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Los delirios de Toni Negri

7. February 2004

Por Heinz Dieterich

Fuente:Red Resistencia

A Carlos Morillo y la Unià³n Latinoamericana por la Democracia Participativa

Dentro del mercado de esotà©rica pseudocientà­fica, donde suele hacer su shopping ideolà³gico la actual izquierda, Antonio Negri es una de las mercancà­as más sobrevaluadas. Esto explica probablemente, porque fue invitado a una sesià³n plenaria del Foro Social Europeo (FSE), en noviembre del 2003, en Paris.

Sin embargo, como no hay mal que por bien no venga, el discurso del “filà³sofo” italiano ofrece in nuce la posibilidad, de entender la terrible confusià³n de su pensamiento, sin tener que pasar por las indigeribles cuatrocientos cincuenta páginas de su Empire, que escribià³ junto con el estadounidense Michael Hardt.

Negri inicià³ su discurso en el FSE con un lamento sobre los soldados italianos muertos en Irak. “Quisiera comenzar recordando con mucha piedad, con muchà­sima piedad… a los muertos de mi paà­s en Irak”, decà­a, para despuà©s declamar patà©ticamente, como si estuviera en una opera de Giuseppe Verdi, “¡Malditos! ¡ Malditos! ¡Malditos!”, refirià©ndose a aquellos que mandaron “a esos hombres a morir en Irak”.

Si bien es lamentable toda vida que se pierda en la guerra de Irak, no hay que olvidar que el contingente italiano es parte de una fuerza de agresià³n militar al servicio de la primera guerra del gran capital imperialista, del siglo XXI, que evoca el derecho a la legà­tima autodefensa nacional. Es revelador, que Negri lamente las bajas en las fuerzas imperialistas, sin decir una sola palabra sobre los iraquà­es muertos.

La guerra determina una “terrible ruptura” entre las fuerzas de paz y todos aquellos que en Italia la apoyaron, que incluye “buena parte de la izquierda”. ¿Quà© sentido tiene, calificar a los oportunistas socialdemà³cratas, los sectaristas y los liberales notoriamente invertebrados, de “izquierda italiana”? ¿Quà© tiene de izquierda esa fauna polà­tica que cubre el globo desde Argentina hasta Alemania, y desde Brasil hasta España?

Despuà©s, Negri nos alecciona que la guerra es “constituyente”, lo que significa que la “forma de la guerra ya no es simplemente la legitimacià³n del poder”. Aquà­, nuestro filà³sofo tiene las cosas al revà©s. Es, por lo general, el poder que legitima a la guerra, no viceversa, porque ante la carnicerà­a mercantilista, las elites dominantes que mandan a la grex a morir, requieren de apologà­as para las và­ctimas.

De esta manera aparece el iustum bellum, la guerra justa, en la cual mueren las và­ctimas por los fetiches construidos por los intelectuales del poder: los cruzados cristianos ad maiorem Dei gloriam; los musulmanes por la jihad; los estadounidenses por “la democracia”; los sionistas por el Yitzak Israel y los nazis por la liberacià³n del pueblo alemán, de la tiranà­a del “capital financiero judà­o”.

La guerra “querà­a presentarse” no ya como “guerra entre los estados, sino contra un enemigo público, contra una realidad interna”. ¿Los là­deres de los Estados en guerra no se convierten, automáticamente en el enemigo público número uno del Estado contrincante? ¿Puede hacerse la guerra de agresià³n, sin demonizar al otro?

Es más: ¿Ha habido en la historia de las guerras de agresià³n alguna elite que no haya aprovechado el supuesto peligro de una quinta columna interna? ¿Que no haya explotado la reduccià³n militar de los derechos democráticos para reprimir a sectores de la poblacià³n —socialistas, cristianos de base, nacionalistas independientes, trabajadores, intelectuales crà­ticos— que definà­a como peligro para el status quo ?

Despuà©s viene el obligatorio sometimiento al poder —“Todo lo que Ignacio Ramonet decà­a en un principio acerca de la sobreposicià³n de guerra econà³mica, social y militar es perfectamente correcto”— que introduce el salto mortale hacia la capitulacià³n ideolà³gica total.

“Veis que ya no se trata de la guerra imperialista que va a expandir los poderes de las naciones singulares; se hace en nombre del capital global.” ¡Muy profundo! Lastima, que no tiene nada que ver con la realidad.

Alguien deberà­a regalar a Negri para el año nuevo una suscripcià³n del The Washington Post y del The New York Times, para que se entere de la “expansià³n de los poderes de las naciones singulares”. Cuando sucedieron los atentados del 11 de septiembre, la responsable del Consejo de Seguridad Nacional, Condoleeza Rize, convocà³ a su equipo y les dijo que resolvieran la siguiente tarea: “¿ Cà³mo se capitalizan esas oportunidades para una potencia mundial? … Creo que este periodo es análogo al de 1945 a 1947… Las placas tectà³nicas de la polà­tica internacional están reacomodándose y es importante tratar de aprovechar esto y posicionar los intereses e instituciones estadounidenses… antes de que las placas vuelvan a inmovilizarse.”

George W. Bush y Colin Powell, presidente y secretario de Estado de la Unià³n Americana, concordaban plenamente, como reportà³ el The Washington Post en enero del 2002, afirmando que Bush y Powell vieron a los ataques como “una oportunidad para reconfigurar las relaciones mundiales” (reshape relationships throughout the world).

Mientras Bush y Blair procuraban ocultar la “reconfiguracià³n de las relaciones del mundo” mediante delirantes discursos de democracia, paz y desarme, los planificadores del sionismo revelaban sin rubor la esencia de la Operacià³n Irak: “Tenemos un gran interà©s en estructurar el Medio Oriente el dà­a despuà©s de la guerra”, afirmà³ antes de la guerra el Ministro de Defensa israelà­, Shaul Mofaz y agregà³, que despuà©s de haber derrotado a Irak, Washington deberà­a “generar presià³n polà­tica, econà³mica y diplomática sobre Irán”.

El asesor de seguridad nacional del Primer Ministro Ariel Sharon, y exjefe del servicio secreto Mossad, Efraim Halevy, dijo que Israel esperaba de un Bagdad post- Saddam “profundos efectos en Teheran, Damasco y Ramallah”, es decir, “una mayor estabilidad y confianza, desde el Golfo Pà©rsico hasta las costas atlánticas de Marruecos”. En la misma tà³nica, el ex Primer Ministro israelà­ Ehud Barak afirmà³ que “el camino a la paz en Palestina pasa por Bagdad”.

Se trata, en pocas palabras, de un megaproyecto de modernizacià³n-destruccià³n capitalista estadounidense-sionista, inspirado en el Zeitgeist (la là³gica) de Hitler, del cual Bush y su camarilla no se han apartado ni un ápice, como Negri se puede informar en el diario del Gran Capital liberal estadounidense, The New York Times (NYT), de ayer, leyendo el artà­culo de Colin Powell: “What we will do in 2004”.

Otro vocero del sionismo israelà­ y del gobierno de Bush, el columnista del NYT , William Safire, comentando “la capitulacià³n preventiva” de Gaddafi en abrir sus instalaciones nucleares a Washington y atraer de nuevo a las transnacionales petroleras estadounidenses, afirma que la polà­tica exterior post-9/11 de Bush está teniendo à©xito y que los dominà³s están cayendo; cayendo, se entiende, hacia donde Washington los hace caer.

Los nuevos dominà³s son Siria, que tendrá que salir de Là­bano para entregárselo a Washington-Tel Aviv a fin de ser convertido en otro protectorado de sus voraces transnacionales, e Irán. Y las grandes ganancias del negocio imperial serán para los súbditos y vasallos de Washington. Alemania, Francia y Rusia están excluidos de los 18 mil millones de dà³lares de reconstruccià³n de Irak. Será, ¿que no forman parte del “capital global”, en nombre del cual, según nuestro filà³sofo, se realiza la barbarie bà©lica en Medio Oriente?

En otra de sus mistificaciones de la agresià³n bà©lica, Negri afirma que se trata de una guerra “que se mueve como el capital global”. La dinámica del movimiento del capital global, tanto en la esfera de la acumulacià³n como de la circulacià³n, y ejecutada esencialmente por entes privados dentro de và­as institucionales no- violentas, es determinada por la interminable búsqueda de las mejores tasas de ganancia, en torno al planeta entero.

La guerra en Irak, en cambio, es el uso concentrado de las fuerzas de destruccià³n fà­sicas de los Estados de las elites anglo-sajonas al servicio de esos intereses capitalistas. El supuesto paralelismo entre la dinámica de ambos fenà³menos, que son, cada uno, de naturaleza sui generis, sà³lo existe en la cabeza de Negri.

No podà­a faltar la negacià³n abstracta del nacionalismo. “Estos valores de patria, nacià³n, nunca han estado en la verdadera tradicià³n comunista y hoy ya no lo estarán más, no lo estarán nunca”, dice Negri. Al igual que el grupo “Crisis” de Robert Kurz en Alemania, que proclama que la ruptura con la “nacionalidad” y con “la jaula de la identidad nacional” (Kurz) es la “pregunta decisiva” para la izquierda, Negri es incapaz de diferenciar entre la funcià³n del nacionalismo en el polo dominador del sistema y el polo dominado.

En su escandalosa ignorancia de la epistemologà­a cientà­fica, se le ha pasado por alto que Albert Einstein y Werner Heisenberg descubrieron hace mucho tiempo lo que podrà­a denominarse, la verdad relacional. O, si su alma mater, la filosofà­a se le hace más congà©nita, pudiese consultar con el gran Georg W.F. Hegel el tema de la verdad dialà©ctica.

En la negacià³n abstracta del nacionalismo y de la Patria, la “izquierda” eurocentrista se encuentra en perfecta sintonà­a con los señorà­tos intelectuales neoliberales latinoamericanos y los intereses transnacionales, a que sirven. La guerra cultural de los neoliberales contra la educacià³n pública, la pequeña y mediana empresa, los indà­genas y todo vestigio de la herencia nacional, tiene como blanco principal destruir a la identidad nacional, es decir, la defensa del patrimonio cultural y material de la Patria Grande que es, hoy dà­a, junto con la cuestià³n social, el último dique ante el colapso total de las sociedades latinoamericanas.

“El problema fundamental de la reconstruccià³n de la izquierda” es, que sepa proponer “lo común a todos” y que sepa “ser pacà­fica”. Bravo Maistro. “Lo común a todos” se propuso de manera pacà­fica justo en la fase prebà©lica de Irak, cuando las abrumadoras mayorà­as de España e Italia se manifestaron contra la agresià³n planeada por Bush, Blair, Aznar y Berlusconi. Lastimosamente, ninguno de los cuatro Presidentes demà³cratas, ni los diputados y senadores respectivos, escucharon la plegaria de la vox populi. ¿Considera Usted posible, Maistro, que le falte algún ingrediente en su plan maestro para llegar a un mundo mejor?

“Hoy, el desarrollo capitalista usa la guerra para organizar el mundo”, afirma Negri, en otra de sus burdas falsificaciones de la historia. Procediendo de tierras del Imperium Romanum, ¿cà³mo se le puede olvidar al filà³sofo, que todos los imperios, desde el romano hasta el estadounidense, siempre han utilizado la violencia militar como medio de apropiacià³n del plusproducto de otros pueblos?

Pero, si la premisa de Negri es fatal, la inferencia está peor. El supuesto hecho, de que “hoy, el desarrollo capitalista usa la guerra para organizar el mundo”, dice Negri, obliga a la izquierda a “transformar tambià©n nuestra lucha por la paz en lucha social”, siempre que sepa “ser pacà­fica”.

En primer lugar, la transformacià³n de la guerra en “lucha social” es un proceso objetivo, como muestran interminables ejemplos histà³ricos, entre ellos la Comuna de Paris, las revoluciones rusas de 1905 y 1917, y la Revolucià³n Alemana de 1918. Como tal tiene, en palabras de uno de los últimos filà³sofos que merecà­an este calificativo, Immanuel Kant, su “condicià³n de la posibilidad”, es decir, su causalidad.

La causalidad que transforma una guerra en “lucha social”, hasta el extremo de la guerra civil, es de triple naturaleza. En lo objetivo, el factor constituyente es el sufrimiento de las masas, tanto en el frente como en la retaguardia. Dado que las masas en Italia, ni en ninguna otra parte del Primer Mundo, no sufren por la guerra en Irak, no existen las condiciones objetivas para convertir el bandidaje imperialista en revolucià³n social. Una vez más, una frase vacà­a de Negri, sin sentido alguno dentro de las condiciones objetivas.

En lo subjetivo, todo sujeto social tiene que resolver el aspecto material ( materialiter) y el aspecto formal (formaliter) de su postura, ante la guerra. Materialmente, es decir, en tà©rminos de contenido, la pregunta es, ¿quà© Proyecto Histà³rico puede concretizar la oportunidad de transformacià³n social que ofrece una guerra imperialista? Siendo los holocaustos bà©licos congà©nitos al sistema capitalista, la respuesta es obvia. El proyecto solo puede ser no-capitalista.

De ese contenido antisistà©mico, il condottieri italiano no dijo nada en el magnà­fico Foro Social Europeo de Paris, donde tenà­a la posibilidad de concientizar a decenas de miles de jà³venes europeos que estaban literalmente sedientos de verdad teà³rica y alternativas prácticas. En lugar de aprovechar el Foro, confundià³ la teorà­a material sobre el fenà³meno —el Nuevo Proyecto Histà³rico anticapitalista— con su dimensià³n formal, es decir, sus formas de lucha, y pontificà³ que el sendero luminoso de los oprimidos es el saber “ser pacà­fico”. Nietzsche ha de reà­rse en la tumba, ante esta magnà­fica ilustracià³n de la “moral esclava cristiana”.

No tiene nada de malo que Toni Negri quiera andar como Francisco de Asà­s o la Madre Teresa, mendigando urbi et orbi por la paz y un mundo mejor. Al fin y al cabo, toda su estructura mental es teolà³gica. Se trata de un mundo mental en el cual los hechos (factum) y los estándares básicos de la inteleccià³n cientà­fica, no tienen cabida.

Tampoco hay problema de que se llame filà³sofo. En vista de la miseria de la filosofà­a actual, cuyos protagonistas son esencialmente empleados directos del Estado en las facultades de filosofà­a, es decir, burà³cratas; o coolà­es de pluma freelance de las à©lites econà³micas, se trata, de hecho, de una descripcià³n bastante exacta de la docta ignorancia, que caracteriza a los “amantes de la sabidurà­a” contemporáneos. Con contadas excepciones, han regresado al oscurantismo escolástico que les da venia legendi (licencia) para fantasear sobre lo que les dà© la gana.

Lo que sà­ preocupa, es el estado de la clase polà­tica e intelectual europea que permite, como en el caso de Italia, que un piccolo duce conduzca la polà­tica nacional de una de las potencias imperialistas más importantes del presente, y un Rásputin teà³rico figure como là­der ideolà³gico, a quien se invita a foros europeos alternativos.

Peor aun es que alguien en Amà©rica Latina les haga caso. Cada hora que pierda un estudiante latinoamericano leyendo las tonterà­as de Toni Negri o la propaganda barata de Samuel Huntington, es una hora perdida para la transformacià³n real de nuestra realidad.

Pero, carentes de conocimientos de la metodologà­a cientà­fica y de nociones básicas de las ciencias econà³micas, como “costos de oportunidad” y “economà­a de tiempo”, profesores mediocres, oportunistas e inescrupulosos, gastan el tiempo de nuestra juventud en la chatarra ideolà³gica del Primer Mundo.

Negri, que viene de las ilusiones anarquoides de Autonomà­a Operaia italiana, es un farsante del Capital. Como lo es tambià©n, el flamante promotor del megaproyecto hitleriano en Medio Oriente, Daniel, “el rojo” Cohn-Bendit, quien viene del grupo Revolutionaerer Kampf (Lucha Revolucionaria), de Frankfurt, Alemania.

Solo los tontos y los pillos pueden hacerle caso a esas figuras patà©ticas de la opera buffa del Gran Capital.

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