por Carlos Vargas, Prensa Rural
El presidente venezolano Hugo Chávez anuncià³ la compra de helicà³pteros de combate rusos por 40 millones de dà³lares para reforzar las unidades militares desplegadas en la frontera de su paàse con Colombia. Este anuncio se hizo poco despuà©s de que cinco soldados del ejà©rcito venezolano y una ingeniera de la estatal petrolera Pdvsa fueran asesinados en una emboscada el 10 de septiembre, atribuida por las autoridades colombianas al 10 Frente de las FARC-EP.
Lo que ha sido tratado en medios colombianos como un incidente de poca importancia, se enmarca en una ofensiva del ala más retardataria de la oposicià³n venezolana, teledirigida por Washington y apoyada en el narcoparamilitarismo colombiano, como se comprobà³ tras la captura de una columna de mercenarios importados por los escuálidos a las goteras de Caracas.
Para los conocedores de los intereses geopolàticos en el trasfondo de los planes de dominacià³n del imperialismo yanqui en la regià³n, se configura claramente un escenario de provocacià³n, con miras a desestabilizar la revolucià³n bolivariana en Venezuela. Esto explicaràa las incursiones fronterizas, los llamados a la desmovilizacià³n de las Fuerzas Bolivarianas de Liberacià³n (guerrilla venezolana con arraigo en la frontera con Colombia), e incluso el extraño asesinato de varios colombianos refugiados en el vecino paàs, como el làder agrario Pedro Jaime Mosquera.
La hipà³tesis se ratifica con el análisis que dio a conocer esta semana la firma consultora Stratfor, agencia de inteligencia privada vinculada a los intereses de las multinacionales petroleras. Según estos estrategas de cuello blanco, “los niveles de alistamiento operativo en el ejà©rcito, la fuerza aà©rea y la marina venezolana son tan cràticamente bajos que si hoy estallara la guerra con Colombia, el ejà©rcito de ese paàs podràa capturar y retener con facilidad extensas áreas del territorio vecino, como el estado de Zulia, que produce el 40% del petrà³leo de Venezuela”. Stratfor basa su análisis en documentos robados de la inteligencia venezolana de hace unos tres años, advirtiendo que “la situacià³n actual es mucho peor”.
Obviamente, olvidan estos analistas mencionar la presencia de paramilitares financiados por los hacendados escuálidos en esa misma regià³n, asà como el control paramilitar del lado colombiano de la frontera, denunciado con mucha anticipacià³n por el representante a la Cámara Gustavo Petro:
“La táctica paramilitar es aglutinar fuerza, esperando y concentrar hombres y recursos. Van a esperar dos cosas; o que un extremo y poderoso sector de la oposicià³n venezolana los contrate para hacer la guerra adentro de Venezuela al estilo de la Contra nicaragüense, o que el mismo gobierno de los EU, una vez que salga de su problema en Iraq si sale bien, decida apoyarse sobre las fuerzas militares para intervenir en Venezuela. Los paramilitares están esperando eso y por eso están controlando la frontera, y cada vez concentrando más armas y equipos en la frontera” (entrevista con Dick Emanuelsson, 1 de marzo de 2003).
Hasta ahora sà³lo parece tratarse de hipà³tesis, y los análisis de Stratfor, a pesar de la credibilidad de que gozan en los medios de comunicacià³n masiva y en los càrculos de derecha, suelen estar llenos de grandes distorsiones y desinformacià³n barata. Pero dejan ver con meridiana claridad a dà³nde apunta el interà©s de su clientela, inversionistas del sector petrolero especialmente. Lejos de preocuparse por la seguridad de los colombianos, como pretende hacernos creer el presidente Uribe, no ven más allá de sus intereses, y están dispuestos a pagar para que la sangre de los paàses hermanos “libere” los campos petroleros a beneficio del “libre comercio”. ¿Habrá algún mandatario indigno dispuesto a prestarse para esos juegos de guerra?