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Diez lecciones estratégicas de la experiencia de Faluya

1. May 2004

Comità© de Solidaridad con la Causa Írabe

La leccià³n más importante que hay que extraer de la última batalla de Faluya es que las posibilidades del levantamiento contra el eje estadounidense-sionista -superior tecnolà³gicamente y poseedor de la supremacà­a aà©rea- están presentes en todas las ciudades y pueblos árabes, como [ocurrià³] en el Beirut de 1982 o en el campamento de Yenà­n en 2002. Pero transformar lo posible en realidad, lo probable en certeza, exige una resuelta voluntad por parte de quienes tienen que tomar las decisiones en la batalla, a fin de afrontar este reto y fundirse y formar un sà³lido bloque que no divida a la calle [árabe] ni a sus organizaciones armadas”

Todas las ciudades y aldeas iraquà­es pueden levantarse contra las tropas de ocupacià³n como se ha levantado Faluya [1]. Y no solo como se levantà³ Faluya en la primavera de 2003 [2], sino tambià©n como lo ha hecho en la primavera de 2004. El potencial y la capacidad del [presente] levantamiento es al menos igual que el de 2003, si es que no fue mayor hace un año. No es verdad lo que han afirmado dos [ex] altos oficiales de la Guardia Republicana [iraquà­] en el canal al-Jazeera de que el levantamiento de 2003 no fue posible debido al severo desequilibrio de poder respecto a las fuerzas de la ocupacià³n.

En realidad, la leccià³n más importante que hay que extraer de la última batalla de Faluya es que las posibilidades del levantamiento contra el eje estadounidense-sionista -superior tecnolà³gicamente y poseedor de la supremacà­a aà©rea- están presentes en todas las ciudades y pueblos árabes, como [ocurrià³] en el Beirut de 1982 o en el campamento de Yenà­n en 2002. Pero transformar lo posible en realidad, lo probable en certeza, exige una resuelta voluntad por parte de quienes tienen que tomar las decisiones en la batalla, a fin de afrontar este reto y fundirse y formar un sà³lido bloque que no divida a la calle [árabe] ni a sus organizaciones armadas. Esto es lo que no ha sucedido en la mayorà­a de las batallas árabes, que han concluido en derrotas y fracasos.

Colapso de los Estados árabes y levantamiento popular

Una lectura mesurada de la resistencia permite ver que el denominador común en los casos en los que se ha producido un levantamiento exitoso contra el eje estadounidense-sionista en nuestra historia árabe es el colapso previo del aparato del Estado local de los paà­ses que han sufrido una invasià³n, desde Somalia a principios de los noventa, pasando por Là­bano en los ochenta o [el colapso de] la Autoridad Palestina que favorecià³ la Intifada, hasta el Iraq de hace un año. Por lo tanto, es viable que el movimiento popular lleve las riendas de las iniciativas sin que exista autoridad local. Aún más, de hecho observamos que la vida polà­tica de la calle árabe ve debilitada su fuerza cuanto más fuerte es el aparato del Estado local ya que [esa fuerza] representa un peligro para la seguridad nacional. El papel del Estado local en el control de la iniciativa popular y de su desactivacià³n tienen sus razones objetivas que van más allá incluso de la eventual voluntad de la cúpula del sistema por resistir, como ocurrià³ en Iraq.

En cualquier caso, hay capacidad de actuar para resistir; se han producido casos en los que el levantamiento contra el eje de EEUU y del sionismo ha tenido à©xito y de ellos cabe destacar lo siguiente:

1. Confiamos en la fuerza de la calle árabe y no en los ejà©rcitos organizados; en las armas ligeras y en los explosivos para hacer frente a las fuerzas enemigas organizadas que disponen de tecnologà­a militar avanzada. La victoria es posible; no es verdad que quien dispone de la supremacà­a aà©rea gana los combates no convencionales. Por lo tanto, debemos evitar los enfrentamientos tradicionales donde no es posible vencer la superioridad tecnolà³gica y aà©rea.

2. Nuestros combatientes son gente de la zona en que se desarrollan los combates y aunque hay varios voluntarios ajenos al área, no son mayorà­a. [A los combatientes] Se les facilita la integracià³n entre los ciudadanos y vuelven a la accià³n cuando es necesario. Esto no lo pueden detectar los satà©lites, ni son [objetivos] fáciles de bombardear como se bombardean tropas estándar de tierra o aire. De esta manera, el árabe se convierte en un espectro polà­tico-militar que persigue al enemigo como una pesadilla.

3. Cuando el enemigo se adentra en las zonas urbanas y en calles y callejones estrechos pierde mucha de la ventaja tecnolà³gica que le proporciona sus avanzados instrumentos militares. Ello concede ventaja a los que viven desde siempre en la zona y la conocen a fondo por lo que se mueven con una mayor flexibilidad. No es necesario inflingir al enemigo pà©rdidas mayores de las que tenemos que soportar nosotros para vencer. Lo que hay que lograr en que sus pà©rdidas està©n por encima del listà³n que pueden soportar, tal como reza el principio de “pà©rdidas inaceptables”

4. El principal punto que nos debilita es la falta de organizacià³n y la dà©bil planificacià³n estratà©gica. Esto no sucede en los enfrentamientos con el enemigo, en la guerra de guerrillas, ni en las acciones suicidas, o de infiltracià³n, o caza y muerte de grupos pequeños. En general son llevadas a cabo por iniciativa de un combatiente individual mediante su valor personal y su determinacià³n. Esto nos sitúa por encima del enemigo, ya que cien mil árabes pueden vencer a diez mil soldados enemigos; cinco de los nuestros dejan fuera de combate a una brigada enemiga en la guerra de guerrillas o en los enfrentamientos urbanos. Esta es la diferencia entre nuestros combatientes y los altos estamentos militares [árabes] corruptos y faltos de credibilidad.

5. Es preferible una descentralizacià³n de las decisiones militares. Los enfrentamientos y largas operaciones de desgaste contra las fuerzas del enemigo se han sostenido porque se trata de zonas donde habà­a una presencia de fuerzas locales implicadas en los combates, lo que les brinda la posibilidad de aumentar su popularidad porque cuentan con la decisià³n del entorno local facilitado por el apoyo popular que se les brinda. Este es el caso de Faluya y del campamento de Yenà­n. Ello significa que es preferible una descentralizacià³n de las decisiones militares dado que no existe un movimiento popular árabe organizado dirigido por una cúpula polà­tica y militar sà³lida y experimentada. Asà­, en estas circunstancias, el colapso del centro no lleva al colapso de las extremidades.

6. El enemigo no dispone de los medios necesarios para la guerra de guerrillas o los enfrentamientos urbanos o para luchar contra acciones suicidas; sà³lo puede vengarse en inocentes habitantes de una manera repugnante, poniendo asà­ de manifiesto su derrota polà­tica y militar. Este hecho provoca: a) la radicalizacià³n y el reforzamiento de la posicià³n de los habitantes [locales] indecisos y tibios; b) posiciona a la opinià³n pública árabe, musulmana e internacional en su contra; c) aumenta el apoyo a nuestros combatientes en su lucha; d) genera una situacià³n de inestabilidad de sus intereses regionales e internacionales; e) [favorece] la pà©rdida de la iniciativa mediática fruto del empeoramiento de su imagen.

7. No todos los instrumentos de los que se sirve la ocupacià³n tienen naturaleza militar. Serà­a estúpido rechazar la posibilidad de golpear los puntos dà©biles o los menos fortificados del enemigo como sus aparatos no militares, econà³micos o los que denominan civiles cuando en realidad tienen una naturaleza polà­tica o securitaria hostil. No todos los instrumentos de la ocupacià³n tienen naturaleza militar, ni es inteligente que permitamos al enemigo que decida las reglas del juego cuando pretende delimitarnos la naturaleza de los objetivos que debemos elegir, mientras ellos [el enemigo]golpean como quieren. Esto es aplicable a los objetivos civiles sionistas en la Palestina ocupada, a todos los trabajadores árabes o extranjeros de empresas u organizaciones civiles que trabajan para la ocupacià³n en Iraq. Estos objetivos le duelen al enemigo y le desconciertan en gran medida y hacen aumentar la presià³n de la opinià³n pública en su contra. El caso de los extranjeros secuestrados en Iraq ha hecho aumentar las movilizaciones exigiendo la retirada de [las tropas de] Iraq y obliga a los colaboracionistas de la ocupacià³n a replantearse su posicià³n o por lo menos a sus relevos.

8. El secreto del logro de la victoria es honrar las pequeñas victorias en los enfrentamientos con un enemigo superior tecnolà³gica y logà­sticamente. Ello significa: a) mantener la consideracià³n de que una larga lucha requiere una larga determinacià³n; b) explotar sus puntos dà©biles [del enemigo], el más importante, el ser humano; c) movilizar los efectivos humanos y materiales disponibles para los intereses de la resistencia; d) mantener la firmeza del principio y la unidad de todas las fuerzas sobre la base de expulsar a los ocupantes; y e) consolidar el concepto del mutuo enfrentamiento en la lucha contra el eje de EEUU y el sionismo que no puede solucionarse sino mediante la fuerza.

9. El discurso idà³neo para ganarse a la opinià³n pública enemiga es el discurso del principio firme y claro que exija el fin de la ocupacià³n sin concesiones o condiciones. La forma de ganarse a la opinià³n pública del bando enemigo es aumentar sus bajas humanas hasta el punto que sea insostenible, y no mediante la súplica y la imploracià³n o renunciando a los principios o estableciendo relaciones normalizadas o sospechosas [con el enemigo]. La retirada sionista del sur de Là­bano sin condiciones ni exigencias es la mayor prueba de ello. Igualmente, la oposicià³n a la ocupacià³n en EEUU, incluida entre las filas de soldados y sus familiares, como manifestà³ el diario The New York Times en su edicià³n de 11 de abril de 2004, aumenta según se incrementan las pà©rdidas estadounidenses en Iraq -y no a medida que se reitera la peticià³n de una solucià³n “justa y global al problema de Oriente Medio”. Por lo tanto, el discurso idà³neo para ganarse a la opinià³n pública enemiga es el discurso del principio firme y claro que exija el fin de la ocupacià³n sin concesiones o condiciones, apoyado en las acciones militares.

10. Mientras la coaccià³n nos divide, las diferencias doctrinales o regionales [árabes] aumentan las posibilidades de la derrota y debilitan la resistencia contra EEUU y contra el sionismo. Los hijos del pueblo que están dispuestos a inmolarse son un arma secreta que puede vencer muchos ingenios militares modernos. Nuestro pueblo árabe está dispuesto a prestarse a ello sin ambages pero requiere ver previamente una oportunidad o una referencia por la que sus sacrificios se conviertan en algo útil para la nacià³n; que el sacrificio popular pueda anular los efectos de la tecnologà­a militar; que la bomba humana sea la bomba atà³mica de los oprimidos; que la resistencia una a la nacià³n. Mientras la coaccià³n nos divide, las diferencias doctrinales o regionales [árabes] aumentan las posibilidades de la derrota y debilitan la resistencia contra EEUU y contra el sionismo. Las cúpulas polà­ticas de la oposicià³n árabe que coinciden en esta visià³n todavà­a no están al nivel de los retos a que tiene que hacer frente la nacià³n.

Todo nuevo frente contra EEUU y contra el sionismo devuelve con insistencia aquella importante premisa que viene planteándose ante nuestros ojos desde hace dà©cadas: la creacià³n de un movimiento popular árabe organizado que sea capaz de asumir la responsabilidad de proteger la seguridad nacional [árabe] desde Marruecos a Bahrein, que sea capaz de prestar apoyo efectivo a todos los focos de resistencia, desde Faluya hasta Yenà­n. Una vez que el rà©gimen local ha perdido su razà³n de ser, incluso para los que lo crearon hace un siglo, la batalla entre nosotros -los hijos e hijas de esta nacià³n- y el eje estadounidense-sionista se ha trasformado en un enfrentamiento directo excepto para algunos esbirros. Ahora, o asumimos nuestra responsabilidad, o nos sumimos como esclavos en las tinieblas del [proyecto del] “Gran Oriente Medio” durante otro siglo.

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