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Colombia : Terrorismo de Estado, Narcotráfico e Imperio vs Pueblo y Guerrilla

12. December 2002

Por Miguel Cruz Santos, Refundacià³n Comunista Puerto Rico

Terrorismo de Estado

El Estado oligárquico colombiano ha recurrido, como ningún otro Estado de Nuestra Amà©rica, ininterrumpidamente desde comienzos del Siglo XX, y con el patrocinio irrestricto del Imperialismo Estadounidense, al uso sistemático e ilimitado de la violencia, la criminalizacià³n de la protesta social, el exterminio de los là­deres y militantes de las causas democráticas y populares, las masacres en campos y ciudades a plena luz del dà­a por los sicarios de su engendro paramilitar fascista, y la más absoluta impunidad como cobijo de los asesinos. Sobre este asunto destacamos aquà­ algunos hechos significativos:

1. En la dà©cada de 1920, los movimientos sindical, campesino e indà­gena fueron cruelmente reprimidos, alcanzándose altà­simos niveles de exterminio con la masacre ordenada por la United Fruit Company y realizada por el ejà©rcito colombiano, asesinando a miles de huelguistas en 1928.

2. El 9 de abril de 1948, Jorge Eliecer Gaitán, candidato a la Presidencia de la República por la faccià³n democrático-popular del Partido Liberal, quien impulsaba medidas progresistas de reforma agraria y reforma laboral, es asesinado por sicarios vinculados al ejà©rcito. La movilizacià³n general y espontánea de las masas colombianas no se hizo esperar (Bogotazo), poniendo en jaque y haciendo tambalear al rà©gimen polà­tico conservador y excluyente, y al orden social en el que se sustentaba. Esta insurreccià³n masiva y espontánea del pueblo trabajador indignado por el vil asesinato de su candidato presidencial, Gaitán, sirvià³ como pretexto, luego del fracasado levantamiento popular, para que el gobierno conservador de Ospina desatara una intensa ola de terrorismo y asesinatos masivos que alcanzaron la cifra escalofriante de 300,000 và­ctimas en cinco años (1948-1953).

3. En 1953, el dictador militar Gustavo Rojas Pinilla, en medio de la cruenta guerra civil que sufre Colombia desde el 1948, engaña a los opositores armados del Partido Liberal, asediados por los sicarios al servicio de los terratenientes afiliados tradicionalmente al Partido Conservador, logrando que los liberales gaitanistas que combatà­an desesperadamente en defensa de sus vidas acepten la amnistà­a concedida, y decidan su incorporacià³n legal a la vida polà­tica del paà­s. Pocos meses despuà©s, cientos de los là­deres y mandos guerrilleros liberales desmovilizados son asesinados en las calles de Bogotá, Medellà­n, Cali y otras ciudades. Desde ese momento, el asesinato impune de guerrilleros desarmados y desmovilizados será una constante que acompañara las sucesivas negociaciones guerrilla-gobierno.
En 1957 cae asesinado el ex-dirigente guerrillero liberal Guadalupe Salcedo. En 1983 muere asesinado en Bogota Oscar Calvo, representante del EPL en la Comisià³n de Negociacià³n y Paz. En 1990, Carlos Pizarro, dirigente del M-19, muere acribillado por las balas de un sicario. En 1994 los dirigentes de la Corriente de Renovacià³n Socialista (ex ELN), son exterminados impunemente. La oligarquà­a colombiana (burguesà­a terrateniente y financiera), y su Estado Terrorista nunca perdonan, aún con la concesià³n de la “amnistà­a”, el pasado insurgente de los revolucionarios.

4. El Terrorismo de Estado con su más connotada expresià³n, el paramilitarismo, como arma fundamental del rà©gimen oligárquico colombiano, se ensaña continuamente contra militantes y dirigentes de izquierda. La cacerà­a paramilitar y el genocidio, que aun no cesa, contra la Unià³n Patrià³tica (UP) y el Partido Comunista de Colombia (PCC), dejan entre 1987 y 1992 el macabro saldo de más de 4,500 militantes y dirigentes asesinados, entre ellos, los candidatos presidenciales de la UP, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo.
El número creciente de asesinatos polà­ticos empuja a los revolucionarios a sumarse a las guerrillas. “Dar cara”, opinar, intervenir, militar públicamente en una organizacià³n de izquierda eleva significativamente las probabilidades de ser asesinado. La indefensià³n es total.

5. Los asesinatos con absoluta impunidad en Colombia no se limitan a los guerrilleros desmovilizados o a connotados dirigentes y militantes de izquierda. La guerra sucia paramilitar asesina selectivamente a dirigentes y cuadros sindicales. En los últimos doce años, sobre 3,000 dirigentes sindicales han sido asesinados sin que alguno de estos crà­menes haya sido esclarecido por los organismos pertinentes del Estado.

6. En el campo, los asesinatos selectivos y las matanzas indiscriminadas realizados por el paramilitarismo, (3,000 por año), han generado el desplazamiento forzoso de más de dos millones de personas.

La Guerrilla

El origen inmediato de la actual guerrilla colombiana se remonta a los pequeños núcleos de campesinos militantes y simpatizantes del Partido Comunista que se alzaron en armas a partir de 1948 para defender sus vidas ante la matanza generalizada ordenada por el presidente conservador Ospina, luego del asesinato de Jorge Elià©cer Gaitán y de la insurreccià³n popular espontánea (Bogotazo). Eran sin duda guerrillas de autodefensa campesina. No constituà­an un mando central unificado ni seguà­an un plan estratà©gico para la toma del poder polà­tico por la lucha armada revolucionaria.

“La guerrilla comunista se asienta y se fortalece en zonas que tuvieron en los años treinta papel protagà³nico en la lucha por la recuperacià³n de la tierra, ubicadas geográficamente en el sur de Tolima y Sumapaz en Cundinamarca. Entonces, por el azar de los acontecimientos, los antiguos là­deres de las ligas campesinas se convierten de pronto en avanzados dirigentes guerrilleros. Era una guerrilla, la liberal y la comunista, en su conjunto, de rostro campesino, de objetivos esencialmente agrarios, con una visià³n militar recortada que no traspasaba los linderos o là­mites de sus zonas. Pero a pesar de sus dificultades, nunca fueron derrotadas militarmente”. FARC-EP: Esbozo Histà³rico; Cap. 1

En 1953, mientras las guerrillas liberales se acogà­an a la amnistà­a “concedida” por el dictador Gustavo Rojas Pinilla, y se insertaban en la polà­tica legal para luego caer acribilladas por balas asesinas, las guerrillas comunistas, nada ingenuas, en lugar de optar por el desarme y la desmovilizacià³n, decidieron continuar siendo el brazo armado para la defensa de sus comunidades campesinas.
El movimiento guerrillero animado por el Partido Comunista Colombiano, tras la relativa tregua de 1953, fue el único decidido a continuar la lucha de forma organizada. Operando luego en condiciones excepcionalmente adversas, la mayorà­a de los combatientes de esta disciplinada militancia tuvieron que replegarse hacia el sur. En Tolima, guerrilleros como Manuel Marulanda Và©lez, actual Comandante en Jefe de las FARC-EP, e Isauro Yosa, desplegaron sus operaciones armadas de autodefensa campesina en la zona de Marquetalia.
En 1964 y luego de que el gobierno del Frente Nacional (liberales y conservadores), presidido por Guillermo Leà³n Valencia, declarara “Republicas Independientes” y focos de subversià³n comunista a las comunidades campesinas de Marquetalia, Villarrica, Rà­o Chiquito, El Pato y El Guayabero, el ejà©rcito colombiano lanza contra à©stas la más grande operacià³n de exterminio. Era la “Operacià³n Soberanà­a”, tambià©n llamada “Operacià³n Marquetalia”, enmarcada en el contrainsurgente Plan LASO del presidente estadounidense Johnson, mientras el Imperialismo Yanqui escalaba su guerra de agresià³n contra el pueblo vietnamita, y se aprestaba a intervenir directamente en Indochina el Estado colombiano lanzà³ 16,000 soldados contra 48 guerrilleros(as) de Marquetalia. El generalato y sus asesores del Pentágono calculaban que en tres semanas sus 16,000 soldados aerotransportados en helicà³pteros al nudo de las cordilleras andinas lograrà­an la victoria militar absoluta. Sin embargo, la historia dio un giro imprevisible. Los(as) 48 guerrilleros comunistas dirigidos por el Comandante Manuel Marulanda Và©lez lograron vencer el cerco enemigo y constituirse en ejà©rcito guerrillero con un claro proyecto nacional: la toma del poder polà­tico por la và­a de las armas, para todos los(as) trabajadores(as) explotados(as) de Colombia. Era à©ste el resultado de la lucha de clases en Colombia. Paradà³jicamente y para sorpresa de los explotadores de siempre, colombianos y yanquis, la agresià³n militar oligárquico-imperialista contra las comunas agrarias colombianas abonà³ significativamente la creacià³n de uno de los movimientos guerrilleros más importantes de Nuestra Amà©rica. He aquà­, con la dialà©ctica de la historia como partera, el nacimiento de las Fuerzas armadas Revolucionarias de Colombia –Ejercito del Pueblo (FARC-EP), el 27 de mayo de 1964.

“En medio del fragor de la lucha de Marquetalia, el 20 de julio e 1964, una Asamblea General de Guerrilleros proclamà³ el Programa Agrario de los Guerrilleros, actualizado por las ocho Conferencias Nacionales (de las FARC-EP), y desde entonces, es bandera de lucha del movimiento revolucionario y particularmente, de las guerrillas revolucionarias, en las cuales los combatientes de Marquetalia dejan de ser combatientes con una visià³n de lucha campesina para pregonar una visià³n más amplia, con la consigna de la lucha por el poder polà­tico para todo el pueblo”. Esbozo Histà³rico de las FARC-EP; Cap. 1.
“Los planes del Gobierno no solo tenà­an en cuenta a Marquetalia sino que estaban dispuestos a continuarlos en Rà­ochiquito, El Pato, El Guayabero, Sumapaz, Los Llanos Orientales, Antioquia, y más tarde caerà­an sobre las organizaciones sindicales con el fin de acabar con el descontento que habà­a con los partidos tradicionales y la cúpula que impedà­a el ejercicio de otras corrientes distintas al Frente Nacional, como el Partido Comunista, etc.. Además de una serie de medidas de carácter econà³mico que entrabaron el desarrollo de la sociedad.[…] El accionar por estos dà­as fue bueno, en medio de una situacià³n de crisis, porque era implacable la accià³n del enemigo, pero la movilidad nos permitià³ golpear sin ser golpeados. Despuà©s de una serie de intercambios entre los dirigentes, resolvimos convocar a la Conferencia Constitutiva de las FARC…”. Ibid.Cap.2.

En el ámbito polà­tico-programático de las FARC-EP, adquiere singular relieve desde su fundacià³n el Programa Agrario de los Guerrilleros, principal bandera de lucha de esta organizacià³n polà­tico-militar. Es en el Programa Agrario de los Guerrilleros, o Programa de Gobierno de los Guerrilleros, documento aprobado el 20 de julio de 1964 en medio de la gesta heroica de Marquetalia; estudiado y actualizado en las ocho Conferencias Nacionales de la organizacià³n, y convertido en guà­a principal de educacià³n, propaganda y organizacià³n para el accionar polà­tico y militar, que las FARC-EP definen con claridad su concepcià³n ideolà³gica y polà­tica en cuanto a sus objetivos a mediano y largo plazos, hasta la conquista del poder polà­tico absoluto por las masas trabajadoras que constituirán la sociedad socialista en Colombia.

[…]Luchamos por una Polà­tica Agraria que entregue la tierra del latifundio a los campesinos; por eso, desde hoy, 20 de julio de 1064, somos un ejà©rcito guerrillero que lucha por el siguiente Programa Agrario* :

PRIMERO : A la Polà­tica Agrararia de Mentiras de la Oligarquà­a, oponemos una efectiva Polà­tica Agraria Revolucionaria que cambie de raà­z la estructura social del campo colombiano, entregando en forma completamente gratuita la tierra a los campesinos que trabajan o quieran trabajarla, sobre la base de la confiscacià³n de la propiedad latifundista en beneficio de todo el pueblo trabajador.
La Polà­tica agraria Revolucionaria entregará a los campesinos favorecidos por ella, la ayuda tà©cnica y de infraestructura, herramientas y animales de labor, para la debida explotacià³n econà³mica de la tierra. La Polà­tica Agraria Revolucionaria es condicià³n indispensable para elevar verticalmente el nivel de vida material y cultural de todo el campesinado; librarlo del desempleo, el hambre, el analfabetismo y las enfermedades endà©micas que limitan su capacidad de trabajo; para liquidar las trabas del latifundismo y para impulsar el desarrollo de la produccià³n agropecuaria e industrial del paà­s. La Polà­tica Agraria Revolucionaria confiscará las tierras ocupadas por compañà­as imperialistas norteamericanas a cualquier tà­tulo y cualesquiera que sea la actividad a la cual està©n dedicadas.

SEGUNDO : […]Se liquidará todo tipo de explotacià³n atrasada de la tierra, los sistemas de aparcerà­a, el arriendo en especie o en dinero.[…]Se anularán todas las deudas de los campesinos con los usureros, especuladores, instituciones oficiales y semi-oficiales de crà©dito.

TERCERO : […] Las grandes explotaciones agropecuarias, que por razones de orden social y econà³mico deban conservarse, se destinarán al desarrollo planificado de todo el pueblo.

CUARTO : […] Se organizarán servicios suficientes de sanidad para la atencià³n completa de los problemas de salud pública en los campos. Se atenderá el problema de la educacià³n campesina, la erradicacià³n total del analfabetismo[…], se cumplirá un vasto plan de vivienda campesina y la construccià³n de và­as de comunicacià³n de los centros rurales productivos a los centros de consumo.

QUINTO : Se garantizarán precios básicos remunerativos y de sustentacià³n para los productos agropecuarios.

SEXTO : Se protegerán las comunidades indà­genas, otorgándoles tierras suficientes para su desarrollo, devolvià©ndoseles las que les hayan usurpado los latifundistas, […] se estabilizará la organizacià³n autà³noma de las comunidades respetando sus Cabildos, su vida, su cultura, su lengua propia y su organizacià³n interna.

Sà‰PTIMO : La realizacià³n de este Programa Agrario Revolucionario dependerá de la alianza obrero-campesina y del Frente Unido, de todos los colombianos en la lucha por el cambio de rà©gimen, única garantà­a para la destruccià³n de la vieja estructura latifundista de Colombia. La realizacià³n de esta polà­tica se apoyará en las más amplias masas campesinas, las que contribuirán decididamente a la destruccià³n del latifundio. Para tal fin, se organizarán potentes uniones de lucha campesina, fuertes sindicatos, comità©s de usuarios y juntas comunales.

OCTAVO : Las FARC-EP, en su momento, promulgarán la Primera Ley de la Polà­tica Agraria Revolucionaria. Por eso invitamos a los campesinos, obreros, empleados, estudiantes, artesanos, pequeños industriales y comerciantes, a la burguesà­a nacional que està© dispuesta a combatir contra el Imperialismo,[…] a la gran lucha revolucionaria y patrià³tica por una Colombia para los colombianos, por el triunfo de la revolucià³n, por un gobierno democrático de Liberacià³n Nacional.
* Fragmentos tomados del Programa Agrario Revolucionario de los Guerrilleros de las FARC-EP

Poco tiempo despuà©s de fundadas las FARC-EP, el 4 de julio de 1964, la Juventud del Movimiento Revolucionario Liberal (JMRL) – escisià³n del Partido Liberal provocada por la traicià³n de este partido burguà©s al conformar una alianza antidemocrática y pro-oligárquica (Frente Nacional) con el Partido Conservador-, y la Brigada de Liberacià³n Josà© Antonio Galán, compuesta por jà³venes universitarios entre los que descollaban Fabio Vázquez Castaño, Và­ctor Medina y Ricardo Lara, junto a miembros del Movimiento de Obreros, Estudiantes y Campesinos (MOEC), fundado por los jà³venes universitarios Antonio Labriola y Federico Arango, todos inspirados en la gesta guerrillera cubana y en los avances de la Revolucià³n Socialista de la mayor de Las Antillas, se fusionan y fundan el Ejà©rcito de Liberacià³n Nacional (ELN), una de las tres principales organizaciones guerrilleras de la actualidad.

El ELN inicià³ sus actividades combativas el 7 de enero de 1965. Ese dà­a, una treintena de combatientes elenos ocupà³ la Villa de Simacota, en el Departamento de Santander, publicando su programa revolucionario y su convocatoria a la lucha de las clases desposeà­das, en un histà³rico documento llamado Manifiesto de Simacota , que aún sigue teniendo vigencia:

El ELN lucha por la plena realizacià³n en nuestra patria del siguiente programa :

1. La toma del poder para las clases populares, la instauracià³n de un gobierno democrático y popular que libere a nuestro paà­s de los monopolios internacionales y de la oligarquà­a criolla, y que garantice la plena igualdad de nuestro pueblo[…]

2. Una autà©ntica revolucià³n que contemple la eliminacià³n del latifundio, el minifundio y el monocultivo, que realice una distribucià³n tà©cnica y justa de la tierra a los campesinos que la trabajan,[….]que asegure la asistencia mà©dica y educacional a los campesinos[…]Se confiscarán los latifundios de propiedad de los terratenientes y se respetarán las propiedades que beneficien la economà­a nacional; se fomentará la creacià³n de cooperativas de produccià³n, distribucià³n y consumo, y de granjas estatales[…]

3. Desarrollo econà³mico industrial mediante la produccià³n de la industria nacional,[…]la confiscacià³n de los intereses imperialistas, y de los oligarcas traidores a su patria[…]

4. Plan de vivienda y reforma urbana que garantice un hogar higià©nico y adecuado para los trabajadores del campo y la ciudad y elimine la explotacià³n de los casa-tenientes[…]

5. Creacià³n de un sistema popular de crà©dito que elimine a los usureros y agiotistas…e impulse el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores.

6. Organizacià³n del plan nacional de salud pública que haga posible la atencià³n mà©dico-farmacà©utica y hospitalaria a todos los sectores de la poblacià³n, […]eficaz proteccià³n a la niñez y a los ancianos”[…] Manifiesto de Simacota

“Con esta accià³n se anuncià³ al paà­s el surgimiento de una organizacià³n polà­tico-militar comprometida con los más sentidos intereses del pueblo: Respuesta y rechazo al terrorismo de Estado, a la ausencia de los espacios democráticos, a la injusticia social, la explotacià³n y la privacià³n de los servicios y derechos de las mayorà­as nacionales en provecho de una minorà­a de oligarcas nacionales aliados con el capital extranjero”. Historia del ELN : 35 años despuà©s …el Simacota continúa vigente.

Tras lograr varios triunfos militares en el departamento de Santander, el ELN potencià³ de manera extraordinaria el respaldo polà­tico del pueblo a su causa cuando, en diciembre de 1965, se incorporà³ a las filas elenas el sacerdote revolucionario Camilo Torres Restrepo. Camilo Torres entonces emitià³ su Proclama desde las Montañas, en la que decà­a :

“El pueblo no cree en las elecciones […] Me he unido al Ejà©rcito de Liberacià³n Nacional porque he encontrado allà­ los mismos ideales que en el Frente Unido de Movimientos Populares […] Todos los patriotas colombianos deben estar en pie de guerra”.

Dos meses despuà©s, un comunicado del ELN revelaba una trágica noticia :

“[…] con profunda tristeza y un odio amargo contra la oligarquà­a, el Ejà©rcito de Liberacià³n Nacional informa al pueblo colombiano y a los revolucionarios del mundo de la muerte del gran là­der revolucionario, Padre Camilo Torres Restrepo, acaecida el 15 de febrero de 1966, en un encuentro entre nuestras fuerzas y una expedicià³n punitiva del ejà©rcito”.

En un merecido homenaje a Camilo Torres y al ELN, las FARC-EP nos dicen:

“Es el comienzo de esta otra historia, la historia del actual movimiento guerrillero colombiano. Surgen por la misma à©poca otros grupos guerrilleros con diferentes formas orgánicas y distintas concepciones ideolà³gicas de lucha; aparece el Ejà©rcito de Liberacià³n Nacional, con una influencia directa de la Revolucià³n Cubana. En sus filas muere combatiendo el inolvidable sacerdote Camilo Torres Restrepo. Gestor de un grupo del movimiento de masas, conocido como el Frente Unido, que acosado por las amenazas continuas, y agotadas las condiciones legales de la lucha, optà³ por vincularse a la guerrilla. En el monte encuentra la muerte, más convencido que nunca, de que la tierra debe ser el paraà­so para los hombres”. Esbozo Histà³rico de las FARC-EP; Cap. 1.

La tercera organizacià³n guerrillera colombiana, aún hoy activa, tiene su origen en la fundacià³n del Partido Comunista de Colombia (Marxista-Leninista), como producto de la profunda divisià³n del Movimiento Comunista Internacional entre pro-sovià©ticos y pro-chinos (maoà­stas), ocurrida durante la primera mitad de la dà©cada de 1960. El PCC (ML), fundado el 20 de julio de 1965 y dirigido por Leà³n Arboleda, Jesús Alzate y Francisco Garcà­a, da origen el 17 de diciembre de 1967 a su fuerza guerrillera, el Ejà©rcito Popular de Liberacià³n (EPL).

“Luego aparecerá el Ejà©rcito Popular de Liberacià³n, que deviene como origen en las concepciones de la Revolucià³n China, y tiene su asentamiento principal en antiguas zonas de luchas guerrilleras y agrarias”. Ibid; Cap. 1

En su primer Manifiesto, el EPL expresa :

“El Ejà©rcito Popular de Liberacià³n (EPL), la mano armada del Partido del Proletariado, ha surgido y entra en accià³n. Es decir, el proletariado ahora cuenta con su propia fuerza, fuente y semilla del poder revolucionario”.

Los combates del EPL comenzaron en enero de 1968 cuando una columna de sus guerrilleros aniquilà³ una patrulla militar en el Departamento de Cà³rdova. Poco despuà©s, el EPL (ML) y su brazo armado, el EPL, proclaman su voluntad de construir un Frente Patrià³tico de Liberacià³n que dirigiera y potenciara una alianza obrero-campesina para tomar y ejercer el poder polà­tico revolucionario por la và­a de la lucha armada.

En el desarrollo histà³rico del EPL es muy significativo el balance autocrà­tico, producto de un profundo análisis de su experiencia combativa, a inicios de la dà©cada de 1970. El Sexto Pleno del PCC-ML, en 1972, habà­a decidido :

“[…] señalar claramente que no se puede seguir trabajando sobre la concentracià³n de fuerza en una sola zona, […] planteándose el desarrollo de un movimiento guerrillero policà©ntrico, es decir, el impulso y la creacià³n de nuevas zonas y frentes guerrilleros en todo el paà­s”.

De acuerdo con los nuevos criterios, productos de su análisis autocrà­tico, el EPL establece en 1973, en Meta y Caquetá, las columnas guerrilleras Guadalupe Salcedo y Ernesto Che Guevara. Al año siguiente, el EPL inaugura el frente urbano Pedro Leà³n Arboleda, en homenaje a su principal dirigente recià©n caà­do en combate.

En el plano ideolà³gico, el PCC(ML) experimenta su más profunda transformacià³n cuando, en 1974, hace formal su renuncia al maoà­smo, luego de intensas discusiones iniciadas en el Sexto Pleno realizado en 1972. En la actualidad, y desde su fundacià³n, el PCC(ML), partido cuya fuerza guerrillera es el EPL, mantiene su identificacià³n ideolà³gica con el marxismo-leninismo. No es menos significativo señalar aquà­ que actualmente, y a más de diez años de la disolucià³n de la Unià³n Sovià©tica y del Campo Socialista Europeo, y de la plena hegemonà­a ideolà³gica, globalizacià³n polà­tica y econà³mica del capitalismo salvaje (neoliberalismo), las tres organizaciones del movimiento guerrillero colombiano, FARC-EP, ELN y EPL, todas con una vitalidad incuestionable, se declaran abiertamente comunistas y se identifican sin lugar a dudas con el marxismo-leninismo.

“Ellos conocen perfectamente el pensamiento de las FARC-EP. Somos una organizacià³n marxista-leninista que encuentra tambià©n el pensamiento bolivariano, y esto nunca lo hemos negado […] Nosotros proponemos un gobierno de reconciliacià³n y reconstruccià³n nacional. Este es un proyecto en el que todos debemos participar. Obviamente, más allá de una reconciliacià³n nacional, y como objetivo fundamental, está la construccià³n del socialismo en Colombia”. Entrevista al Comandante Ricardo, Miembro del Estado Mayor de las FARC-EP. Revista Tricontinental; v.148; 2001.

“En el transcurso de los 36 años de vida polà­tica de las FARC-EP, han ingresado a sus filas mujeres y hombres de los más diversos sectores sociales. Ingresan voluntariamente y por tiempo indefinido; nadie devenga sueldo. Nuestro compromiso es luchar por los derechos del pueblo a la vida, al trabajo, a la educacià³n, a la salud, a la vivienda; por los derechos polà­ticos, por conquistar la igualdad entre mujeres y hombres, y en beneficio de los intereses generales de todos los desposeà­dos, marginados y excluidos; en sà­ntesis, por la construccià³n de una sociedad sin explotadores ni explotados, marginados ni excluidos […] Cada uno de los combatientes de las FARC-EP hace la lucha de clases en abierta confrontacià³n polà­tico-militar contra las polà­ticas de explotacià³n y de violencia despiadada de la burguesà­a, mediante la combinacià³n acertada de todas las formas de lucha revolucionaria de masas, a mejorar las condiciones de vida del pueblo”. Somos Ejà©rcito del Pueblo; Documento de las FARC-EP; mayo/2000.

En el ámbito polà­tico-militar, y a partir de 1986, con algunas altas y bajas en sus avatares, luchando contra todos los planes de exterminio dictados por el Imperialismo y ejecutados por el Estado Oligárquico…—Guerra Contrainsurgente en el marco de la Doctrina de Seguridad Hemisfà©rica, “Guerra Antinarcà³ticos”, Plan Colombia, “Guerra Antiterrorista”…—el movimiento guerrillero experimenta, en el balance de 38 años, un notable ascenso : Las FARC-EP engrosan constantemente sus filas, mejoran su arsenal, extienden su influencia geográfica, y multiplican sus frentes guerrilleros; el ELN aumenta y reorganiza sus efectivos; el EPL se reestructura, crece y eleva su poder de fuego.

Narcotráfico y Plan Colombia

Desde julio de 2000, el Imperialismo Yanqui pretende con el Plan Colombia destruir la insurgencia colombiana y a sus organizaciones guerrilleras, con el burdo pretexto de combatir el narcotráfico. Hoy, el Plan Colombia, rebautizado por el Presidente George Bush con el Nombre de Iniciativa Regional Andina, intensifica la escalada militarista de los EE.UU. en el Caribe y Latinoamà©rica, amenazando con la guerra como nunca antes a los pueblos de la regià³n.

Este despliegue militar masivo, sin precedentes en la regià³n, y potenciado desde el 11 de septiembre de 2001 con la actual Guerra Antiterrorista de G. Bush…— bases y concentracià³n de efectivos, asesores militares, pertrechos bà©licos, aviones de combate, bombarderos, helicà³pteros e instalaciones de espionaje electrà³nico en Colombia (Tres Esquinas, Palenquero, Apiay, Barranquilla y San Andrà©s), Ecuador (Manta y El Coca), Panamá (El Darià©n), Perú (Iquitos), Curazao, Aruba, Honduras (Palmerola y El Aguacate), El Salvador (Comalapa), y Nicaragua (Managua)…—es realmente el brazo armado con el que la burguesà­a estadounidense pretende a sangre y fuego garantizar el à©xito de su estratà©gica Írea de Libre Comercio de las Amà©ricas (ALCA), y su corolario, Plan Puebla-Panamá (PPP), en concordancia con el Documento de Santa Fe IV.

“…por su naturaleza de contrainsurgencia, el Plan Colombia se dirige primordialmente contra la poblacià³n civil de Colombia y tiene por fin inmediato destruir o neutralizar la resistencia de todo sujeto social opuesto al proyecto de reestructuracià³n neoliberal de la economà­a colombiana y latinoamericana[…]El Plan Colombia, en la realidad es un plan militar que involucra a los paà­ses de la regià³n…—a travà©s de la llamada Iniciativa Andina…—y los compromete de diversas maneras a la intervencià³n, y se dirige, sin ninguna duda, al control de la Cuenca Amazà³nica, afectando la soberanà­a de los paà­ses que la integran[…]”
Convocatoria al Primer Encuentro de Solidaridad y por la Paz en Colombia, Amà©rica Latina y el Caribe/ San Salvador; julio de 2001.

Para justificar su intervencià³n en Colombia, el gobierno estadounidense acusa a las guerrillas colombianas de “narcoterroristas”. ¿Quà© tienen que decirnos las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –Ejercito del Pueblo (FARC-EP) y el Ejercito de Liberacià³n Nacional (ELN) sobre este asunto?

“Nosotros no tenemos relacià³n ni mucho menos negocios con ningún cartel de drogas. Las FARC-EP rechazan el narcotráfico por principio y por à©tica. En materia financiera, continuaremos con nuestra polà­tica de cobrar el Impuesto para la Nueva Colombia a aquellas personas, naturales o jurà­dicas, enemigas de la democracia, cuyo patrimonio supere los mil millones de pesos, porque nuestra lucha es contra un Estado injusto, y contra los ricos que lo sustentan y lo usufructúan. Y si estos le dan dinero al Estado para que adelante la guerra contra el pueblo, tambià©n tienen que dárselo a este para que se defienda de la agresià³n. Lo demás es la desinformacià³n”. Mensaje al Pueblo Colombiano en el Aniversario 31 de las FARC-EP / Manuel Marulanda Velez.

“[…] Ya el gobierno norteamericano habà­a elevado a la Doctrina de Seguridad Nacional la cuestià³n del narcotráfico. Al desaparecer el peligro del comunismo, ellos iniciaron una nueva cruzada mundial, y esa nueva cruzada debà­a ser n fenà³meno que afectara a la Humanidad, como el narcotráfico, y que nosotros en las FARC-EP condenamos por principio y por conviccià³n […]”. Al acuñarse ese tà©rmino, narcoguerrilla, se preparà³ al pueblo de los Estados Unidos y a la comunidad internacional, mediante una campaña sicolà³gica, para lo que vendrà­a despuà©s. Recuerde que con ese mismo pretexto ellos invaden militarmente a Panamá para buscar al señor Noriega”. Entrevista al Comandante Ricardo de las FARC-EP. Revista Tricontinental; v.148/ 2001.

En todos los documentos en los que las FARC-EP se expresan sobre el tema del narcotráfico, se considera al comercio de drogas ilà­citas como un grave problema de Colombia y del mundo; problema del que están conscientes y por el que se ven compelidos moralmente a poner toda su voluntad revolucionaria en funcià³n de su solucià³n definitiva. En la Propuesta de las FARC-EP para un Gobierno de Reconstruccià³n y Reconciliacià³n Nacional, dedican un punto al tema, que plantea :

“Solucià³n del fenà³meno de produccià³n, comercializacià³n y consumo de narcà³ticos y alucinà³genos, entendido como un grave problema social que no puede tratarse por la và­a militar, que requiere acuerdos con la participacià³n de la comunidad de naciones e internacional, y el compromiso de las grandes potencias como principales fuentes de la demanda mundial de estupefacientes”.

Sobre este asunto adquiere singular relieve por su vigencia, y por presentar una sà­ntesis de la posicià³n de las FARC-EP sobre el narcotráfico, el documento Militarismo, narcotráfico y neoliberalismo, de Raúl Reyes, Comandante del Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP, de julio de 1997 :

“[…] Es necesario repetir que las FARC-EP no comparten, no negocian, no tienen relacià³n con el narcotráfico y lo rechazamos por principios y por à©tica, porque es incompatible con la democracia y la convivencia ciudadana y porque genera corrupcià³n, impunidad, criminalidad, descomposicià³n social, entre otras cosas, afectando principalmente a los jà³venes del mundo.
Las afirmaciones contrarias hacen parte a la mayorà­a de los casos del coro a las calumnias dirigidas a deslegitimar nuestra justa lucha y en otros, los menos, a la gran desinformacià³n producto de la manipulacià³n de la informacià³n por parte de los grandes medios impulsores de esa campaña, en defensa là³gica de los intereses de sus propietarios. Lo que les incomoda es que no sirvamos de policà­as rurales para su falsa e hipà³crita polà­tica antidrogas y que no atropellemos a los cultivadores de productos ilà­citos arrasando con ellos y sus escasos bienes. No conciliamos con el doble juego de, so pretexto de la lucha antidrogas, reprimir a los sectores populares, criminalizar su protesta y simultáneamente lucrarse de los inmensos beneficios de ese negocio, financiando sus campanas electorales y promoviendo sus industrias y centros financieros.

Especial preocupacià³n e intereses, merece el tema de los jà³venes, que son los mas afectados, no solo por la posibilidad del consumo y la adiccià³n, sino tambià©n por las frustraciones de varias generaciones a las que les han cambiado los valores : se impone el objetivo de hacer dinero rápido y utilizando cualquier medio, se incrementa el consumismo a cualquier precio, se presenta como anticuada la preocupacià³n por los problemas sociales y polà­ticos de sus pueblos, se acentúa el individualismo y el egoà­smo propios del capitalismo y la solidaridad es un anacronismo, al igual que la lucha por los derechos fundamentales.

Estamos en absoluta disposicià³n de desarrollar una batalla contra el narcotráfico y sus consecuencias, partiendo de propuestas viables, que pasen por beneficiar a las mayorà­as nacionales, a los sectores populares; haciendo à©nfasis en los aspectos sociales, econà³micos y polà­ticos y no en la represià³n dirigida a estas mayorà­as, a estos sectores populares, que están lejos de ser narcotraficantes y solo subsisten de actividades relacionadas con las drogas, obligados por las circunstancias, pues no lo pueden hacer de otra manera; mientras los verdaderos narcotraficantes, los que sacan las millonarias ganancias están tranquilos porque han desarrollado con el poder del dinero…—corrupcià³n…—sus redes de proteccià³n.

Esta disposicià³n parte del convencimiento del mal causado a la humanidad por la droga, no solo por el daño a la salud de los consumidores, sino por las posibilidades de corrupcià³n que presenta, para la manipulacià³n de los destinos de los pueblos, desde los aspectos econà³micos, polà­ticos y sociales; estamos seguros que con grandes transformaciones en estos campos, cuando se le presente la posibilidad a nuestros pueblos de vivir dignamente de su trabajo, en condiciones de verdadera democracia y soberanà­a, es posible la solucià³n del problema de las drogas y del trafico de ellas.

Íntimamente ligada al fenà³meno del narcotráfico, esta la concentracià³n de miles de hectáreas de tierra que pasan a poder de los nuevos ricos; en Colombia, el 70 % de las tierras cultivables conocidas están ahora en manos de los narcotraficantes y sus testaferros, como producto de su negocio, pero tambià©n de la quiebra a la que se han visto abocados numerosos propietarios por la aplicacià³n de las polà­ticas neoliberales; la consecuencia no se ha hecho esperar, Colombia es ahora el primer productor de hoja de coca, porque los campesinos desplazados por esta contrarreforma agraria, se dirigen a las zonas de colonizacià³n a sembrar, lo único que les permite subsistir, coca, amapola y marihuana; en zonas donde no hay và­as de comunicacià³n, no hay posibilidades, ni polà­ticas de mercadeo, no hay asistencia tà©cnica, ni mucho menos asistencia financiera; es la solucià³n encontrada por los campesinos para no morirse de hambre.

Este es uno de los aspectos. Sin embargo, es necesario mirar otros :

Las drogas, en particular la cocaà­na, tienen diferentes etapas;

La produccià³n, realizada por campesinos descritos anteriormente, sin olvidar, o mejor, destacando el papel jugado por los productores de los llamados precursores quà­micos indispensables para volver a la hoja de coca, cocaà­na, dichos precursores son producidos fundamentalmente en los paà­ses desarrollados; Colombia con Perú y Bolivia, son los paà­ses sindicados por los organismos antidrogas internacionales, de ser los mayores productores en el mundo. Y el gobierno estadounidense impone a los gobiernos de estos paà­ses la obligacià³n de agenciar una polà­tica de destruccià³n de los cultivos, como parte de la supuesta lucha antidrogas, priorizando la fumigacià³n aà©rea indiscriminada, con defoliantes quà­micos que acaban con el ecosistema y son una verdadera amenaza contra la vida, no solo actual sino tambià©n futura. Otro aspecto negativo es la paulatina pero constante destruccià³n de la selva amazà³nica, lugar hacia el cual son desplazados cada dà­a, tumbando la selva y creando fincas para el cultivo de coca, lejos de las zonas de fumigacià³n.

Los campesinos se han organizado en defensa de sus vidas, no en defensa de la coca, la solucià³n planeada a los gobiernos, en particular en el caso colombiano, donde el consumo ancestral, ligado a las culturas indà­genas es irrelevante, es la sustitucià³n de cultivos y la posibilidad de explotar otros productos agrà­colas, con verdaderas garantà­as polà­ticas, econà³micas y de mercadeo para producir en sus regiones distintos bienes de consumos derivados del sector agrario; pasando obligadamente por la construccià³n de la infraestructura necesaria, que no es extraordinaria, sino la indispensable para la vida de un pueblo.

El narcotráfico, como tal, realizado por quienes obtienen la primera de las grandes ganancias producidas en el negocio, al enviar la cocaà­na a los centros de consumo, a los paà­ses desarrollados, especialmente a los EE.UU., constituyen los verdaderos carteles de la droga; su enriquecimiento es exorbitante y esta demostrada su relacià³n con los partidos polà­ticos tradicionales, con las cúpulas dominantes de los paà­ses, extendiendo su poder de corrupcià³n a todas las actividades de la economà­a, la polà­tica, la sociedad y hasta en la cultura y diversià³n.

Los distribuidores en esos centros de consumo (con la participacià³n de nacionales de las metrà³polis, nunca denunciados y mucho menos perseguidos), quienes se quedan con la segunda de las grandes ganancias, manejan la distribucià³n tambià©n del dinero, entre el que envà­an como pago a los narcotraficantes y el que se queda como su ganancia, ambos movidos por la banca internacional.

Y la legalizacià³n o lavado de dineros, hecha en las instituciones bancarias de esos paà­ses, siendo la tercera de las grandes ganancias y la mas importante, en la circulacià³n bancaria pasa a convertirse en capital financiero, soporte fundamental del neoliberalismo y mecanismo de dominacià³n actual. En esta etapa tambià©n hay algunas ramificaciones o escalas, desde los grandes distribuidores hasta los jà­baros.

Finalmente el consumo realizado por millones y millones de adictos que necesitan urgentemente polà­ticas de sanidad encaminadas a la solucià³n de su problema de adiccià³n, y no a mejorar la distribucià³n de la droga, bajo eufemà­sticas formas de legalizacià³n del consumo, y polà­ticas reales de prevencià³n de la adiccià³n entre la juventud y la niñez.

La supuesta guerra contra el narcotráfico, desarrollada actualmente, está dirigida contra los sectores más dà©biles, los de menor beneficio econà³mico y con mas perjuicio recibido en sus vidas; los campesinos sembradores de la hoja de coca y los consumidores, solo enfermos.

No hay real interà©s por resolver este problema, es un tema econà³mico y polà­tico. Econà³micamente, deja grandes dividendos; solo en EE.UU., el paà­s con una de las mayores deudas externas, se recicla el 80 % del medio trillà³n de dà³lares producido como ganancia de las drogas anualmente; esta economà­a se ve beneficiada realmente por esos dineros; pero no son los únicos. En los paà­ses donde se termina la legalizacià³n de esos dineros, a travà©s de inversiones, se convierten en la base para mostrar cifras macroeconà³micas positivas, pero mentirosas, porque esto no se refleja en la economà­a nacional, ni en los niveles de vida de la mayorà­a de la poblacià³n Nos preguntamos la relacià³n de estos dineros del narcotráfico, circulando vertiginosamente en las respetables instituciones bancarias…—algunas de las cuales no acaban de explicar sus relaciones y negocios con el fascismo italiano y alemán, desde la Segunda Guerra Mundial…—con el desmesurado incremento del capital financiero; padre, madre y sustento del monstruoso modelo neoliberal responsable del incremento de la miseria en los pueblos del mundo; ni siquiera los de los paà­ses desarrollados se escapan de esta situacià³n, aunque pretenden esconderla buscando y señalando otras causas.

Polà­ticamente, el tema es manipulado por los EE.UU. y los diferentes gobiernos. En el caso colombiano, todo aquel que no está de acuerdo con las polà­ticas oficiales es declarado objetivo militar con la sindicacià³n de terrorista y/o narcotraficante.

El narcotráfico sustituyà³ al enemigo de los pueblos, según el imperio y su corte, el comunismo internacional, al cual le extendieron certificado de defuncià³n con la caà­da del campo socialista en Europa del Este, condenando a los pueblos a sufrir el desarrollo del capitalismo sin ninguna posibilidad de lucha; pero estos no se resignan a ese futuro de miseria; saben que esa no es la única posibilidad y siguen sus luchas.

Es con el narcotráfico como se justifican las intervenciones abiertas y descaradas, retrocediendo a formas coloniales supuestamente superadas, que van desde las invasiones…—caso de Panamá…—hasta las negociaciones de la soberanà­a, a travà©s de tratados para la lucha contra el narcotráfico, como los hechos por varios paà­ses del Caribe, cediendo su mar territorial para que los EE.UU. los patrullen. Colombia tambià©n firmo un acuerdo en similares tà©rminos, pasando por las imposiciones hechas por el Imperio en materia de polà­ticas internas, hasta el chantaje, no solo a algunos de los mandatarios de algunos paà­ses, sino incluso tambià©n a los aspirantes a la presidencia; y en su conocida actuacià³n con doble moral, caben tambià©n las incursiones en el negocio de las drogas para su beneficio…—abastecimiento de narcà³ticos a los soldados de su ejercito en el Vietnam…—y el escándalo llamado Irán gatee.

Sin embargo, es necesario dejar clara nuestra consideracià³n acerca de temas, los cuales se deben desnarcotizar, como el de la extradicià³n, a la cual somos contrarios por principios; es un tema que tiene relacià³n con la autodeterminacià³n de los pueblos y la soberanà­a; no creemos necesario ni justo, enjuiciar nacionales de ningún paà­s en otro, si las leyes o la corrupcià³n no permiten juicios o condenas justas, eso es lo que hay que cambiar y no olvidamos que es el sistema el de la crisis, y no los gobiernos de turno. El Imperio se erige como el gran policia del mundo y depositario de la moral, sin ningún pudor ni recato; con el pretexto de la lucha contra las drogas, esto no se puede permitir, ni justificar, como tampoco considerar las protestas contra esto, como hechas por amistad o relacià³n o simpatà­a con el narcotráfico o los narcotraficantes. Otro ejemplo de esto es el abrogarse el derecho a calificar las polà­ticas de los paà­ses con la llamada certificacià³n, bien podrà­a ser un proceso interno, porque como paà­ses tienen derecho a entregar sus ayudas a quienes quieran, pero no dejando en la picota pública a aquellos, a quienes descalifican por no cumplir con sus requisitos, porque inmediatamente son considerados paà­ses dependientes del narcotráfico, independientemente si los gobernantes de à©stos lo son y sus clases dirigentes y/o dominantes mantienen estas relaciones; son los pueblos, los nacionales de cada paà­s, los llamados a juzgar esta actitud, y no el prepotente Imperio.

La lucha contra el narcotráfico como flagelo de la humanidad, que beneficia econà³micamente y polà­ticamente al Imperio, es una lucha antiimperialista, por la soberanà­a y la autodeterminacià³n de los pueblos, pero tambià©n es una lucha contra las cúpulas dominantes nacionales por el beneficio de las mayorà­as nacionales, y hace parte fundamental de la agenda a resolver para garantizar a nuestros pueblos una vida con justicia social, digna en paz, con democracia y soberanà­a.”
Militarismo, narcotráfico y neoliberalismo. Comandante Raúl Reyes, del Secretariado del Estado Mayor Central, FARC-EP/ julio de 1997.

En una entrevista publicada en el numero 7 de la Revista Resistencia de las FARC-EP, el comandante Raúl Reyes abunda aun mas sobre los và­nculos estrechos entre capitalismo y narcotráfico, relaciones que solo cesaran con el fin del capitalismo.

” El fenà³meno del narcotráfico es consustancial al sistema capitalista. Nace de sus entrañas y es parte inseparable de la corrupcià³n, el militarismo y la inmoralidad que con la impunidad apuntalan las polà­ticas imperiales como el modelo Neoliberal.(…). En lo que concierne a las FARC-EP, por principio no trafica drogas. No es cierto que comercialice, tampoco transporta, no siembra, ni le venden favores a los narcotraficantes, porque es contrario a nuestra polà­tica e ideologà­a. A pesar de esas realidades demostrables, los adversarios polà­ticos mantienen una campana deliberada de calumnias, enmarcada en la conocida estrategia contrainsurgente, que cada dà­a tiene menos credibilidad, al punto que el propio embajador gringo Miles Frechette, reiteradamente ha dicho que su gobierno no tiene informes de que la guerrilla colombiana trafique drogas, ni que sea un cartel de narcotraficantes.

(…) Ciertamente, la administracià³n norteamericana invierte cerca de la mitad de la asignacià³n militar para el hemisferio en Colombia, porque con el cuento de la llamada lucha contra el narcotráfico se equipan las fuerzas militares para la lucha contraguerrillera. Es que su enemigo es la oposicià³n polà­tica armada encarnada en la guerrilla, que combate al lado del pueblo por el poder para construir la sociedad socialista, donde no pueden haber explotadores, ni explotados.(…) Los trabajadores deciden alzarse en lucha contra el mal gobierno, escogiendo el camino digno de la lucha revolucionaria, por una Colombia para todos en igualdad de derechos, en combate abierto contra el sistema capitalista. Los militares colombianos torturan, amenazan, masacran, desaparecen y asesinan indiscriminadamente al pueblo desarmado; unas veces lo hacen vistiendo el uniforme de los agentes de seguridad del Estado y en otras ocasiones bajo la sombrilla del Paramilitarismo.(…)podemos decir que buena parte, lo más corrupto, descompuesto y criminal de las fuerzas de seguridad del Estado, conforman el narcoparamilitarismo, que además financia la industria del crimen con los negocios sucios del narcotráfico.

(…)El calificativo de “narcodemocracia”es responsabilidad expresa de quienes gobiernan con el incontrovertible lucro de los dineros y favores del narcotráfico; presentes en toda la gestià³n administrativa del Estado, al punto que tambià©n existen quienes lo denominan “Narcoestado”, debido a que los dineros del narcotráfico están en los latifundios, en la ganaderà­a, en los comerciantes, en la industria, en la banca, en los medios de comunicacià³n, en las fuerzas militares y en los partidos polà­ticos para elegir sus representantes en el congreso y en el poder ejecutivo empezando por el Presidente de la Republica (Samper.)”
(Entrevista al Comandante Raúl Reyes. Revista Resistencia. Núm. 7. Julio 1997)

En el documento Narcotráfico, problema de todos publicado en enero de 2001, las FARC-EP proponen serias y concretas soluciones para la supresià³n del narcotráfico và­a sustitucià³n de cultivos ilà­citos, propuesta revolucionaria que estuvo siempre presente en la mesa de dialogo gobierno-FARC, en San Vicente del Caguán, hasta que el Presidente Pastrana, siguiendo los dictámenes del Imperialismo y de los sectores más retrà³grados, militaristas y corruptos de la oligarquà­a colombiana, decidiera poner fin al ya agonizante proceso de paz en febrero de 2002.

“(…) Los gobernantes siempre han permitido el narcotráfico y se han beneficiado de este. Algunos expertos calculan un 2 % de aumento del PIB, gracias a este negocio. Pero aquà­ valen por igual las leyes del capitalismo, los beneficiados son unos cuantos, mientras ese perverso circulo vicioso y violento tiene a 400,000 compatriotas vinculados al solo cultivo de la coca, quienes como dijo el Pleno del Estado Mayor de las FARC-EP en noviembre de 1997…son victimas de una situacià³n social injusta pues en su mayorà­a son desplazados por la violencia en otras áreas del paà­s, a quienes se les niega el derecho al trabajo, a la salud, al techo y a la educacià³n obligándoles a la siembra de ilà­citos, como única alternativa de subsistencia. Ellos son parte del campesinado victima del abandono y la explotacià³n estatal.

Y por eso mismo, los jà³venes de las zonas cocaleras no quieren que los confundan con los narcos. Para ellos esta palabra es sinà³nimo de ladrà³n, tramposo, asesino y mafioso.

Y por todo eso, la solucià³n a este grave problema social nuestro y de la humanidad, no puede ser mas destruccià³n ecolà³gica con las fumigaciones y el desplazamiento forzado que lleva a seguir ampliando mas la frontera agrà­cola y destruyendo los bosques. No es por la và­a militar. Y tampoco la solucià³n esta en los paà­ses productores solamente. Hay que disminuir de manera sustancial el consumo de los paà­ses ricos, controlar decididamente la venta de precursores quà­micos y perseguir en serio a los narcotraficantes.

En nuestra Plataforma para un Gobierno de Reconstruccià³n y Reconciliacià³n Nacional, planteamos que la solucià³n debe ser concertada a nivel internacional entre las comunidades, con respeto a la soberanà­a de cada paà­s.

La solucià³n en los paà­ses productores pasa necesariamente por una radical redistribucià³n de la tierra y demás recursos, y elaborar planes concertados con las comunidades a nivel de las regiones, hacia un desarrollo alternativo, sostenido, sustentable, que permita un adecuado aprovechamiento autà³nomo de los recursos ambientales, uno de cuyos efectos ha de ser la sustitucià³n de cultivos ilà­citos por explotaciones productivas beneficiosas para toda la sociedad.

En esa direccià³n va la propuesta de despejar el municipio de Cartagena de Chaira, cuya economà­a depende fundamentalmente de la coca, para que bajo nuestra rectorà­a, la comunidad elabore y ejecute un plan de desarrollo alternativo, contando con el apoyo financiero de comunidad internacional interesada en soluciones justas.

Esta propuesta se hace con la conviccià³n de que las soluciones urgentes en este problema, no pueden depender de los avances de la mesa de conversaciones, aunque si pueden ser un gran impulso para esta, si se demuestra que hay soluciones que benefician a la comunidad y que realmente empiezan disminuir los cultivos ilà­citos, pues todas las personas medianamente informadas saben que las fumigaciones tienen efecto contrario, ya que por cada hectárea de coca destruida, los campesinos siembran una y media mas; ese es un fenà³meno socioeconà³mico apabullante, imparable. Solo se soluciona si a la gente se le brindan otras opciones rentables y dignas.

Estamos abiertos a un debate para que los colombianos vayamos al grano en este importante asunto. En diversos sectores sociales y en la academia se mueven muchas criticas y propuestas que los colombianos debemos abordar en serio.

Para esa discusià³n nacional hay un buen espacio en la zona del despeje, que para eso es, si el gobierno nacional decide mantenerla, pese a la agresiva campana de los enemigos de la paz, que a travà©s de los grandes medios de comunicacià³n tratan de desvirtuar y desprestigiar todo lo que es ganancia para la sensatez, como el despeje y las propuestas de la gente que pone su inteligencia al servicio de una Nueva Colombia.”
(Narcotráfico, problema de todos. FARC-EP. Enero de 2001)

Al igual que las FARC-EP, el ELN tiene su polà­tica sobre el narcotráfico, que merece estudiarse si se pretende abordar el tema con objetividad y al margen de los prejuicios y de la desinformacià³n que las transnacionales noticiosas difunden en todo el mundo. En 1989, el ELN hizo publica su polà­tica llamada Deslinde Categà³rico con el Narcotráfico.
Es esta la guà­a oficial del ELN para el tratamiento y conducta de todas las unidades guerrilleras y la militancia en cuanto al comercio de drogas ilà­citas se refiere. Este deslinde significa, para los guerrilleros y unidades de combate del ELN, la prohibicià³n absoluta a participar en cualquier eslabà³n de la cadena del narcotráfico.

“Desde la segunda mitad de la dà©cada de 1980 se hizo mas evidente el peso del negocio de la droga en el corazà³n econà³mico del paà­s, lo que se hizo evidente con la conformacià³n de la narcoburguesia, con presencia directa en las principales decisiones de vida nacional.

Colombia se consolido como un “narcopais”, en el pleno sentido de la palabra. Su economà­a, su vida social y polà­tica quedaron articuladas al negocio de las drogas.

(…) Poderosos núcleos mafiosos, gracias a sus jugosos capitales y a su vertiginoso proceso de acumulacià³n, presionaron desde mediados de la dà©cada de 1980 una recomposicià³n de clase dando lugar a la narcoburguesia como parte integrante de las clases dominantes, propietaria de capital en su sentido estricto, asà­ fuese de origen mafioso, y a una nueva clase propietaria de las mejores tierras y grandes extensiones, dando curso a la más criminal contrarreforma agraria.

Durante la dà©cada del 1980 los narcotraficantes progresivamente se abrieron paso en los altos cà­rculos pasando en la dà©cada de 1990 de ser parte de las clases dominantes, a ser factor clave en la economà­a y la vida polà­tica e incidir de manera determinante en el Estado y todas sus instituciones.

Los distintos episodios del proceso 8,000 sacaron a la luz publica la injerencia del cartel de Cali en la polà­tica, su control del Congreso y sus relaciones con las altas esferas del Estado. (…) es indudable su relacià³n creciente con las fuerzas armadas , al igual que lo acontecido con el resto de la sociedad y las distintas esferas del poder.

(…) En el manejo del problema del narcotráfico se hace evidente una vez mas, la doble moral del gobierno de los EE.UU. El Enfasis en las declaraciones de cada uno de sus funcionarios cuando hablan de combatir el problema se queda en mera palabrerà­a al analizar como se financia la polà­tica contrainsurgente.

El paramilitarismo, que es la parte determinante de esta estrategia se ha fortalecido con dineros resultantes del negocio de las drogas.

Todos los jefes paramilitares han logrado consolidar en sus feudos emporios de la produccià³n y distribucià³n de narcà³ticos solo que como sucediera en otros paà­ses es innegable la importancia que tienen en la financiacià³n de la Contra. Los carteles de la costa y Los Llanos Orientales y capos como los hermanos Castaño actúan y se lucran con la complicidad no solo de las autoridades nacionales sino de los mismos gringos que los ven como un mal menor.

El ELN reitera su deslinde categà³rico con este tipo de actividades y manifiesta una vez más la decisià³n de combatir este negocio teniendo en cuenta que se requiere de un acuerdo global de carácter internacional que tome medidas efectivas de control al consumo y a las mafias que procesan y negocian los narcà³ticos en los paà­ses afectados.

(… ) Para la sustitucià³n de cultivos ilà­citos y la erradicacià³n del negocio de la droga se tendrá muy en cuenta la necesidad de elaborar planes de desarrollo que den salidas integrales al problema.. Es necesario implementar alternativas econà³micas que representen soluciones reales al problema, garantizando ingresos sustitutivos a la poblacià³n.”
(Narcotráfico – Paramilitarismo – Corrupcià³n. Documento del ELN)

El Deslinde Categà³rico del ELN con el narcotráfico implica :

” (a) Luchar contra el fenà³meno global y no solo contra sus
efectos.

(b) Desestimular la expansià³n de los cultivos de uso ilà­cito.

(c) No permitir cultivos en zonas de influencia elena, donde no han existido antes.

(d) Atacar las causas socioeconà³micas y exigir al Estado soluciones correspondientes a la naturaleza economica y social mediante planes alternativos, sustitucià³n manual de los cultivos y programas de desarrollo social.

(e) Prohibir el consumo de drogas ilà­citas dentro de las comunidades de la base social.

(f) No permitir en las zonas productoras, el mercado interno de la droga.

(g) No exigir impuestos en ninguno de los eslabones de la cadena del negocio del narcotráfico.

(h) Impedir el asentamiento de narcotraficantes en las zonas de influencia elena.

(i) Recurrir a la conviccià³n para que los campesinos cultivadores desistan de los cultivos ilà­citos, alternando con otros cultivos y reinvirtiendo parte de los ingresos en el mejoramiento productivo de sus parcelas.

(j) Apoyar las luchas de los campesinos cultivadores en contra de las medidas represivas y por planes de sustitucià³n de cultivos y de desarrollo social.

(k) Luchar por la reforma agraria y un plan de desarrollo rural como base de la polà­tica de sustitucià³n de cultivos.

(Postura del ELN sobre el Narcotráfico)

Un aspecto imprescindible para tener una justa perspectiva al abordar el tema del narcotráfico es el de la doble moral de los acusadores imperialistas y oligarcas que con el Plan Colombia declaran su muy publicitada guerra implacable al narcoterrorismo. Doble moral de los negociantes capitalistas estadounidenses que venden tanto los precursores quà­micos para procesar las drogas, como los quà­micos para fumigar los cultivos. Es la doble moral del embajador de EE.UU. en Colombia que en 1988 acuno el termino “narcoguerrilla”- aun conocià©ndose el profundo rechazo de las FARC-EP y del ELN al negocio de las drogas ilà­citas-, y poco despuà©s fue descubierto financiando a la contra nicaragüense y a los escuadrones de la muerte salvadoreños, con dineros del narcotráfico y con el apoyo logà­stico del actual subsecretario de Estado de EE.UU. para asuntos de Amà©rica Latina, el terrorista cubano y agente de la CIA, Otto Reich.

No debe olvidarse que en 1998 fue decomisado un cargamento de cocaà­na hallado en la valija diplomática la embajada estadounidense en Bogota. La valija habà­a sido enviada por la esposa del agregado militar de la embajada, coronel encargado de dirigir la guerra contra el narcotráfico en Colombia. La esposa enviaba la droga y el coronel lavaba el dinero depositándolo en diferentes bancos yanquis.

El más reciente escándalo sobre la implicacià³n de los acusadores estadounidenses en el lucrativo comercio de drogas ilà­citas trascendià³ en agosto de 2001 cuando el diario canadiense The Nation revelo los resultados de sus investigaciones al lograr acceso a los archivos secretos de la DEA. Según The Nation, el 12 de mayo de 2000 la policia antinarcà³ticos del aeropuerto internacional de Bogota, hallo para su mayor sorpresa un cargamento de heroà­na pura perteneciente a la empresa Dyncorp. Irà³nicamente, la Dyncorp es una de las siete “empresas militares” norteamericanas contratadas por el Departamento de Estado de EE.UU. para su sacrosanta guerra antinarcà³ticos. Esta narcoempresa tiene un contrato firmado por 600 millones de dà³lares anuales para operar en Bolivia, Perú y Colombia, y cuenta con mercenarios expertos en combate (fuerzas delta) y pilotos veteranos que participaron en las guerras de agresià³n del Imperialismo contra los pueblos de Vietnam, Granada, Panamá, Irak, El Salvador y Haità­.

Las incursiones aà©reas destinadas a la erradicacià³n de la coca, la amapola y la marihuana por medio de fumigacià³n en Colombia son realizadas por Dyncorp, la empresa militar que Oliver North, según lo revelado por el escándalo Irán-Contras, bajo ordenes directas del Pentágono, utilizo para suministrarle armas a la contra nicaragüense y transportar cocaà­na para el financiamiento de las operaciones terroristas de los mercenarios antisandinistas.

Los aviones y los mercenarios de la Dyncorp que operan en coordinacià³n con la Brigada Aà©rea del Ejercito Nacional, entran y salen de Colombia sin ningún tipo de control por parte de las autoridades colombianas, situacià³n que se explica por las condiciones impuestas al gobierno colombiano por el Departamento de Estado de EE.UU. El gobierno yanqui condiciono la otorgacion de los 1600 millones de dà³lares del Plan Colombia a que las autoridades colombianas no se inmiscuyeran en los operativos estadounidenses. Por esta razà³n, no es casualidad que el general de la policia antinarcà³ticos que dirigià³ el operativo que resulto en el hallazgo del cargamento de cocaà­na perteneciente a la Dyncorp en mayo de 2000, y que sometià³ la evidencia ante la fiscalia 271, fue destituido. Tampoco es casualidad que esta acusacià³n, como otras similares, por narcotráfico contra Dyncorp, no se sostuvo en los tribunales colombianos – en forma misteriosa desaparecen los expedientes acusatorios. La Dyncorp y las otras seis empresas mercenarias yanquis en Colombia, beneficiarias, en esta à©poca de neoliberalismo, de la privatizacià³n del negocio de la guerra, solo reciben à³rdenes de, y son controlados por, la NAS, oficina ubicada en la embajada de EE.UU. en Bogotá.

La doble moral de yanquis y oligarcas colombianos ante el problema del narcotráfico y su corolario, el paramilitarismo – los Paramilitares son bandas de sicarios financiadas por acaudalados terratenientes, traficantes de cocaà­na y corporaciones estadounidenses como la notoria empresa petrolera Harken (que cuenta entre sus principales accionistas nada menos que al cà©lebre Presidente George Bush II), y cà­nicamente armadas y entrenadas por los ejà©rcitos colombiano y yanqui – alcanzan en la actualidad proporciones grotescas desde las elecciones del 26 de mayo de 2002. En estas elecciones y en medio de un proceso de escalada sin precedentes en la guerra civil colombiana, y de recrudecimiento del terrorismo de Estado, y con un 52 % de abstencionismo, Ílvaro Uribe Velez, miembro de la gran burguesà­a antioqueña, candidato del paramilitarismo y del Departamento de Estado de los EEUU, y de muy conocidos và­nculos con el narcotráfico, resultà³ vencedor, con el apoyo de solo el 25 % de los electores inscritos para votar, en la contienda por ocupar el Palacio de Nariño. Son innegables los và­nculos que Uribe mantuvo con el Cartel de Medellà­n desde que fue alcalde de la capital departamental antioqueña a finales de la dà©cada de 1970. Fue en esa à©poca que Pablo Escobar Gaviria, jefe del Cartel de Medellà­n, logrà³ proyectar una imagen de “ciudadano ilustre y benefactor” por los proyectos comunitarios que financiaba con el aval y la coordinacià³n del entonces alcalde de la ciudad, el actual Presidente de la República. Mientras fue Director de Aeronáutica Civil entre marzo de 1980 y agosto de 1982, à©poca del gran ascenso de los carteles de Medellà­n y Cali, el hoy Presidente de Colombia concedià³, como nadie antes, decenas de licencias para piloto de aviacià³n y permisos para la construccià³n de aeropuertos al servicio del narcotráfico. Su ayudante en aquel entonces, el Vicedirector de Aeronáutica Civil, Cesar Villegas, fue convicto por cinco años por sus ingentes servicios a favor del Cartel de Medellà­n. Con los permisos y licencias generosamente otorgados por Uribe y Villegas, los carteles de Cali y Medellà­n tuvieron la mas poderosa flota de aviacià³n privada de Amà©rica Latina.

Durante los años 90, mientras Uribe era gobernador de Antioquia tuvo como Jefe de Gabinete a Pedro Juan Moreno, quien fuera acusado por la DEA en agosto de 2001 por la compra de 50,000 kilogramos, (50 toneladas), de precursores quà­micos para el procesamiento de la cocaà­na, por un valor en la calle de 15,000 millones de dà³lares. Como si fuera poco, Pedro Juan Moreno fue uno de los encargados de la campaña de Uribe Velez para las elecciones de mayo de 2002.

Si nefasta fue la gobernacià³n de Uribe en el Departamento de Antioquia (eliminacià³n fà­sica de decenas de miles de campesinos, legalizacià³n de las bandas paramilitares, asesinato de sindicalistas, ejecucià³n selectiva de periodistas, exterminio de militantes de izquierda, impunidad absoluta para los militares responsables de masacres, …) más aún lo es la aplicacià³n truculenta de su modelo neoliberal-fascista a todo el paà­s. A partir de su toma de posesià³n de la Presidencia de la República, el 7 de agosto cuando anunciara arrogantemente su guerra total contra el pueblo, mientras los audaces cohetes disparados por las FARC-EP, burlando el formidable aparato de seguridad del Estado, le recibieran cálidamente en pleno Palacio de Nariño, este representante orgánico de la ascendente narcoburguesà­a pro-yanqui colombiana impone decretos fascistas como el del Estado de Conmocià³n Nacional e impulsa legislacià³n por la via del fastrack (¿Blitzkrieg?) como la que pretende reclutar un millà³n de informantes (delatores) armados bajo la fà©rula del Ministerio del Interior y con fuertes và­nculos con el paramilitarismo legitimado de facto, y utilizarlos implacablemente contra todo el que cuestione la profundizacià³n del nuevo orden neoliberal ya en descrà©dito . Como si fuera poco, y con el beneplácito de los halcones de la guerra colombianos y yanquis, Uribe impulsa, a la velocidad del rayo y siguiendo el programa de su campaña electoral, la legalizacià³n, expansià³n y financiamiento estatal de las bandas paramilitares siguiendo su tristemente cà©lebre modelo antioqueño de las genocidas Cooperativas Convivir.

Ante la sangrienta y genocida escalada de la guerra imperialista y oligárquica en Colombia que anuncia graves calamidades para todos los pueblos de Nuestra Amà©rica, incluyendo a Puerto Rico, la solidaridad de todos(as) con el pueblo colombiano y sus organizaciones revolucionarias se hace urgente. La amenaza del binomio fascista Bush-Uribe nos compele, por nosotros(as) y por todos los pueblos del continente y del mundo, a actuar consecuentemente con nuestra conciencia solidaria. En lo concreto nuestra tarea prioritaria implica neutralizar y contrarrestar la creciente campaña que a travà©s de los grandes medios de prensa internacionales al servicio del Imperialismo pretende presentar a la insurgencia como narcoguerrilla y que acusa falsamente a las organizaciones revlucionarias FARC-EP, ELN y EPL de narcoterroristas.

* Miguel Cruz Santos es miembro de la direccià³n nacional de Refundacià³n Comunista (Puerto Rico), miembro de la Comisià³n de Relaciones Internacionales del Frente Socialista (Puerto Rico) y un dirigente del Comità© de Puerto Rico de Solidaridad con los Pueblos de America Latina.

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