omunicado de las FARC-EP
En mayo de 1964, Guillermo Leà³n Valencia, Presidente de la República por el frente nacional, incitado por el Senado y apoyado por el Gobierno de los Estados Unidos, lanzà³ la operacià³n Marquetalia como imperativo del Plan Laso, proyecto contrainsurgente de Washington que se habàa trazado el objetivo de exterminar al “enemigo interno”, buscando impedir a toda costa una revolucià³n en el continente como la que acababa de ocurrir en Cuba. Como consecuencia de esta agresià³n, surgieron las FARC hace 39 años.
En ese entonces Marquetalia era el espacio de trabajo pacàfico de curtidos guerrilleros que conducidos por Jacobo Prias y Manuel Marulanda habàan eludido la tramposa pacificacià³n del General Rojas Pinilla, mantenido a raya la manguala agresiva de liberales auto proclamados “limpios”, ejà©rcito y policàa que los perseguàa, y que, ni ante Rojas ni ante el Gobierno del frente nacional habàan entregado sus armas.
En enero de 1960 habàa sido asesinado por los liberales en Gaitania, Sur del Tolima, el inolvidable Jacobo Prias (Charro Negro). Los hombres de Marulanda esperaron justicia por parte del Estado, pero esta nunca llegà³.
El asesinato de Jacobo Prias fue la chispa polàtica, el detonante de la lucha guerrillera del pueblo, que luego del ataque a Marquetalia y de atravesar por varias etapas, hoy ha completado su despliegue en todo el territorio nacional y se apresta a librar batallas decisivas por la libertad, la justicia social y el nuevo poder.
De Marquetalia al 2003, Estados Unidos ha incrementado su intervencià³n en Colombia en proporcià³n a su ambicià³n geopolàtica; desde la guerra bacteriolà³gica de 1964 hasta la que hoy despliega con sofisticada tecnologàa militar, el imperio y la oligarquàa han convertido a nuestro paàs en un enclave que apunta a mejorar el posicionamiento del neoliberalismo y la implantacià³n del ALCA en el continente.
Una constante histà³rica de la Oligarquàa y de la Casta polàtica que gobierna a Colombia ha sido y sigue siendo la utilizacià³n de la violencia del Estado, pretendiendo que el hambre y las necesidades vitales del pueblo se pueden resolver a punta de plomo. Fue lo que ocurrià³ en Marquetalia, en Casa Verde en diciembre de 1990 y en San Vicente del Caguán en febrero del 2002.
La solucià³n polàtica del conflicto, objetivo estratà©gico esencial de las FARC-EP, se ha visto permanentemente obstruida por esa ciega actitud de los cogollos del poder que se niegan a aprender de la historia y se empecinan en una ilusoria derrota militar de la guerrilla.
No decàan en 1964 que Marquetalia seràa tomada en un mes? Han transcurrido 39 años y Marquetalia se ha multiplicado a lo largo y ancho del paàs.
Derrotar a la insurgencia por la vàa de las armas, creer que esto lo resuelve la intervencià³n militar directa de los Estados Unidos, pretender que el pueblo se someta mansamente a la violencia y a la injusticia del Estado, es un desvarào. Uribe Và©lez es lo más parecido a un vendedor de espejismos y de ilusiones, convertidas en esperanzas para Ricos y Oligarcas que anhelan prolongar la injusticia.
Su programa de “Seguridad Democrática “es el programa de la dictadura y la violacià³n de los derechos humanos, de la polàtica neoliberal y la renuncia a la soberanàa, de la guerra total y el abrazo del Gobierno con sus paramilitares.
La puesta en marcha de las nuevas Brigadas mà³viles, los Batallones de alta montaña, el millà³n de sapos, el incremento del pie de fuerza y de medios bà©licos, los “soldados campesinos”, la proteccià³n de la infraestructura econà³mica, etc., demandan billones y billones de pesos.
Colombia es un polvoràn social a punto de estallar. Casi 30 millones de compatriotas viven la pobreza, mas de 3 millones no tienen empleo y 6 millones 800 mil sobreviven del rebusque, que es desempleo disfrazado. Y remata este sombrào panorama la quiebra empresarial, la fuga de capitales, el dà©ficit fiscal, y una deuda, cuyos intereses de amortizacià³n, consumen el 70 % de los ingresos totales del Gobierno.
La financiacià³n de la guerra está saliendo del bolsillo de la gente, de los fondos de los programas sociales y de los emprà©stitos y la “ayuda” norteamericana. Esta última es al mismo tiempo el boquete de la intervencià³n y el grillete de la dependencia, el mercado de la industria militar yanqui y el zarpazo a las riquezas del paàs.
Las llamadas zonas de rehabilitacià³n de Arauca y los montes de Maràa son los escenarios donde la dictadura viola todos los derechos humanos con el exclusivo propà³sito de proteger los intereses de empresas petroleras norteamericanas. Colombia debe oponerse a esta arbitrariedad como a la fumigacià³n que se hace del paàs con el glifosato de la miseria y la devastacià³n ecolà³gica, tambià©n por exigencia de ese imperio.
No queda otro camino que el de la resistencia de todo el pueblo a las pesadas y cada vez mayores cargas tributarias, a las tropelàas de las reformas laboral y pensional que arrebatan al trabajador, sin ninguna consideracià³n, parte de su salario y conquistas; resistencia para evitar que decretos liberticidas emanados de la conmocià³n interior sean incrustados en la legislacià³n permanente como sustento juràdico de la dictadura; resistencia a la aprobacià³n del estatuto anti-terrorista, con el que se encubren los fascistas del Congreso y del Gobierno, porque al desfigurar el delito polàtico y las causas del alzamiento armado, refuerza el cerrojo contra toda posibilidad de solucià³n polàtica del conflicto; resistencia, en fin, a la guerra y al Gobierno ilegàtimo de Uribe.
Uribe Và©lez no representa al paàs. Llegà³ a la presidencia con una votacià³n fraudulenta y raquàtica frente a un gran potencial electoral. Es el Gobierno de un grupo minoritario, de la derecha fascista y del paramilitarismo no es el Gobierno de todos los colombianos.
Desde Marquetalia y desde siempre hemos privilegiado la solucià³n polàtica al conflicto social y armado y no vamos a renunciar a esta posibilidad. En 1984, en desarrollo del acuerdo de la Uribe, las FARC-EP se convirtieron en plataforma de lanzamiento de un nuevo movimiento polàtico amplio, la Unià³n Patrià³tica, pero esta fue borrada a balazos de la vida polàtica nacional. Fueron más de 4.000 los dirigentes, activistas y militantes asesinados por sicarios del B-2 y por paramilitares con el apoyo de la comandancia General del Ejà©rcito.
Por eso, el movimiento bolivariano por la nueva Colombia, que lanzamos hace tres años en San Vicente del Caguán y que hoy se extiende por la geografàa de la Patria, es clandestino. Y al mismo tiempo es amplio, porque en Bolàvar nos encontramos todos.
Como hace 172 años, la preocupacià³n del Gobierno de Washington sigue siendo Bolàvar, porque su pensamiento sembrado en la tierra de nuestra Amà©rica está germinando como unidad de los pueblos y alternativa a la hegemonàa del imperio.
Con estas premisas, en su 39 aniversario, las FARC-EP mantienen en alto su voluntad de paz y de búsqueda de una solucià³n polàtica al conflicto, y están dispuestas a retomar el diálogo con un Gobierno que tenga igual actitud. Sino se busca pronto un acuerdo de paz, ningún Gobierno de la Oligarquàa podrá gobernar como antes. La solucià³n del conflicto interno de Colombia corresponde hacerlo a su pueblo, a sus dirigentes, en su Patria, porque no estamos los colombianos en guerra contra otra nacià³n soberana de la regià³n ni del mundo.
En menos de un año Uribe Và©lez ha logrado el incendio del paàs con el fuego de la guerra. Hay que frenar a ese Nerà³n enloquecido que está destruyendo la Patria, conducià©ndola a la quiebra y a la bancarrota total, a la pobreza extrema y a la situacià³n de colonia cautiva de los Estados Unidos.
Ante el fracaso y la ilegitimidad del actual Gobierno, proponemos iniciar contactos clandestinos tendientes a la conformacià³n de un nuevo Gobierno alternativo que saque al paàs de la encrucijada de la guerra, que lo libere del neoliberalismo y la dependencia, que lo redima social y econà³micamente y que haga posible la verdadera democracia y la paz.
Este nuevo Gobierno debe ser integrado por 12 Patriotas representantes de la vida polàtica, econà³mica, social, sindical, cultural, eclesiástica, incluido un Comandante de las FARC-EP. Inicialmente tendrá que trabajar en la clandestinidad, concretar un acuerdo polàtico y programático en beneficio de los colombianos y, luego, cuando pueda salir a la legalidad, oficializar de su seno, un candidato a la presidencia de la República, que convoque en las plazas públicas el respaldo popular contra las Castas corrupta
Es hora de ponerle tà©rmino a la dispersià³n que ha hecho posible tanto desafuero desde el poder.
Reiteramos la invitacià³n de nuestro comandante en Jefe, Manuel Marulanda Và©lez, a los Generales del Ejà©rcito y al conjunto de la oficialidad de las Fuerzas Armadas, para que nos encontremos en la clandestinidad y acordemos acciones que contribuyan a la salvacià³n de Colombia.
En este 39 aniversario, con la certeza plena en el triunfo, saludamos a todos los mandos y combatientes de las FARC-EP, a los milicianos de Bolàvar y a los militantes del Partido Comunista Clandestino. Rendimos un sentido homenaje a todos los combatientes farianos que han ofrendado su sangre generosa, desde Marquetalia hasta hoy, por la causa de la justicia social, la paz y la libertad. Su ejemplo es fuego y moral empujando nuestra lucha hasta la victoria final.
Vivan las FARC, ejà©rcito del Pueblo!
Vivan Marquetalia y Manuel Marulanda Và©lez
Con Bolàvar, con Manuel, con el pueblo al poder!
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP
Montañas de Colombia, 27 de mayo de 2003