la Amazonà­a, mientras que Noboa tenà­a mayorà­a en las provincias de la Costa.).
En este cuadro y con una mayorà­a parlamentaria de los partidos tradicionales de la oligarquà­a, el gobierno de Lucio Gutià©rrez se enfrenta a dos alternativas: o una ruptura radical, difà­cil y arriesgada, con el establecimiento y sus estructuras econà³micas e institucionales y la dependencia y penetracià³n imperialista, o la búsqueda pragmática de una mera administracià³n mejor y mas equilibrada de un sistema de capitalismo perifà©rico con toda su inestabilidad orgánica, que ha llevado al fracaso miserable de todos los gobiernos en los últimos años.
Cuales serà­an los retos principales para un proyecto alternativo de gobierno popular (que según Virgilio Hernández, del burà³ polà­tico del presidente electo, de hecho no es el objetivo expreso de Gutià©rrez, pues se trata de un gobierno de unidad, desarrollo nacional y và­nculos con diversos sectores productivos y sociales) con una perspectiva antiimperialista? La dolarizacià³n, la deuda externa, la injerencia de los EE.UU. en la regià³n con la base militar de Manta, el Plan Colombia y el ALCA, asà­ como una renovacià³n profunda de las estructuras estatales a travà©s de una asamblea constituyente que posibilite una trasferencia efectiva de poder al pueblo y un reordenamiento econà³mico.
Que posiciones ha tomado Lucio Gutià©rrez en su plataforma y campaña electorales frente a estos problemas? La dolarizacià³n será mantenida, a pesar de reconocer sus efectos negativos para la competencia de la produccià³n nacional, para fortalecerla con reformas tributarias. Las polà­ticas arancelarias serán diseñadas según los acuerdos con la OMC (el perià³dico ecuatoriano el Comercio, en su resumen del programa presidencial, incluso habla de la eliminacià³n de los aranceles para productos de materia prima) y se promocionará una ley antimonopolio como medida para evitar dependencias unilaterales (un objetivo que la misma embajadora Kenney subrayaba en su discurso a los empresarios ecuatorianos el 27 de noviembre). La deuda externa del Estado será reconocida y sà³lo se tratará de renegociarla según la capacidad de pago real del paà­s para reducir sus altos costos sociales y econà³micos. La visita inmediata de Gutià©rrez junto al actual presidente Noboa el 26 de noviembre a sà³lo dos dà­as de su eleccià³n a los representantes del FMI en el paà­s para garantizar el pago de la deuda externa y continuar la negociacià³n de un nuevo crà©dito stand by de 240 millones de dà³lares – que no fue acorado hasta el momento por las drásticas imposiciones de austeridad que contempla – señalaba una vez mas quien es el verdadero soberano en el paà­s. En su polà­tica exterior Gutià©rrez se opone al Plan Colombia y promoverá una polà­tica de paz, con Ecuador como posible parte de un grupo de mediadores si el gobierno colombiano asà­ lo desea. Se respetará el acuerdo de utilizacià³n de la base aà©rea de Manta, pero exclusivamente para el control del narcotráfico y no se permitirá su uso para cualquier otra finalidad. La opcià³n de la unidad latinoamericana constituye un elemento central en el pensamiento de Gutià©rrez, formado en la tradicià³n “bolivariana” de ciertos sectores nacionalistas en algunas fuerzas militares latinoamericanas. Sin embargo hay dudas si efectivamente se impulsará una alianza polà­tico-econà³mica “latinoamericanista” y si asà­ sea que esta será concebida como alternativa o incluso ruptura con el dominio estadounidense. (En lo inmediato indudablemente un polà­tica a favor de una alianza antiimperialista de las fuerzas opositoras revolucionarias de la regià³n y del continente serà­a un proyecto prioritario desde una perspectiva “bolivariana”.) En su programa electora Gutià©rrez habla de llevar a cabo un reordenamiento jurà­dico del Estado mediante una Asamblea Constituyente representada por todos los sectores sociales y econà³micos del paà­s. Sin embargo las declaraciones pos-electorales mas bien plantean el concepto de gobernabilidad cuyo espà­ritu es la estabilidad y la continuidad institucional en vez de su reordenamiento y transformacià³n. Queda la creacià³n de un “cuarto poder” para que cumpla el rol de control, rendicià³n de cuentas, auditoria y fiscalizacià³n de la administracià³n pública que constituye un elemento clave en el eje fundamental de la campaña electoral y la identidad polà­tica de Gutià©rrez que es la lucha contra la corrupcià³n. (Todas las informaciones tomadas de la página Internet de la campaña electoral de Lucio Gutià©rrez.)
El concepto de Gutià©rrez se puede resumir en la idea de “depuracià³n de la nacià³n para articular su interà©s general y natural”. Parte de un supuesto interà©s común de la nacià³n que puede unir sus diferentes sectores y clases, todas las personas “sinceras”, en un proyecto unitario y “justo” con el fin de una nacià³n unida y fuerte. La crisis y pobreza de la nacià³n, según este pensamiento, se debe a los corruptos y los egoà­stas cuyo comportamiento mas bien es entendido como traicià³n o desviacià³n individual de los objetivos nacionales naturales y no como expresià³n de la dependencia imperialista y los intereses de clase oligárquicos y capitalistas compradoras. El gobierno por lo tanto tiene el propà³sito de unir las fuerzas “sanas” de la nacià³n, castigar a los corruptos, perseguir a los criminales, aumentar la eficacia de la economà­a (con la competencia de economà­a de mercado, equilibrado por el Estado, y contrapuesto al carácter rapaz de las clase capitalista compradora) y por fin fundamentar la unidad nacional con una distribucià³n mas equitativa de la riqueza con instrumentos presupuestarios. Este proyecto polà­tico se apoya en las ideas tradicionales del populismo militar de izquierda latinoamericano: paternalismo salvador, integridad y sacrificio personal como motor del progreso y la liberacià³n y equilibrio nacional para unir y fortalecer la patria contra sus enemigos, tanto los corruptos como los radicales que la dividen y la debilitan.
El subdesarrollo y sus consecuencias naturales que son la corrupcià³n, la ineficacia y el desequilibrio econà³mico, la incapacidad de clase de la oligarquà­a a articular un interà©s nacional de desarrollo y soberanà­a no son entendidos como problemas estructurales del sistema sino como desviacià³n del supuesto interà©s nacional común y por lo tanto su solucià³n consiste en la depuracià³n de los “traidores” y no en la necesidad de la ruptura revolucionaria con las clases oligárquicas y la transformacià³n radical del Estatus Quo del capitalismo dependiente.
Sobre este fondo polà­tico-ideolà³gico de un ideal mas allá de las fuerzas y contradicciones antagà³nicas, la dinámica concreta del gobierno de Gutià©rrez se definirá en el paralelogramo de fuerzas reales que son el imperialismo y la oligarquà­a asà­ como el pueblo organizado y sobre todo las polà­ticas y preparacià³n organizativa de la izquierda revolucionaria. El desenlace de la situacià³n en el paà­s bajo el nuevo gobierno puede ser o la radicalizacià³n organizada de la “base electoral” de Gutià©rrez, la polarizacià³n creciente que apunta hacà­a una ruptura cualitativa y revolucionaria (una ruptura tambià©n de la supuesta unidad nacional), o la pacificacià³n y la desilusià³n de las masas populares que las reduce nuevamente a un observador desencantado y pasivo de la politiquerà­a, buscando su salvacià³n en cualquier promesa populista.
Nuestra esperanza como antiimperialistas residen en la primera opcià³n, nuestro miedo mas bien es el último escenario. Contrariamente al enero 2000 cuando Gutià©rrez llegà³ al poder dentro de una crisis institucional aguda y un pueblo movilizado que empezaba a confiar en sus propias estructuras paralelas en contra del Estado y su modelo de representacià³n tradicià³n oligárquico, el presidente Lucio Gutià©rrez del 2002 fue elegido en estas instituciones tradicionales para servir a partir de esas al pueblo y no para sustituirlas. El paralelogramo de fuerzas por lo tanto ha cambiado en esta situacià³n a favor del mantenimiento de Estatus Quo y reforzará con la presià³n pragmática natural de este aparato institucional asilado de las masas populares la idea del administrador “sincero” para el pueblo, en vez de la ruptura radical de la institucionalidad por el pueblo como protagonista que construye su poder popular. (La ruptura en el sistema tradicional de Venezuela con la llegada al poder de Chávez incluso era mas profunda que lo experimentado hoy en Ecuador; esto no se debe tanto a una mayor radicalidad de Hugo Chávez, sino a una crisis institucional mas profunda y aguda del “modelo venezolano” y con esto una dinámica de cambio mas marcada que empujaba a Chávez hacà­a transformaciones sucesivos de la vieja estructura estatal.)
Tambià©n constatamos una esperanza profunda de la izquierda revolucionaria del Ecuador, entre ella el MPD, la Unidad Popular y el PCMLE como fuerzas de vanguardia, en las grandes posibilidades de la nueva situacià³n interpretada ya como derrota histà³rica de la oligarquà­a. Nos preocupa la posibilidad de que asà­ la izquierda será arrastrada con las desilusiones inevitables del pueblo en el nuevo gobierno, en vez de lograr canalizarlas, organizarlas y llevarlas en direccià³n a una transformacià³n revolucionaria. El gran reto de la nueva coyuntura polà­tica es la lucha para la realizacià³n y profundizacià³n de las medidas progresistas y antiimperialistas que las amplias masas populares esperan del nuevo gobierno, sobre todo una asamblea constituyente como instrumento de transformacià³n de las estructuras polà­ticas y econà³micas de Estado oligárquico para abrir una dinámica hacà­a un verdadero gobierno popular. Dentro de la corriente antiimperialista y popular que se ha estructurado alrededor de la lucha contra las candidaturas oligárquicas, de las masas populares que aspiran a un cambio profundo con la presidencia de Lucio Gutià©rrez, es la izquierda revolucionaria que va a decidir sobre la posibilidad de llevar dinámica actual hacia la transformacià³n real, efectiva y radical identificada con la candidatura de Gutià©rrez.
Por último hay que considerar las dificultades reales de un posible gobierno popular revolucionario en la coyuntura internacional actual que será enfrentada de inmediato con un bloqueo econà³mico, el sabotaje por la oligarquà­a y sus lacayos e incluso una posible intervencià³n militar yanqui ante la desestabilizad de toda la regià³n. La consiguiente imposibilidad de la consolidacià³n de un gobierno revolucionario en un paà­s con una economà­a dependiente deformada y en una regià³n clave para el control yanqui hoy constituye un problema general de la revolucià³n en la periferia en las correlaciones de fuerza actuales. Sin embargo una radicalizacià³n en Ecuador puede influir y cambiar estas correlaciones de fuerza a favor del movimiento antiimperialista en una regià³n, con Colombia como paà­s clave, donde los EE.UU. experimentan una visible pà©rdida de hegemonà­a. De este punto de vista los futuros desarrollos polà­ticos en Ecuador y la polà­tica de la izquierda revolucionaria son de gran importancia para el movimiento antiimperialista internacional, ya que sus capacidad revolucionaria definirán si la perspectiva antiimperialista y revolucionaria logrará construirse como referente hegemà³nico para las clases pobres o si la izquierda revolucionaria arriesga perder nuevamente su prestigio acumulado en largos años de lucha con el desgaste previsible del gobierno de Lucio Gutià©rrez. En esta lucha las fuerzas revolucionarias tiene toda nuestra solidaridad antiimperialista, militante y crà­tica fraterna.

Campo Antiimperialista, 30 de Noviembre 2002

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