Texto de solidaridad y reflexià³n de Alberto Hàjar, Mà©xico
El secuestro, maltrato y encarcelamiento de Moreno Pasquinelli, Maria Grazia Ardizzone y Alessia Monteverdi, ha encendido la alarma roja en pequeños grupos de todos los continentes. Para algunos, urge no sà³lo la movilizacià³n contestataria y de repudio al estado italiano y en general al terrorismo imperialista, sino que todo esto y lo que sigue, exige la reflexià³n a profundidad de las relaciones revolucionarias entre teoràa y práctica, ejemplarmente articuladas por los queridos camaradas, lo mismo en la revista y los libros de PRAXIS que en el internacionalismo presente en Yugoslavia donde fundamos el Frente Antiimperialista Internacional, en Palestina, Afganistán, Mà©xico, Sri Lanka y la India. El Campo Antiimperialista organizado puntualmente cada año, con mayores y mejores presencias revolucionarias, seguirá pese a todo. Lo que sigue es una contribucià³n a la causa enarbolada por Moreno, Maria Grazia y Alesssia.
De tiempo atrás, el Taller de Arte e Ideologàa ha procurado vincular, articular, fusionar en la lucha popular. Se ha resistido a frentes y coaliciones pragmáticas y coyunturales, porque procura, en cambio, la reflexià³n histà³rica a fondo de las diferencias para construir acuerdos e ir evaluando encuentros y desencuentros. Historificar ha sido palabra de orden del TAI a fin de evitar el descubrimiento del agua tibia y los tropezones con las mismas piedras. Todo esto procura abrirse paso entre las tareas del dàa, en ocasiones erigidas como obstáculos aparentemente insuperables. Los afanes del TAI para permitir la reflexià³n, la abstraccià³n y la historificacià³n, no siempre son bien recibidos y en cambio, generan calificativos como intelectualistas, pequeñoburgueses sin práctica, arrogantes ininteligibles, molestos e inoportunos teorizantes. El marxismo-leninismo es la base de acuerdo fundamental dentro del TAI, generalmente como acuerdo implàcito no siempre cumplido, por lo que es este el tiempo de ponerlo en claro y para ello, van las propuestas siguientes:
1) La propuesta althusseriana del materialismo aleatorio (1985) como propia del marxismo. Con à©l se abre la posibilidad de un materialismo de encuentro pero no siempre. Los ejemplos de las polà©micas de Marx con Feuerbach o con Proudhon apuntan al encuentro que una vez fallido, dan lugar a textos considerados por Althusser como aberraciones teà³ricas, tales como las llamadas Tesis sobre Feuerbach o a escritos destinados al puro decir para limpiar el ánimo de indignaciones, tal como ocurre con la Cràtica al Programa de Gotha destinado originalmente a la reflexià³n inà©dita con un latinajo como epàgrafe sobre el decir para salvar el alma y nada más. Sin embargo, los comunistas han tomado a este texto como programa de transicià³n del socialismo al comunismo y han hecho de las Tesis, una sàntesis de la filosofàa marxista en realidad para Althusser, plagada de idealismo epistemolà³gico, à©tico e histà³rico.
2) El materialismo aleatorio está fundado en la certeza de que no basta la presencia de ciertas condiciones y determinaciones para dar lugar a una situacià³n histà³rica, tal como el modo de produccià³n capitalista. Resulta tan aleatoria la historia, que pueden repetirse las presencias constitutivas del capitalismo en Inglaterra y no concretarlo, tal como ocurrià³ en Francia o Italia. Como buen eurocentrista, Althusser no piensa más allá de Europa a pesar de conceder como acierto marxista, la caracterizacià³n del modo de produccià³n asiático y sobre todo, el apartado de la acumulacià³n originaria en El Capital. De todo esto resulta un materialismo aleatorio que acaba por corresponder al universo aleatorio de por sà, tal como pretende describir Althusser a partir de la tesis de Epicúro de la lluvia de átomos como origen primero transformado en Ser a partir de la desviacià³n fortuita, aleatoria, de algún átomo al encuentro de otro
3) No es casual la orientacià³n althusseriana de sintetizar las posiciones tendencialmente materialistas de la tradicià³n europea, de Epàcuro a Derridá, de Fichtà© y Spinoza a Rosseau, Hegel y Feuerbach, para encontrarle raàz a su tesis del materialismo aleatorio y el de encuentro orientado por sus tesis clásicas de la filosofàa sin objeto propio y de su práctica como establecimiento de làneas de demarcacià³n con las ideologàas. El sentido práctico de esta masa de planteamientos contra las reducciones dogmáticas, doctrinarias, autoritarias y al fin conservadoras y reformistas, toman pleno sentido con las llamadas Tesis de Amiens, como suele conocerse su texto de doctorado en la Universidad de Picardià© en 1975. No sà³lo se trataba entonces de responder a la pregunta “¿es fácil ser marxista en filosofàa?” con la que fueron tituladas para su difusià³n pública, sino el punto estaba en el párrafo rescatado como fundamental por Pedro Fernández Liria (2002) publicado como introduccià³n a “regreso al campo de batalla”, despuà©s de los textos althusserianos de definicià³n del filà³sofo materialista y del materialismo aleatorio y de encuentro. El texto althusseriano de Amiens vale la pena: “cogidos en las grandes luchas de clase de la historia contemporánea, nos hallábamos comprometidos en los combates del movimiento obrero y queràamos ser marxistas. Ahora bien, no era fácil ser marxista e identificarse con la teoràa marxista vigente, incluso despuà©s del XX Congreso, porque el dogmatismo anterior subsistàa junto con el contrapunto de las charlataneràas filosà³ficas marxistas acerca del hombre. Y como tales charlataneràas se apoyaban sobre la letra de las obras de juventud de Marx, era necesario volver a Marx para aclarar un poco el pensamiento obnubilado por las pruebas a que lo sometàa la historia. No insistirà© acerca del carácter polàtico de mi proceder: tuvo la originalidad -que no le han perdonado jamás- de criticar al dogmatismo no desde las posiciones de derecha de la ideologàa humanista, sino desde las posiciones de izquierda del antihumanismo teà³rico, del antiempirismo y del antieconomicismo. ……Se trataba de reintegrarle a la teoràa marxista –usada por el dogmatismo y el humanismo marxista como la ideologàa de turno- parte de sus tàtulos de teoràa y de teoràa revolucionaria. En el Prefacio de El Capital, Marx expresà³ el deseo de tener lectores capaces de pensar por sà mismos. Para intentar pensar aquello que Marx habàa pensado, lo menos que podàamos hacer era volver a à©l intentando pensar por nosotros mismos aquello que à©l habàa pensado.”
4) El punto fue para Althusser, cà³mo salir del encuentro-desencuentro con el Partido Comunista Francà©s para superar al stalinismo más allá del ejercicio constante de deconstruccià³n del socialismo y sus ideologàas sintetizadas en el combate contra la pareja economicismo- humanismo en situacià³n de la reforma eurocomunista. Las làneas de demarcacià³n necesarias, parecàan reducirse a la pura frase latina de amicus Plato, magis amica Veritas con la que Fernández Liria cierra elegantemente su ensayo sobre el “regreso al campo de batalla”, alusivo al kampfplatz kantiano y al final del Retrato del filosofo materialista de Althusser (1986). El teà³rico español acierta al terminar su ensayo excelentemente documentado en lo teà³rico, sà³lo en lo teà³rico, con un párrafo sobre la persona Althusser y la figura Althusser, necesariamente articulados como para darle sentido al Encuentro con Foucalt discutido en otro lugar con el tàtulo Sin vigilancia y sin castigo y sus referencias a Kirkeegaard sobre El concepto de la angustia, ambos citados en el ensayo de marras. El párrafo dice: “precisamente porque Althusser pudo alcanzar la cima del deseo: tener razà³n solo y contra todos, su obra dejà³ de pertenecerle y à©l perdià³ todos sus derechos sobre ella como un matemático sobre el teorema que acaba de descubrir. Eso nos permite leer a Althusser como à©l mismo leyà³ a Marx, combatiendo en su discurso su propia presencia, defendiendo su inmensa e inapreciable aportacià³n teà³rica de sus obsesiones, su inseguridad, su vulnerabilidad, su patolà³gica hipersensibilidad y sus complejos”. Al final, el atinajo sobre Platà³n y la Verdad. Ciertamente es restrictivo este modo de ser marxista en filosofàa para pensar por cuenta propia lo que Marx pensà³, pues parece no bastar la descalificacià³n de la filosofàa marxista al uso de los manuales sovià©ticos siempre presentes cuando se trata de dar un rodeo antes de entrarle a El Capital o al Manifiesto. Althusser siempre rechazà³ el pretexto de eludir la reflexià³n sobre los textos originales hasta convertir esta posposicià³n en ausencia ideolà³gica justificada por las dificultades de llegar al fondo del marxismo. Leer El Capital es, por esto, consigna de à©poca para los marxistas como principio de ruptura no sà³lo epistemolà³gica con el marxismo stalinista y otros idealismos. Pero descalificar de paso a las Tesis sobre Feuerbach y al AntiDühring, ese gran intento de demarcacià³n de Engels del influyente profesor ciego incà³modo para los comunistas urgidos desde entonces de abstraccià³n para concretar las leyes de la dialà©ctica, cumple con la metáfora de tirar el agua sucia con todo y niño, para asà desentenderse de problemas tan graves como la cientificidad del marxismo, la relacià³n entre teoràa y práctica, la cràtica del civilismo y de su correlato materialista instintivo e intuitivo y no se diga del leninismo que de plano desaparece de toda argumentacià³n, salvo para un posible escándalo teoricista presente en el texto althusseriano que habràa que entrecomillar: Lenin filà³sofo. O sea, una especie de dialà©ctica negativa de la inombrada Escuela de Frankfurt surte el vaivà©n pendular de lo teà³rico a lo práctico, sin concrecià³n en la militancia partidaria revolucionaria, para demarcar lo que pareciera ser totalizador, tal como apunta una tradicià³n marxista, recordada por Althusser con el verbo aufhaben, tan caro para Hegel como inclusià³n sintà©tica de la lucha de contrarios que implica un momento superior (¿de quà©?) para exigir sin duda demarcaciones y rupturas que conducen la tesis de la historia sin sujeto. Dios, el Espàritu, la Idea y la Razà³n quedan descalificadas y reducidas a metahistoria y metafàsica fundadoras de ideologàas liberales de uso cotidiano. Flogistos tirados en el basurero precientàfico como escribià³ Engels en el prà³logo al Tomo II de El Capital.
5) De aquà la ineludible praxis. Limitarla a práctica teà³rica, ruptura epistemolà³gica y làneas de demarcacià³n, costà³ al pensamiento Althusseriano rechazos y denegaciones, generalmente hechas desde una especie de conceptualismo rara vez arraigado en la historia concreta, de no ser por los discàpulos como Lipietz ocupado por el Maoismo y el fin de la filosofàa o Balibar y el Caso Lisenko como prueba de la filosofàa marxista stalinista elevada a ciencia de las ciencias hasta rechazar la genà©tica y todas sus implicaciones a cambio de una experimentacià³n costosàsima para la agricultura colectivizada de la URSS. Cabe aquà citar esta especie de idealismo eurocà©ntrico ampliado a la historia de las ideas en Amà©rica estudiada por ejemplo, en la Universidad de las Villas en Cuba en los ochenta y noventa. El althusserismo era lo dicho por Cà©sareo Morales en un cà©lebre artàculo de la revista Dialà©ctica de la Universidad de Puebla. La cosa resulta tarea de universitarios, de historia de las ideas en el peor sentido restrictivo, nada de una dimensià³n de ruptura universitaria que formà³ el grupo sesentero editor de Archivo de Filosofàa para publicar folletos de deliberada apariencia rústica por su pasta gris y su tipografàa sin adornos, para publicar los textos de La Pensà©e y de althusserianos de la Facultad de Filosofàa de la UNAM. Nada de las consecuencias de la conferencia de Rafael Guillà©n de 1977 sobre la filosofàa como discurso con planteamientos de Foucalt, de la lucha de clases en la teoràa de La filosofàa como arma de la revolucià³n (con alusià³n deliberada a la entrevista de Maràa Antonieta Macciochi para L´Unita del 19 de enero de 1968 y a su izquierdista tàtulo instrumentado por el à³rgano del Partido Comunista Italiano para cumplir con la certeza althusseriana de Marx como protector suyo en el Partido, pese a su “marxismo incà³modo” como llama G. Albiac (1976) a todo esto que no vio Guillà©n ni nadie). Fundar en esto su tesis de grado de dos años despuà©s cuando militaba ya clandestinamente en las Fuerzas de Liberacià³n Nacional, probaràa un uso de Althusser, más allá de la retà³rica y junto a la ironàa y el sarcasmo como recurso de deconstruccià³n constante de la filosofàa espontánea y del sentido común al servicio del discurso revolucionario complejo devenido convocatoria a la sociedad civil, sin partido obviamente, caracteràstica del discurso del Subcomandante Marcos y del EZLN, donde se asume la metateoràa como renuncia a la previsià³n revolucionaria reivindicada por la cientificidad marxista-leninista, para en cambio hablar despuà©s de los hechos. Demasiado para historiadores como Raúl Fornet Betancourt quien confiesa en su excelente historia sobre La transformacià³n del marxismo (2001), su consideracià³n excluyente de todo texto no asequible en las universidades.
6) La praxis asà, pese a todo, resulta sà³lo practica teà³rica. De aquà la urgencia de superar a Althusser y sus consecuencias reducidas a una moda ya pasada y ni siquiera recordada tal como se hace en escuelas, congresos y coloquios con Nietzche, Hegel sin la descolocacià³n respecto a Marx propiciada por Althusser, o Platà³n y Haidegger. Poco vale para superar esto, la invocacià³n a “las formas histà³ricas de su fusià³n (de la teoràa marxista) con el movimiento obrero” con la que termina el texto ¿Es simple ser marxista en filosofàa? de 1975.
No es fácil ser marxista en filosofàa, de todo esto hay que ocuparse y para ello buscar ejemplos y moralejas no sà³lo de la produccià³n de conocimientos, sino de su reproduccià³n y circulacià³n fuera de los làmites universitarios. De aquà la pertinencia de los marxismos extrauniversitarios como los de Josà© Revueltas y Trotsky y los postuniverstarios como el de Guillà©n, Abimael Guzmán exprofesor de filosofàa en Perú o el de los dirigentes de la Liga Comunista 23 de Septiembre Ignacio Salas Obregà³n y Raúl Flores Zavala. Ciertamente esto es un planteamiento escandaloso para los planes y programas universitarios en cambio incluyentes de cualquier frivolidad posmodernista. Poner a trabajar la filosofàa fuera de las universidades y tambià©n como cràtica teà³rica dentro de ellas, es una necesidad articulada, especie de aufhaben práctico si asà se le quiere ver, lo cual exige hacer escuela e historificar.
7) La transformacià³n del marxismo de la que reflexiona con amplia documentacià³n Fornet Betancourt es la práctica propia de continentes no europeos en sentido geográfico y althusseriano. En Amà©rica, por ejemplo, el marxismo, el leninismo, el trotskismo y el maoismo, se dan como lucha de clases en la practica revolucionaria en situacià³n de un movimiento obrero corporativizado, cuando mucho nacionalista, donde brilla por su ausencia la perspectiva proletaria y socialista. El anarquismo, desde el siglo XIX, ha sido una lànea organizativa en ocasiones mucho más influyente que cualquiera de los marxismos, tal como parece ocurrir ahora con el esplendor del civilismo antipartidario y festivo fundado en el materialismo instintivo e intuitivo rechazado por Marx en la Tesis II sobre Feuerbach. No sà³lo, sino es atendible el señalamiento de Agustàn Cueva (1976) sobre la importancia de los artistas en la construccià³n de un movimiento socialista americano, tales como Siqueiros, Rivera, Arguedas, Icaza y hasta un arquitecto como Niemeyer, a los que habràa que agregar la legià³n de cineastas y videoastas empeñados en asumir la produccià³n de signos como lucha de clases en los sentimientos y las percepciones. La filmacià³n testimonial directa, el uso del habla popular y las ironàas dan lugar a profundos tratamientos festivos de problemas de actualidad con empresas autogestivas como Canal 6 de julio y Klan Destino, herederas de las pelàculas de cineastas como el retirado Paul Leduc, el extinto Grupo Octubre de los setenta y ochenta y el activo Oscar Menà©ndez, filiales del cine del lado del pueblo en lucha vigente hasta ahora. Demarcacià³n, encuentro, práctica, tiene asà un principio de historificacià³n como mejor tributo a los brillantes y trascendentes textos marxistas sobre la acumulacià³n originaria y el modo de produccià³n asiático.
8) Pero no sà³lo en Amà©rica el marxismo se asume con su complemento leninista de procrear organizacià³n revolucionaria y construir al sujeto propio de lo que Revueltas llamà³ “la democracia cognoscitiva” para sobre todo, construir la revolucià³n. A sus maneras, destacados marxistas europeos han logrado la difàcil ubicacià³n como personalidades cràticas de la globalizacià³n capitalista y el neoliberalismo que la acompaña. Dos economistas de suyo espesos, optaron por un discurso econà³mico-polàtico asequible para los no expertos mediante una carga cultural necesaria de reflexionar, Ernst Mandel publicà³ su postrer tàtulo sobre el dinero ( ) y Samir Amin, a partir de la Cràtica al eurocentrismo ( ), hace ver el culturalismo constructor mundializado de la acumulacià³n capitalista, mientras prosigue su reflexià³n de fondo sobre un realmente existente modo de produccià³n islámico sobre bases ideolà³gicas enteramente distintas al capitalismo. Es menester citar aquà a Sebastiao Salgado, ese economista derivado en fotà³grafo documentador de la explotacià³n capitalista, como ejemplo de estudioso descubridor de modos de circulacià³n ideolà³gica distintos al universo de Gutenberg.
9) No es fácil ser marxista en filosofàa porque se requiere, por lo visto, amplia informacià³n y capacidad reflexiva para no perderse en el pragmatismo y el coyunturalismo dominantes aún en las organizaciones reivindicadoras del socialismo. Varias son las làneas prácticas para hacer de la filosofàa marxista un recurso cràtico favorable al socialismo.
A) Historificar a partir de la lucha de clases actualizada y no como mera genealogàa a la manera de los marxistas academicistas. Esto exige la propia historificacià³n clasista como autocràtica constante. Todo esto ¿para quà©?, ¿para quià©n?, ¿somos los mejores?, ¿quà© construimos? ¿nos reproducimos?, ¿crecemos?, ¿vamos más allá del papel de expertos solidarios con las luchas obreras del “tren en marcha” de la Historia?.
B) Reproducir para arraigar en los movimientos populares tendencialmente revolucionarios si logramos orientarlos en el largo plazo de construccià³n de una cultura proletaria demarcada de la dominante, con todo lo que esto significa asumir de trabajo con el marxismo-leninismo en signos, tradiciones y formas de vida, a fin de procurar una ideologàa revolucionaria.
C) Circular el marxismo-leninismo con recursos ideolà³gicos de ruptura con los discursos burgueses. Se trata aquà de demarcarse con la reduccià³n racionalista y autoritaria propia de los socialismos del marxismo con sangre entra en escuelas de cuadros carcelarias, en publicaciones con diseños espantosos y en asambleas donde compiten los expertos en la profusià³n de citas de los textos sagrados, a la par de los planes de accià³n pragmáticos y coyunturales. La otra circulacià³n requiere instituciones autogestivas con proyectos de largo plazo realizables por colectivos capaces de rotarse la direccià³n y de participar alternándose con los expertos y los veteranos.
D) Actualizar el leninismo como procreacià³n de organizaciones partidarias, no necesariamente partidos de viejo tipo. Las comisiones revocables crecidas en las asambleas populares, permiten instaurar la emulacià³n no sà³lo de hecho, como suele ocurrir para dar lugar a los dirigentes a perpetuidad, sino para realmente construir estados mayores sujetos a constantes evaluaciones cràticas y autocràticas. De la incorporacià³n a este proceso de los más jà³venes, depende la garantàa del relevo y la reproduccià³n ampliada.
E) Inquirir, preguntarse todo el tiempo entre los ganados para el marxismo-leninismo, sobre la procedencia y pertinencia de à©ste frente a las ideologàas en lucha. Las làneas de demarcacià³n ciertamente exigen capacidad de abstraccià³n, siempre y cuando remitan a la práctica en ese eterno retorno dialà©ctico descrito en la Introduccià³n a la Cràtica de la Economàa Polàtica.
F) Ejercitar la abstraccià³n es consigna frente al pragmatismo y sus tareismos caracteràsticos de los frentes, alianzas y coordinadoras que siempre posponen la reflexià³n, la cràtica y la autocràtica para reducirlas al ritual de la mesa redonda como parte del reparto del poder y tratar los problemas de modo de no tocar fondo ni teà³rico ni práctico.
El taller teà³rico como lugar de afinacià³n, balanceo, cambio de motor y hojalateado, es un recurso necesario de implantar con constancia y participacià³n abierta.
En los ochenta, Raúl Olmedo regresà³ de Paràs carteandose con Althusser para orientar publicaciones como Historia y Sociedad, ya como frente amplio eurocentrista, una excelente y clara plana econà³mica en Excà©lsior y dedicar un texto en la revista de la Facultad de Ciencias Polàticas y Sociales de la UNAM explicando su seminario sobre Materialismo y Empiriocriticismo. Sostenàa con su efàmero radicalismo teà³rico, la denegacià³n de leyes y conceptos marxistas previos a la práctica teà³rica. Agustàn Cueva respondià³ reivindicando el materialismo como esa complejidad aparentemente inasible por compleja e irreductible a la fragmentacià³n racionalista. De aquà la dialà©ctica y de su historificacià³n como necesaria lucha de clases. Ideas reguladoras llamà³ Sartre a estas propuestas del marxismo en esa obra de tàtulo memorable: Cràtica de la Razà³n Dialà©ctica. Contra el teoricismo, las làneas teà³ricas, el materialismo dialà©ctico y la práctica como ese constante pensar por cuenta propia.
10) Dedico por tanto este ensayo con pretensiones teà³rico-prácticas a Moreno Pasquinelli, Maria Grazia Ardizzone y Alessia Monteverdi marxistas leninistas ejemplares. No sà³lo fundamos en 1999 el Frente Antiimperialista Internacional en Montenegro, cuando iban y venàan los bombarderos de la OTAN desde la base de Aviano en el norte de Italia, para devastar Yugoslavia. Mantuvieron hasta 2003, el Campo Antiimperialista con una presencia creciente de organizaciones revolucionarias de todos los continentes, viajaron a Palestina para integrarse a las brigadas solidarias con su heroico pueblo, a Sri Lanka, a la India, a Afganistán, vino Moreno a Mà©xico, estuvo y estuvieron ahà donde habàa que confrontarse con prácticas polàticas complejas y sorprendentes donde el islamismo, el marxismo, el leninismo, los humanismos, exigen làneas de demarcacià³n sutiles, precisas, liberadas de todo dogmatismo. Cultos hasta saber de las cràticas al realismo cràtico y socialista, a las ideologàas en signos constitutivas del feudalismo y las formaciones sociales árabes, cristianas, comunistas, han hecho de la Revista PRAXIS un lugar incomparable de reflexià³n actualizada, hasta el punto de darle espacios a los contrincantes para responderles con firma responsable y concreta. El antiamericanismo, la cuestià³n islámica, la formacià³n de frentes antiimperialistas, los usos del marxismo y el leninismo, han sido puntos ampliados a la publicacià³n de libros de los compañeros, desde el de marxismo de Constanzo Preve hasta Las Montañas son nuestras masas con escritos de Salvador Cayetano Carpio, el legendario Marcial, editado por la Corriente Leninista Internacional con centro en Austria. La presencia molesta del Comandante salvadoreño, contà³ aquà con un excelente prà³logo de Moreno, como prueba ejemplar de su práctica de marxista-leninista.
11) La parte revolucionaria reprimida y violentada produce un comunismo tosco, compañero del señalado por Engels en dos de los prà³logos (para Italia e Inglaterra) del Manifiesto Comunista. Se trata de un marxismo-leninismo refugiado en los dogmas para resistir, a la manera religiosa. Invocar a los textos sagrados y a sus creadores, siempre reconforta el espàritu. De aquà la exigencia de solidarizarse con esta parte criminalizada del comunismo para reivindicarla histà³ricamente y documentarla para probar sus triunfos, sus derrotas, sus proyectos, sus planes y programas como discurso irreductible al discurso terrorista adjudicado por los estados burgueses. Nunca más privilegiar la respuesta a entes como Herr Voght por el indignado Marx, mientras posponàa peligrosamente la redaccià³n del Manifiesto Comunista para la fin iniciarlo con la mencià³n al fantasma como evidente alusià³n a la permanente indiferencia o animadversià³n criminalizadora de la burguesàa para borrar de todo mapa a los comunistas.
La filosofàa marxista-leninista encuentra en el comunismo tosco, un campo de la lucha de clases singularizado por la práctica revolucionaria. Las làneas de demarcacià³n necesarias entre las ideologàas de la religiosidad, del martirio asumido, de la derrota justificatoria, de la reduccià³n civilista a la pura protesta y denuncia, orientan modos de organizacià³n de largo alcance confrontado con el humanismo de la defensa de los derechos humanos y los delitos del pasado en rigor, cràmenes de estado.
El comunismo tosco es señalado por Engels como lànea paralela, como lluvia de fuerzas instintivas, para seguir la metáfora de Epicuro. Fernando Acosta, el entrañable Negro, veterano de mil luchas campesinas y populares, advierte siempre la duda de la ubicacià³n de este comunismo no necesariamente instalado en las organizaciones capaces de chocar sin más con las policàas, el ejà©rcito y de agredir los enclaves de los consorcios empresariales y financieros, sino tambià©n en los proyectos de partido sin más orientacià³n que los repartos de poder con fines de sobrevivencia caciquil o de juegos electorales, en todo caso siempre coyunturales y encubiertos en un marxismo dogmático y autoritario. De aquà una tradicià³n marxista necesaria: la de producir al enemigo cuando es necesario llámese Bauer, Strauss, Stirner, Dühring o Kautsky, ese socialista compañero y editor del segundo tomo de El Capital, hasta que Lenin decidià³ probar que era un renegado dañino para el movimiento. De aquà tambià©n la necesidad periodàstica asumida por el joven Marx cuando topà³, por ejemplo, con la prohibicià³n de recoger leña tirada en los senderos para calentar los pobres hogares campesinos. La denuncia ha de darse a la par, antes o despuà©s de la abstraccià³n para hacer del hecho despreciado por los medios burgueses, un acontecimiento con raàces profundamente represivas. Tambià©n aquà hay la alternativa del comunismo tosco, distinta a la reflexià³n precisa con apoyos teà³ricos radicales. Ir a la raàz de los problemas tampoco es fácil, de ahà el homenaje a los perià³dicos, editoriales y revistas que a su manera histà³rica han concretado estos tratamientos para probar que la lucha de clases en la teoràa no es sà³lo contra enemigos de fuera, sino con los compañeros a quienes hay que convencer de las dificultades teà³ricas en beneficio de una práctica discursiva común.
Es necesario el rescate actualizado de publicaciones como El Machete, fundado en 1924 primero como à³rgano del Sindicato de Obreros, Tà©cnicos, Pintores y Escultores y luego como à³rgano del Comità© Central del Partido Mexicano para evidenciar la consistencia del marxismo transformado. Es urgente atender a publicaciones artesanales como Revuelta, cuyo primer número salià³ del Penal de Alta Seguridad de Almoloya, escrito todo por los hermanos Cerezo Contreras y Pablo Alvarado, para despuà©s ser editado por un compañero solidario fuera de la prisià³n. Revistas de circulacià³n restringida en un paàs en donde predomina el analfabetismo funcional, aún en las izquierdas, merecen atencià³n constante sobre todo cuando lo mismo incluyen reflexiones teà³ricas, que historias del movimiento obrero, noticias de la cultura popular, que confrontaciones con los periodistas reaccionarios, como La Tecla Indà³mita, las publicaciones trotskistas o las de anarcocomunistas como Autonomàa, donde la práctica teà³rica tiene siempre el correlato de las acciones organizativas. Esfuerzos editoriales como los de Yaxquin para publicar escritos programáticos y testimonios revolucionarios de organizaciones polàtico-militares del pasado inmediato, o los del Centro de Documentacià³n de Filosofàa Cràtica, corren a la par de las presentaciones de libros como los de los doctores Mario Rivera y Carlota Guzmán, narradores excelentes de experiencias revolucionarias aleccionadoras. PRAXIS de Italia, Soviet y Lànea Quebrada (Bruckhlinien)de la Corriente Leninista Internacional de Austria, son ejemplares en su combate contra el reformismo y su actualidad civilista y fiestera, a la par de criticar a fondo los acontecimientos del dàa, las guerras imperialistas y las masacres populares, para fomentar la discusià³n a fondo de posiciones combativas. Aparecen en esta masa discursiva, conceptos novedosos urgidos de discusià³n como el antiamericanismo criticado por PRAXIS, porque remiten a situaciones ideolà³gicas referentes al antineoliberalismo y anticapitalismo urgidos de conduccià³n a su solucià³n radical en el socialismo. La cràtica a los procesos de significacià³n necesarios para analfabetas funcionales, exige atender los recursos audivisuales de los cineastas, videoastas, performanceros y realizadores gráficos de la agitacià³n y la propaganda, como parte de la cultura tendencialmente proletaria demarcada de la sensibilidad y sentimentalidad imperialistas. Una tradicià³n americana de canto, danza y teatro con representantes como Boal y Buenaventura, equiparables a Darào Fo y Franca Rame, siguen a Brecht a quien realizan en su canto para la accià³n Leà³n Chávez Teixeiro, Cayo Vicente, grupos como Salario Mànimo y las decenas de cantores integrados a las luchas populares.
La figura del Taller de Construccià³n del Socialismo, la alusià³n a la deconstruccià³n, aprende de los ejemplos compañeros, los celebra, se conduele cuando son golpeados, para abrirle paso al socialismo y ejercer el materialismo histà³rico y dialà©ctico a la vez como encuentro teà³rico-práctico con los compañeros, los camaradas, los compañeros de viaje, pero tambià©n como lànea de demarcacià³n radical con los reformistas y los traidores, sin concesiones electoreras al uso de tà©rminos teà³ricos y prácticos necesarios para la afirmacià³n socialista.
Lo que han hecho los filà³sofos es interpretar al mundo, de lo que trata es de transformarlo. Sin teoràa revolucionaria no hay práctica revolucionaria.
¡Libertad para Alessia, Maria Grazia y Moreno, los hermanos Cerezo Contreras y Pablo Alvarado y todos los presos polàticos por su oposicià³n a la globalizacià³n capitalista y al terrorismo que la acompaña!.
Abril de 2004