Site-Logo
Site Navigation

Después de la agresión

8. May 2003

Resolucià³n del Campo Antiimperialista

La resistencia iraquà­ y el orden mundial yanqui

1.
La formula “ninguna sangre por petrà³leo” no explica las motivaciones reales de la agresià³n anglo-americana contra Irak. La “guerra permanente, preventiva y global” proclamada por los EE.UU. despuà©s del 11 de Septiembre 2001 era la respuesta al fracaso del “Nuevo Orden Mundial” anunciado despuà©s de la guerra del golfo de 1991.
La pax americana ofrecà­a la integracià³n de sus enemigos despuà©s de su rendicià³n y prometà­a la distensià³n global. En la forma del Clintonianismo penetrà³ profundamente en la inteligencia europea transformando la izquierda histà³rica en un liberalismo de izquierda como elemento de apoyo fundamental para el imperialismo.
Sin embargo, despuà©s de una dà©cada, las contradicciones internas del dominio global de EE.UU. – que en última instancia se deben a las desigualdades sociales y nacionales abismales – se han vuelto tan explosivas que ya no pueden ser escondidas. El “choque de las culturas” ha sustituido el “fin de la historia”. El inicio de la Nueva Intifada mostrà³ al mundo entero que los “acuerdos de paz de Oslo”, el paradigma del “gran proyecto global” de Clinton, fracasaron y la resistencia tiene que resurgir.
Ya era antes de los ataques al WTC (Centro Mundial de Comercio) que fuerzas neo-conservadoras ligadas a la oligarquà­a imperialista yanqui habà­an presionado por un cambio significativo de la polà­tica. La supremacà­a militar de la nacià³n dirigente deberà­a ser utilizada sin vacilacià³n y preventivamente contra toda la oposicià³n posible que podrà­a volverse una amenaza futura para su dominio mundial. Washington es incapaz de ver en un verdadero delirio de omnipotencia que esta opcià³n polà­tica acelerará la perdida de su hegemonà­a polà­tica ya debilitada. El dominio brutal y abierto por la fuerza a largo plazo siempre es mas dà©bil que la integracià³n polà­tica.
La guerra contra Afganistán era de gran significado simbà³lico. En una batalla lo mas desigual posible el Estado mas rico y militarizado del mundo derrotaba el Estado mas pobre y desintegrado, dirigido por una milicia seguidora de una concepcià³n obscurantista de la sociedad. Eligiendo el enemigo mas dà©bil, la humillacià³n del 11 de septiembre debà­a ser vengada. Pero el mito de la invulnerabilidad como precondicià³n de la invencibilidad ya no podà­a ser restaurado. En todo caso esta guerra sà³lo era un preludio.
Desde el inicio Irak era el objetivo principal del rà©gimen de Bush. Mientras que la batalla principal por el delineamiento del futuro orden mundial será combatida en el Oriente Extremo, el incendio de su crisis aguda se manifestará en Medio Oriente. Este último nuevamente parece el nudo gordiano. La resistencia palestina contra el sionismo sà³lo es la cumbre del iceberg. El Islam polà­tico acumula mas y mas dinámica corrosiva, amenazando pilares histà³ricos del dominio estadounidense como los regà­menes saudita y pakistanà­ que derivan su legitimacià³n del Islam. Tarde o temprano la rebeldà­a popular contra el yugo imperialista tiene que explotar acabando con toda la arquitectura imperialista en la regià³n.
El ataque contra Irak tenà­a el objetivo de salvaguardar preventivamente esa arquitectura. Destruyendo uno de los últimos rocafuertes del panarabismo, todos los paà­ses vecinos deberà­an entender la leccià³n asà­ como tambià©n los movimientos de resistencia. A pesar de que Irak era uno de los poderes árabes mas fuertes su capacidad de defensa era debilitado significativamente por las sanciones de los años 90. Su aislamiento diplomático lo hizo un enemigo fácil.
Al mismo tiempo la guerra preventiva se caracteriza por un unilateralismo significativo. “Quien no es con nosotros es contra nosotros” significa un orden de subordinacià³n total bajo la direccià³n yanqui. Asà­ la guerra tambià©n era una señal indirecta a los aliados europeos y Rusia que quieren mantener cierta independencia para poder maniobrar.

2.
En tà©rminos militares la cuestià³n no era si los EE.UU. vencerán la guerra o no, sino sà³lo cuanto tiempo la guerra durará. La supremacà­a militar de los EE.UU. es talmente aplastante que no hay ninguna nacià³n o Estado perifà©rico que serà­a capaz de resistir contra un asalto frontal sin apoyo serio de otros. La fuerza militar yanqui proyectada contra una solo objetivo no puede ser parada ni con la moral de combate mas elevada.
Por esto la resistencia iraquà­ de las primeras dos semanas de guerra sorprendà­a a todo el mundo. Las batallas de Um Quasr, Basra y Nasseriya mostraban un espà­ritu de combate decidido en las regiones del sur shià­ta. Falsificando la propaganda de los medias no hubo ni disertaciones de masa ni levantamientos populares.
Todo lo contrario: la avanzada militar rápida de las tropas yanquis por el desierto despoblado – para evitar confrontaciones en áreas pobladas mas densamente – incluso causaba problemas considerables al invasor. Sus là­neas de abastecimiento eran demasiado largas y sus fuerzas sufrieron asaltos repetidos.
En la defensa territorial alrededor de Bagdad, las fuerzas iraquà­es sin embargo parecieron involucrarse en una guerra convencional donde sufrieron mayores perdidas y fueron derrotadas rápidamente.
Todas las esperanzas se concentraron en la batalla por Bagdad. Pero el aeropuerto internacional fue dejado al agresor casi sin mayores enfrentamiento. Ni las pistas de aterrizaje fueron destruidas. Frente al asalto cercano a Bagdad, parece que ni la mas mà­nimos requisitos para el combate urbano fueron cumplidos, asà­ que la avanzada al centro de la ciudad y del poder por parte de las fuerzas de los EE.UU. no enfrentaba mayor resistencia. Es obvio que la direccià³n no estaba preparada al combate y de facto decidià³ rendirse. Si fue por medio de un acuerdo o simplemente una huida, dejando a las tropas a su propia suerte, es imposible a saber – pero tampoco no tiene mucha importancia. En todo caso, considerando la moral de las tropas y de la poblacià³n, parece que una resistencia mas larga y dura hubiera sido posible.
El problema por lo tanto era la decadencia de la jerarquà­a baathista y no tanto un cansancio del pueblo a resistir. Es probable que a pesar de su descontento con el rà©gimen de Saddam, hubiera sido dispuesto a defender su patria contra el invasor imperialista si la columna vertebral del Estado hubiera seguido a la resistencia.

3
El hecho que el aparato estatal baathista no era capaz o no querà­a enfrentar la agresià³n es una última prueba que un choque frontal con el imperialismo no es el interà©s de la burguesà­a nacional y de los notables corruptos, los sectores sobre los cuales se apoyaba el baathismo, a pesar de las proclamas antiimperialistas de califa moderno al poder. Sà³lo con una guerra popular en las zonas urbanas, una lucha sobre la base de la movilizacià³n de las clases pobres, del proletariado y semi-proletariado urbano, los campesinos y obreros, una resistencia prolongada hubiera sido posible. Pero el baathismo ya perdà­a desde hace tiempo el apoyo de estas clases – si lo habà­a tenido en alguno momento. A diferencia de otros paà­ses árabes, el baathismo iraquà­ surgà­a de un choque abierto con el movimiento popular de las clases pobres. En funcià³n anti-proletaria el baathismo usaba, a parte del apoyo de la burguesà­a nacional y los viejos notables patriarcales, incluso sectores de las fuerzas reaccionarias feudales filo-británicos. Siguiendo a su toma de poder, tenà­a que realizar medidas sociales antiimperialistas entre los cuales destacaba la nacionalizacià³n del petrà³leo – en lo que contaba el apoyo del partido comunista (que asà­ se tendià³ el lazo con el cual habrá sido colgado). A pesar de hacer asà­ un paso hacà­a los intereses de las masas populares, consiguientemente acababa por completo con su independencia polà­tica, depurando el ala de izquierda del partido Baath, destruyendo el Partido Comunista y reprimiendo otras expresiones del movimiento popular. Con la guerra contra Irán tracionaba por completo a las clases populares a favor de los intereses delimperialismo.

4.
Nadie en Irak perderá una lágrima por Saddam. Pero aun menos hay sector significante de los iraquà­es árabes que dan la bienvenida a los invasores. Frente a la agresià³n imperialista exaltaron los sentimientos nacionalistas – a pesar de la derrota del baathismo. Las imágenes de la propaganda estadounidenses nunca podà­an mostrar grandes concentraciones de gente saludando a las tropas de ocupacià³n. Cuando se tumbà³ la estatua de Saddam, tenà­an que hacerlo los soldados yanquis mismos. Incluso los pocos iraquà­es que los acompañaron – probablemente seleccionados debidamente por los EE.UU. – protestaron cuando se tratà³ de alzar la bandera yanqui. Sà³lo en Saddam City un pequeño sector lumpen saludà³ a los americanos. Nada parecido a los acontecimientos de Europa del Este en 89/91 sucedà­a.
Reportajes recientes indican que las tropas estadounidenses instigaron los saqueos para destruir los remanentes del viejo rà©gimen y para sembrar el desorden público en el paà­s.
Sà³lo en las áreas kurdas la presencia de los EE.UU. fue bienvenida por la poblacià³n, reflejándose en asambleas de masas en las calles de Kirkuk. Esto tambià©n fue inspirado para mostrar fuerza frente a los residentes trucomanes y árabes de la ciudad considerada la capital de la Kurdistán iraquà­.

5.
Sà³lo unos pocos dà­as despuà©s de haber restablecido aparentemente el orden público, surgieron ya las primeras protestas de masa dirigidas por algunos imanes shià­tas. Sus consignas eran muy claras: “No a Saddma, no a la ocupacià³n de EE.UU! Si a la libertad – Si a la república islámica!”. El Islam polà­tico de orientacià³n shià­ta podrà­a convertirse en la fuerza dirigente de la resistencia popular creciente contra la ocupacià³n.
Vale la pena notar la diferencia a la situacià³n en el Sur de Là­bano despuà©s de la invasià³n de 1982 donde inicialmente la poblacià³n shià­ta asistà­a pasivamente a la avanzada del ejercito sionista. Costaba años de atrocidades israelà­es a hacer surgir una resistencia popular.
Cabe mencionar que la direccià³n shià­ta de Al Hakim ligada a Irán no se opuso a la agresià³n estadounidense, respetando asà­ la promesa iranà­ de “neutralidad”. Esta posicià³n oportunista y reaccionaria sin embargo no era suficiente para permitirles cosechar los frutos deseados. Washington tratará presumiblemente de excluir a estas fuerzas de su rà©gimen tà­tere. Es por esto que Al Hakim boicoteaba los primeros intentos de construir un gobierno basado en fuerzas locales en Nasseriya.
A pesar de que el islamismo shià­ta podrá jugar un papel dirigente en la lucha contra la invasià³n por ser representante de la mayorà­a de la poblacià³n, es obvio que la resistencia islámica se apoya sobre un fuerte sustrato nacionalista árabe-iraquà­ que los mismos imanes no pueden ignorar.
A pesar de su jerarquà­a clara, el clero shià­ta a no es centralizado como el clero catà³lico. Por lo tanto diferentes imanes compiten por la direccià³n y no está decidido todavà­a si alguna de las corrientes logrará imponer su supremacà­a. Las cuestiones conectadas a esto son la relacià³n con Irán, con la poblacià³n sunnita, con lo que queda del baathismo y con la administracià³n militar yanqui. Una direccià³n demasiado cercana a Irán como Al Hakim corre riesgo de pisotear los sentimientos nacionales por la común desconfianza en los vecinos persianos. Esto tambià©n es factor decisivo para una posible coalicià³n con los sunnitas ya que entre ellos la tradicià³n árabe nacionalista es aún mas fuerte. En las manifestaciones de masa aparecieron banderas con la consigna “Shia y Sunna unidos por un Estado islámico!” – un desafà­o no-resuelto por los dirigentes shiitas. A pesar de la politizacià³n del clero shà­ita en los años 60 y 70 con su culminacià³n en la revolucià³n iranà­, todavà­a existe una fuerte tendencia quietista con su correspondiente doctrina teolà³gica llamada “takiyya”. Hay que observar si de ahà­ incluso podrà­a surgir una tal tendencia dispuesta a cooperar con los ocupantes.
En lo que se refiere a la poblacià³n sunnita, el Islam polà­tico tambià©n está en auge. Sin embargo entre la clase media y la elite, que contiene un elemento cristiano, la tradicià³n secular nacionalista es demasiado fuerte para simplemente desaparecer ante los nuevos desarrollos. Tarde o temprano resurgirá una nueva direccià³n dispuesta a aceptar un estado islámico-nacionalista con la precondicià³n de garantizar los derechos democráticos básicos.
La ocupacià³n anglo-americana no será aceptada por la gran mayorà­a de los iraquà­es árabes mas allá de la corriente religiosa a la cual pertenece. Si la dominacià³n extranjera se prolonga, la resistencia polà­tica de masas será acompañada por acciones armadas que las tropas yanquis no aguantarán con su actual fuerza militar presente en la regià³n (algo que pudiera llevar al envà­o de mercenarios de paà­ses filo-americanos como refuerzo).
Washington enfrenta un grave problema con la instalacià³n de un rà©gimen dependiente. A diferencia de Afganistán no tienen ningún aliado local relevante ya que el INC (Congreso Nacional Iraquà­) de Ahmed Chalabi es considerado una fuerza extraña sin raà­ces locales, importada por los EE.UU. La direccià³n kurda, dispuesta a cooperar, no puede jugar un papel dirigente ya que tienen una fuerte hostilidad a la mayorà­a árabe y porque los principales aliados de los EE.UU. se oponen a esto. Por el otro lado los nuevos dueños quieren evitar que las fuerzas pro-iranà­es y el Islam polà­tico se reforzarán ante su oposicià³n al americanismo como forma del dominio global.

6.
Los principales paà­ses de la regià³n, incluyendo los aliados mas fieles de los EE.UU. como Arabia Saudita, Turquà­a y Egipto, son opuestos al dominio colonial yanqui. Incluso para ellos mismos la presencia americana constituye una amenaza que pueda limitar aún mas sus márgenes de maniobra.
Con las recientes amenazas contra Damasco los vencedores han demostrado que intentan utilizar las nuevas relaciones de fuerza para obligar a todos los Estados a subordinarse por completo a los intereses estadounidenses-israelà­es. Los Saudà­es sabe que un Irak completamente controlado por los EE.UU. limitará su papel como pilar central de los EE.UU. en la regià³n y los presionará fuertemente a ceder en su Wahabitismo como doctrina de Estado – algo imposible a cumplir para ellos.

7.
Despuà©s de la ocupacià³n anglo-americana del Irak que en lo inmediato fortalece internacionalmente al agresor, Francia, Alemania y Rusia que se opusieron a la guerra, tienen que moderar su là­nea buscando a restaurar sus relaciones con los EE.UU. y venciendo las diferencias. Insisten en un papel dirigente de la ONU en Irak. Un compromiso será posible siempre cuando confirma la predominancia estadounidense y el papel subordinado de la ONU que asà­ dará una justificacià³n retroactiva para la agresià³n. A pesar de que el conflicto entre EE.UU. y sus aliados-rivales ya no puede ser negado, será cubierto en lo inmediato por las nuevas relaciones de fuerza que favorecen a los EE.UU. Sin embargo debajo de la superficie continuarán las tensiones y saldrán nuevamente a luz pública siempre cuando aparecerá una nueva oportunidad para los opositores.
Las fuerzas imperialistas secundarias sin embargo enfrentan un dilema estratà©gico. Son demasiado dà©biles para desafiar seriamente la supremacà­a estadounidense y dependen de Washington en asegurar la seguridad del orden mundial imperialista como tal del cual ellos mismo forman parte y se aprovechan. La Unià³n Europea siempre ha sido un proyecto ambiguo desde los inicios. Mientras que por un lado indudablemente existe el elemento de unificacià³n para defender mejor los intereses de la burguesà­a europea contra los EE.UU., por el otro lado los EE.UU. siempre han apoyado el proyecto de la UE para tenerlo bajo control. Esto, dicho sea de paso, es la razà³n por la cual fuertemente insten en la integracià³n de Turquà­a en la UE.
Para oponerse realmente a los EE.UU. obviamente la burguesà­a tendrà­a que romper la UE y establecer un nuevo eje con Rusia, China y posiblemente India. Lo que sucede ahora es todo lo contrario. Con la adhesià³n de nuevos Estados de Europa del Este, la mayorà­a de ellos bajo control fà©rreo polà­tico y militar de los EE.UU. a travà©s de la OTAN, la influencia estadounidense en la UE crecerá. La iniciativa de Francia, Alemania y Bà©lgica de construir un bloque militar común no es otra cosa que diplomacia de amenazas sin mayor seriedad.
Si de verdad perseguirà­an esta idea seriamente, significarà­a en primera instancia echar a las bases estadounidenses y romper la Unià³n – un terremoto altamente inimaginable.

8.
Como en Afganistán la guerra contra Irak y la consiguiente ocupacià³n por un lado fortalecen la supremacà­a militar del único superpoder mundial, pero por el otro lado ese es incapaz de resolver las contradicciones sociales y polà­ticas creadas y con esto agudiza la oposicià³n creciente contra el imperio yanqui. Lo mas que los EE.UU. son obligados a recorrer a las fuerza militar, los mas oposicià³n y resistencia popular tienen que enfrentar – por los menos a largo plazo.
Los problemas polà­ticos crecientes de Washington son combinados con una interdependencia creciente de Europa y Japà³n. Sà³lo hasta cuando capitales inmensos de estas regiones continúan siendo atraà­dos e invertidos en los EE.UU., puede mantenerse la estabilidad imperial. El flujo permanente de capitales depende de las tasas de ganancia superiores en EE.UU. que son directamente ligadas a su predominio global. Washington pro lo tanto es obligado a recorrer a la fuerza militar y con esto a agravar la espiral de la guerra permanente y preventiva.
No podemos predecir hasta cuando el sistema global puede contener sus contradicciones intrà­nsecas. Pero ya surgen voces hasta entre los analistas de EE.UU. mismos que advierten que el poder militar global de los EE.UU. tiende a sobre estimar su fuerza.. Desde luego el presupuesto militar yaqui puede ser aumentado mas y existen suficientes recursos para hacerlo. Pero los EE.UU. serán obligados a enfrentar guerras tambià©n contra enemigos mas fuertes y contra diversos enemigos al mismo tiempo. La guerra preventiva es justamente la manera con la cual los EE.UU. quieren impedir que sus enemigos numerosos forman una coalicià³n, se refuerzan y asà­ se convierten en una amenaza incontrolable. Cuando surgirá una posibilidad realista donde los EE.UU. podrà­an sufrir una derrota seria, es probable que los poderes imperialistas secundarios y regionales apoyan a la resistencia antiamericana.. Ante estas contradicciones crecientes imposibles a resolver, los EE.UU. con menos de 5 % de la poblacià³n mundial no pueden controlar y dominar el resto del mundo a largo plazo. Tarde o temprano el poder monopolar de los EE.UU. es destinado a caer, abriendo el camino a un mundo multi-polar y con esta a nuevas oportunidades para la lucha y victorias antiimperialistas y revolucionarias.

9.
Sectores importantes de las masas populares de Europa asà­ como de la inteligencia se opusieron a la agresià³n yanqui. Eran sorprendidos y aterrorizados por la dureza con la cual los EE.UU. violaban todos los valores que siempre han proclamados los suyos y sus principales protectores, por la brutalidad en su polà­tica de predominio global. Esto era el sentimiento básico en las movilizaciones que surgieron a lo largo de Europa. No es una sentimiento antiimperialista y menos anticapitalista. En cierto sentido es la defensa del mundo “clintoniano” sin conflictos – una ilusià³n hecha pedazos por el imperialismo.
Sin embargo las movilizaciones constituyeron un cambio significativo en la opinià³n pública y en el movimiento anti-globalizacià³n. Este ultimo siempre se ha opuesto al capitalismo salvaje sin atacar el imperialismo en su forma real. el predominio estadounidense. Proclamaba contraponer a la globalizacià³n “otra globalizacià³n desde abajo” sin entender que la globalizacià³n sà³lo es posible en la forma del dominio yanqui. Los acontecimientos recientes definitivamente falsificaron las tesis de Toni Negri que hay un imperio sin centro de poder. Sectores importantes del movimiento empiezan a entender que tenemos que oponernos al dominio estadounidense como baluarte central y garante de imperialismo y capitalismo.
El antiamericanismo crece no sà³lo en las periferias del sistema imperialista, sino tambià©n en Europa. Ya que las burguesà­as europeas son obligados, en una forma u otra, a mantener su alianza con los EE.UU., los sentimientos antiamericanos contienen un elemento antagonista – a pesar del hechos que surgen de ilusiones democrático-burguesas.
Para el prà³ximo perà­odo el antiamericanismo es una posibilidad para desarrollar las fuerzas antiimperialistas y anticapitalistas dentro de amplios sectores de las masas – es una opcià³n para forjar un movimiento antagonista no sà³lo en el sentido polà­tico estricto sino tambià©n en un sentido amplio cultural. El Antiamericanismo al mismo tiempo es el enlace indispensable con la lucha de los pueblos oprimidos del mundo.

Tropas de ocupacià³n fuera del Irak y del Golfo!
No a una gobierno de ocupacià³n ni de los EE.UU. ni de la ONU!
Por el derecho a la autodeterminacià³n – apoyo a la resistencia antiimperialista!
Libertad para Palestina!
Abajo la pax americana!
Resistir y combatir el imperialismo yanqui, enemigo de la humanidad!

Campo Antiimperialista, 25 de Abril 2003

Topic
Archive