Emerge la Asamblea Popular Revolucionaria
Comienza a emerger la Asamblea Popular Revolucionaria. Sus tareas inmediatas: control de barrios, zonas y caminos, abastecimiento de alimentos y autodefensa. Los más pobres están en pie de combate
Redaccià³n de Econoticiasbolivia
La Paz, junio 8, 2005.- En abierta rebeldàa contra el rà©gimen neoliberal y ante las amenazas de masacre y represià³n, las organizaciones sociales y populares de Bolivia han decidido volcarse a construir y consolidar los à³rganos del poder revolucionarios, que han comenzado a emerger en la lucha por la expulsià³n de las transnacionales y la nacionalizacià³n del gas y el petrà³leo.
“Se ha decidido constituir a la ciudad de El Alto como cuartel general y bastià³n de la revolucià³n boliviana”, dice una resolucià³n de un masivo ampliado de dirigentes de la Federacià³n de Juntas Vecinales y de la Central Obrera de El Alto, que contà³ con la participacià³n de dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) y de las principales organizaciones movilizadas en La Paz.
Las organizaciones sociales han decidido levantar la Asamblea Popular Revolucionaria en todos los rincones del paàs para organizar a la poblacià³n empobrecida y a los trabajadores del campo y las ciudades, con el fin de ponerlos en pie de combate contra el neoliberalismo y las clases dominantes, que tambià©n se alistan para arrasar con la rebeldàa popular y asà continuar saqueando impunemente a uno de los paàses más ricos de Sudamà©rica (ver: Tres fuerzas disputan el poder en Bolivia*)
Las Asambleas Populares, que estarán bajo la direccià³n de la COB, a nivel nacional, y de las Centrales Obreras Departamentales, a nivel regional, tienen la tarea de ejercer el poder en su respectivo territorio, organizar el suministro de alimentos y vituallas y preparar a los hombres y mujeres, a viejos, jà³venes y niños, en la autodefensa y en la previsible lucha contra el Ejà©rcito, la Policàa y los grupos de choque fascistas.
Las Asambleas estarán conformadas por delegados y representantes de todas y cada una de las organizaciones sociales, populares, culturales, sindicales, campesinas e indàgenas y de cualquier naturaleza que luchen contra la opresià³n imperialista que vive Bolivia, a travà©s de los gobiernos neoliberales y de los poderes públicos puestos al servicio de las transnacionales y de oligarquàa de latifundistas y burgueses.
La intencià³n declarada de los dirigentes de la COB y de los sectores más combativos y radicalizados del movimiento popular es lograr que todos los trabajadores, vecinos y clases medias se incorporen activamente en estas Asambleas, que en los hechos ya funcionan, aunque parcial e intermitentemente, en la ciudad de El Alto, en las carreteras del Altiplano y los barrios más pobres de La Paz. Allà, los vecinos organizados en Juntas, en sindicatos, en barrios y distritos, tienen el control territorial y definen sobre aspectos vitales de la poblacià³n, como es la alimentacià³n, el transporte y la participacià³n en las movilizaciones y vigilias.
“Se ha decidido la conformacià³n de la Asamblea Popular revolucionaria y originaria, como instrumento de poder nacional a la cabeza de la Federacià³n de Juntas Vecinales, la Central Obrera regional, la Central Obrera Boliviana, la Federacià³n de campesinos, la Federacià³n de Mineros, Gremiales y otros sectores movilizados”, dice el manifiesto que instruye que en cada Asamblea Popular deben establecerse los Comità©s de autoabastecimiento, de autodefensa, de prensa y polàtica.
Las organizaciones sociales y populares de Bolivia, con la excepcià³n de las fracciones de campesinos, cocaleros, colonizadores y otras federaciones menores ligadas al Movimiento al socialismo (MAS), han decidido “ratificar la lucha inclaudicable por la nacionalizacià³n e industrializacià³n de los hidrocarburos”, y que hasta ahora ha sido sistemáticamente ignorada por los poderes públicos, por el gobierno saliente de Mesa y por el Congreso dominado por los neoliberales, a pesar de cuatro semanas de multitudinarias manifestaciones y bloqueos que han paralizado al paàs.
Las clases dominantes de Bolivia, aunque unidas en la defensa de los millonarios intereses de las petroleras extranjeras y de los grandes latifundios improductivos del oriente, están divididas en la lucha por el poder. Los más duros quieren que el presidente del Congreso, Hormando Vaca Diez, asuma el gobierno y barra con metralla la insurgencia popular. Los moderados, con apoyo de los reformistas del MAS y la Iglesia pugnan por hacer presidente al primer hombre de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodràguez, quien convocaràa de inmediato a elecciones. La Embajada de Estados Unidos, el Ejercito y las petroleras apoyan ambas salidas, aunque su prioridad es la primera.
En cambio, en los sectores sociales y populares que luchan por la nacionalizacià³n, estas opciones sà³lo ofrecen hambre, pobreza y la continuacià³n del saqueo de Bolivia por las transnacionales y la burguesàa local.
“Los trabajadores y vecinos rechazamos todas las maniobras de la clase dominante de sucesià³n constitucional o elecciones entre los mismos politiqueros”, dice otra de las conclusiones del encuentro revolucionario celebrado en El Alto, a pocas horas de la convocatoria a la sesià³n del Congreso, en la ciudad de Sucre y que definirá entre Vaca Diez y Rodràguez, entre la vàa militar y la vàa electoral, como respuesta de las clases dominantes a la crisis estatal.
“El Congreso no representa al paàs. Nosotros confiamos en nuestras propias fuerzas”, dice Gerardo Bustillos, uno de los dirigentes de la Central Obrera de El Alto.