Dirigente campesino de Arauca asesinado por el rà©gimen colombiano
Diez minutos de plática con el dirigente campesino, vicepresidente de ACA, asesinado por el rà©gimen colombiano. En su memoria, escribe Olafo Montalbán esta crà³nica de su encuentro con Pedro en Europa hace dos años.
09.10.2004 [Olafo Montalbán, ANNCOL] Lo conocà en el primer Foro Social Europeo que se realizà³ en Florencia, Italia. Fue en el otoño del 2.002, y la histà³rica ciudad renacentista anonadada por la masiva asistencia de gentes de todo el mundo para deliberar y discutir sobre las alternativas a la globalizacià³n capitalista que recorre el globo como un fantasma, coquetamente nos enrostraba su alborotado y singular pasado, su belleza y tesoros, balcones medievales y plazas inolvidables, cuna de grandes maestros del Renacimiento.
La febril e intensa actividad de aquel Foro, discusiones, conferencias sobre el cà³mo y el por quà© construir otro mundo posible, alternativo a la globalizacià³n excluyente del capitalismo, a penas nos daba tiempo para encontrar gentes de todos lados, mentes, voces y energàas nuevas comprometidas con la búsqueda de nuevas alternativas, de nuevas utopàas.
Entre esas voces que asistieron al Foro estaba la de Pedro Jaime Mosquera, dirigente campesino y vicepresidente de la Asociacià³n Campesina de Arauca, filial de FENSUAGRO. Pedro trajo al Foro la voz de los campesinos del Arauca, su propia odisea, persecucià³n y represià³n policial a la que estaba sometido: detenido 17 veces por el ejà©rcito y el DAS durante los meses de Septiembre octubre. Nos hablà³ de las experiencias de resistencia y lucha del pueblo araucano por el derecho a la tierra, al pan, al trabajo, la dignidad y por la libertad.
Despuà©s de su intervencià³n en el Foro en aquella atestada sala donde habàa estado sentado al lado de Pascual Serrano y Lucho Garzà³n y donde confluàan viejas y nuevas generaciones de activistas antiglobalizacià³n, antiimperialistas, militantes, y no, de todas las tendencias polàticas, me acerquà© a Pedro. Le hice un par de preguntas e iniciamos una conversacià³n que durà³ diez fugaces minutos.
Solo diez preciosas minutos de su comprometida vida. Seguidamente le entreguà© un documento que habàa escrito. Era sobre el gobierno de Ílvaro Uribe y su llamada “seguridad democrática”. Aquel encuentro con Pedro tardà³ solo diez minutos, vitales, fugaces de su inquebrantable voluntad y compromiso militante por los Derechos Humanos, la justicia, la libertad y dignidad de la lucha campesina.
“Eso de la …‘seguridad democrática´, empezà³ dicià©ndome en su lenguaje directo y fraternal, lo vivimos nosotros en carne propia. Salimos de Arauca para participar en este Foro, evadiendo la represià³n, los controles y retenes del ejà©rcito y los paramilitares que patrullan y actúan juntos. Arriesgamos la vida para salir de allà. He sido arrestado 17 veces entre Septiembre y Octubre. Y ahora no sabemos cà³mo vamos a entrar a nuestras comunidades campesinas y pueblos, no sabemos lo que vaya a pasar con nosotros los que salimos de las llamadas zonas de …‘consolidacià³n y rehabilitacià³n´, como las llama Ílvaro Uribe”, contaba Pedro.
Fruncià³ la frente y movià³ pausadamente las manos mientras hablaba. No le notà© ninguna prisa en aquellos escasos diez minutos que hablamos. Luego le preguntà© sobre su experiencia como dirigente campesino.
Despuà©s me narrà³ casos de persecucià³n y represià³n a la que esta sometida a diario la comunidad campesina del Arauca, los miembros de ACA, los dirigentes asesinados, las masacres, etc. Terminà³ recordándome, y tambià©n agradecià©ndonos, la importancia de continuar la solidaridad y la denuncia. Antes de marcharse, me prometià³ leer el documento que le di donde hablaba de lo que el vivàa en carne propia.
El paisaje verde intenso roto por los esporádicos amarillos pálidos y marrones otoñales de los árboles que se asoman entre la bella monotonàa verde que comprende el recorrido entre Bilbao y Vitoria, en Euskadi, me sirvieron de trasfondo para escribir sobre ti, compañero Pedro Jaime Mosquera.
Ese paisaje de valles profundos, pequeños bosques y grandes cadenas montañosas al fondo, las inmensas bolsas de pasto segado envueltas en plásticos negros me trajo el recuerdo de aquel encuentro contigo en Florencia. Me recordà³ la escena de nuestra conversacià³n de tan solo diez intensos, fugaces minutos de tu joven vida segada por las balas de un rà©gimen que ni verde ni marrà³n: solo negro como el túnel de la muerte al que te ha lanzado hoy a ti.
Despuà©s del Foro de Florencia, nos confirmaste que habàas podido entrar a Colombia, que habàas podido saltar los obstáculos de los retenes, de las patrullas de asesinos que deambulan por todos lados y que habàas podido regresar a la comunidad campesina donde pertenecàas.
Pero las dificultades continuaron. Hace solo unos meses te detuvieron, encarcelaron y te acusaron de “concierto para delinquir, rebelià³n y terrorismo”, de lo que se acusa a todo disidente y luchador social, sindical y campesino en Colombia. Pero de ese “obstáculo” tambià©n saliste, te tuvieron que dejar libre. Partiste como refugiado a Venezuela.
El pasado 6 de Octubre, tu cuerpo inerme y torturado yacàa tirado al lado de un camino, el mismo que tantas veces recorriste. Era, Pedro, como si el Terrorismo de Estado en su versià³n de polàtica de “seguridad democrática” del que me hablaste un dàa otoñal en Florencia, lo hubieras vivido esta vez en carne propia pero para siempre.
Como si se te hubiera quedado pegado a tu vida y la hubiera arrebatado, arrojándola al túnel oscuro de la muerte. Del túnel de la muerte nadie se salvará Pedro, lo sabemos. Pero a ese túnel de la muerte en que quieren convertir a Colombia este rà©gimen oscuro, no llegaste tu por tu propia voluntad. A ese túnel de la muerte te lanzaron brutalmente una polàtica de estado que sigue segando vidas jà³venes y comprometidas con otro mundo posible y diferente como la tuya.
A ese túnel de la muerte vienen lanzando vidas por miles desde tiempos histà³ricos en nuestro paàs, el continente, las balas de un rà©gimen, una clase y un estado que aun no le tiemblan sus ensangrentadas manos.