Carta de Dr. Mayed Nassar
Beit Sahur, Palestina, 17 de enero de 2003
Fuente: C.S.C.A.
“Se fueron y nos quedamos, no con miedo sino tristes al ver la clànica en tal estado de desastre. Los amigos vinieron y nos quedamos allà toda la noche porque la clànica estaba totalmente abierta. A eso de las 7 de la mañana empezamos a reparar las cosas y a limpiar. A pesar del vigente toque de queda, pudimos acabar el mismo dàa. A media tarde todo estaba en su sitio como antes. El equipo de emergencia ha vuelto a trabajar como de costumbre. Aquà seguimos.”
“Estimadas/os amigas y amigos:
El pasado 16 de enero, poco despuà©s de las 22:00 horas soldados israelàes atacaron la clànica de Beit Sahur [1]. Hasta el 13 de enero de 2003, tenàamos un equipo de emergencia permanente y de 24 horas en la clànica. Aunque todavàa estábamos en situacià³n de toque de queda, que nos fue impuesto el pasado 22 de noviembre de 2002, decidimos cerrar el servicio nocturno para tomar unos dàas de descanso y recuperarnos de la fatiga acumulada.
Oàmos una explosià³n y algunas descargas. El alcalde de Beit Sahur me llamà³ al igual que lo hicieron otros amigos poco despuà©s para decirme que los soldados israelàes estaban golpeando la puerta de hierro de la clànica para abrirla. Habàamos tenido una muy mala experiencia el pasado mes de abril cuando mataron a Atallah Hayek, de Beit Sahur en circunstancias muy similares. Habàa conducido hasta un edificio de apartamentos de su propiedad cuando los vecinos le llamaron para decirle que los soldados estaban forzándolo para entrar. Le dispararon fatalmente cuando todavàa estaba en su coche, tratando de convencer a los soldados de que à©l mismo les abriràa las puertas del edificio, y sangrando hasta morir antes de que una ambulancia pudiera llegar.
Decidimos esperar. Yo no vivo lejos de la clànica y pude oàr la conmocià³n y los golpes sobre las puertas de hierro desde el balcà³n de casa. Al mismo tiempo, los soldados tiraron una bomba de sonido que detonaron a la entrada de la clànica. Hallamos el residuo delante de la puerta. Recibà otras llamadas un poco despuà©s de los vecinos para decirme que los soldados habàan entrado a la clànica. Sobre las 23.45 de la noche, recibà una llamada de los soldados:
– “Mi nombre es capitán tal y tal… Estoy en la clànica y quiero que està©s aquà dentro de cinco minutos”.
– “Si, ya se que estáis en la clànica. Pero hay toque de queda y tus soldados dispararán”.
– “No, no lo harán”.
– “Asegúrate de decirles que no disparen. Además, ¿cà³mo sabrán que soy yo?”
– “Cuando te vayas acercando a la clànica simplemente grita mi nombre y los soldados lo
sabrán”.
– “Mi esposa viene conmigo a la clànica, asà que advià©rteles que serán dos las personas que se acerquen”.
Cuando llegábamos a la clànica, grità© su nombre y seguimos hasta que alcanzamos a la entrada. Habàa por lo menos cuatro jeeps y un camià³n más grande. Los soldados habàan rodeado el edificio. El soldado que hablaba un árabe muy bueno nos dijo que nos quedásemos afuera hasta que los soldados acabaran la inspeccià³n. Dijo que estaban buscando terroristas, que podràa haber disparos y que era por nuestra propia seguridad.
`Cuestià³n de seguridad`
Finalmente, alrededor de la 1 de la madrugada, unos 12 soldados salieron del edifico y entramos en la clànica juntos. Todas las puertas habàan sido forzadas y sus marcos estaban dañados. Algunos habàan sido extraàdos incluso de la pared. Como el tiempo estaba lluvioso y habàa fango en la calle, en todas las salas habàa huellas de barro. Hasta el quirà³fano estaba sucio. El falso techo, que habàa sido dañado, se hundià³.
Antes de que se fueran, el soldado me asegurà³ que esto habàa sido necesario porque era una cuestià³n de seguridad. Le dije que tenàa mi número de telà©fono y que tambià©n sabàa el número del alcalde y que habràamos podido abrirles las puertas sin necesidad de destrozarlo todo.
Se fueron y nos quedamos, no con miedo sino tristes al ver la clànica en tal estado de desastre. Los amigos vinieron y nos quedamos allà toda la noche porque la clànica estaba totalmente abierta. A eso de las 7 de la mañana empezamos a reparar las cosas y a limpiar. A pesar del vigente toque de queda, pudimos acabar el mismo dàa. A media tarde todo estaba en su sitio como antes.
El equipo de emergencia ha vuelto a trabajar como de costumbre. Aquà seguimos.
Dr. Majed Nassar, director de los Comità©s Populares de la Salud.
Palestina