Declaracià³n del Campo Antiimperialista
Solidaridad con los revolucionarios colombianos en la luchar contra la jurisdiccià³n imperial yanqui
El 31 de Diciembre fue extraditado a Estados Unidos el guerrillero colombiano de las FARC-EP, Simà³n Trinidad, capturado en una operacià³n de secuestro por agentes norteamericanos y colombianos en Ecuador el 2 de enero 2004 cuando cumplàa una tarea polàtica como representante de las FARC a contactar la ONU para adelantar el tema humanitario del intercambio de presos de guerra. El 13 de diciembre fue secuestrado Ricardo Gonzáles, miembro de la comisià³n internacional de las FARC en el centro de Caracas en circunstancias a esclarecer aún por parte del gobierno bolivariano de Venezuela y llevado a las garras del rà©gimen dictatorial de Uribe Và©lez.
Estos dos casos son paradigmáticos y de suma importancia para entender la polàtica imperial yanqui que esta encaminada a erigir un control polàtico-militar total sobre el mundo que sà³lo es comparable con la concepcià³n hitleriana del Tercer Reich. Con precedentes como el secuestro y extradicià³n de Simà³n Trinidad, los EE.UU. se deshacen progresivamente de las reglas del derecho internacional basado sobre la soberanàa de las naciones, obstáculo para su dominio global, e imponen su ley bárbara en todos los niveles. Parte del concepto polàtico-militar imperial yanqui, conocido como guerra permanente y preventiva, es reservarse el derecho a una “justicia internacional” basada en la idea de poder de decisià³n exclusivo del centro imperial. Con esto EE.UU. va mas allá de la polàtica clintoniana y europea de una instancia imperialista colectiva de jurisdiccià³n internacional como la Corte Internacional de La Haya. Lo que predominaba en los años 90 cuando la globalizacià³n imperialista dio sus primeros pasos con la primera invasià³n de Irak y la agresià³n contra Yugoslavia, era un imperialismo camuflado de invadir a favor de los “derechos humanos” y en nombre de la “Comunidad Internacional”. Hoy ya no hace falta y no puede esconderse que la globalizacià³n se mueve alrededor de una única instancia de decisià³n, los EE.UU., que se legitiman exclusivamente por su supremacàa militar. Esto revela claramente el fanatismo protestante militante yanqui de considerarse pueblo elegido a decidir la suerte del mundo, la vida o muerte de millones de seres humanos.
Por lo tanto no es sorprendente que los yanquis y sus lacayos ya no se esfuerzan a legitimar ante la opinià³n pública los secuestros de los opositores polàticos colombianos ni la violacià³n flagrante de la soberanàa de dos Estados (Ecuador y Venezuela). Mas allá de unas mentiras del mismo estilo como las llamadas pruebas sobre armas de destruccià³n masiva en Irak, la extradicià³n de Simà³n Trinidad viene explicada sin vacilar por su carácter de revolucionario y militante de un movimiento polàticos combatiente y antiimperialista que se opone al imperialismo yanqui, por esto considerado terrorista y proscrito en las “Listas Negras de organizaciones y personas terroristas” a exterminar en cualquier momento y rincà³n del mundo.
A sus rehenes capturados en la guerra preventiva, la là³gica imperial ni les reconoce el estatus de presos polàticos o de guerra con sus correspondientes derechos y proteccià³n internacionales. Quien se atreve a levantarse contra el imperador es privado de todo derecho, hasta de su carácter de ser humano, y desaparece en los nuevos campos de exterminio como Guantánamo o Abu Ghreib donde son entregados a la merced de los agentes de GESTAPO yanqui.
Esta barbaridad de alcance mundial desconocida en toda la historia, sin embargo revela un poder imperialista que cada vez mas se ve obligado a enfrentar nuevos frentes y enemigos. El imperio está conciente de su debilidad estratà©gica que comparte con todos los imperios de la historia. Tiene en su contra a adversarios que pueden apoyarse sobre la disconformidad de las amplias mayoràas populares que crece con cada acto de agresià³n y soberbia imperial. El rà©gimen colombiano de Uribe Và©lez con la extradicià³n de Simà³n Trinidad dio una leccià³n pública de subordinacià³n servil al amo yanqui a todos ciudadanos colombianos, mas clara que cualquier advertencias antiimperialistas: soy un mero administrador elegido y mantenido por una fuerza extranjera, los EE.UU., que constituye el verdadero dueño de Colombia.
El administrador puede mas que cumplir la orden de extradicià³n, pisoteando la exigencia mayoritaria al intercambio humanitario de presos de guerra. Tiene que violar la soberanàa del paàs vecino Venezuela para secuestrar a Ricardo González y provocar el peligro de un conflicto fronterizo mandando sus socios paramilitares a atacar la revolucià³n bolivariana. Los yanquis minan su intento de evitar una “escalada regional del conflicto colombiano” con cada accià³n a la cual se ve obligado su narco-lacayo colombiano para agradar al soberano de Washington y terminan multiplicando las contradicciones, enemigos y frentes.
Sabemos que hoy todos los opositores consecuentes del imperio yanqui estamos amenazados por la “justicia imperial” (hasta la solidaridad antiimperialista está en la mira por su “apoyo al terrorismo”). Pero con la misma conviccià³n revolucionaria como Simà³n Trinidad que enfrentaba la extradicià³n con el puño en alto y con los gritos de “Vivan las FARC-EP, viva el comandante Marulanda, viva Bolàvar!”, sabemos que cada acto imperial abre nuevos brechas en el frente imperialista y amplia los frentes antiimperialistas.
La amenaza totalitaria imperial hace obligacià³n no sà³lo de los revolucionarios y antiimperialistas, sino de todos los que defienden la democracia, la libertad y la justicia como principios elementales de a convivencia humana, de hacer frente al imperio yanqui. Todos las vàctimas futuras y potenciales del imperio hoy tenemos que estar con Simà³n Trinidad y Ricardo Gonzáles.
Libertad para Simà³n Trinidad y Ricardo Gonzáles!
Defender la soberanàa y la democracia de los pueblos con la lucha por la libertad de los compañeros de las FARC-EP, rehenes del imperialismo yanqui y su lacayo Uribe Và©lez!
Abajo el Imperio yanqui!
Campo Antiimperialista, 10 de Enero 2005