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Lo que los sapos no verán

13. November 2005

De Alejandro Martà­nez, Colombia

Que el pueblo Colombiano ha logrado identificar mayoritariamente el nuevo paso de la burguesà­a y la social-democracia, quienes no pueden marchar sino a condicià³n de someter al movimiento popular y revolucionario con el eslabà³n polà­tico de la reeleccià³n, las multinacionales, el paramilitarismo, su ejà©rcito oligarquico y la reaccià³n.

Se entiende desde las mayorà­as que lo logrado en la lucha popular y revolucionaria es el producto de la dignidad de todo un pueblo, del desarrollo de la lucha de clases desde el combate histà³rico del pueblo Colombiano contra el enemigo de clase; enfrentado por más de cincuenta años, construyendo un acumulado cuidado y defendido celosamente, para no irse de bruces como lo desean el imperialismo , la táctica socialdemà³crata y gubernamental, por lo que para el pueblo; YA NO HAY MARCHA ATRÍS, aunque algunos conversos y “adalides disfrazados” de “luchadores antineoliberales”, promueven la confusià³n y la dispersià³n para que si es “posible y necesario”, haya una alianza con sectores de “izquierda”, pero no para promover la paz, el desarrollo nacional autà³nomo; sino para asegurar la derrota de la izquierda, la profundizacià³n de la guerra; y desde luego las ganancias del capital.

Sin embargo, para dar continuidad histà³rica a la lucha de Bolà­var, de Camilo, del Chà©, el pueblo profundiza sus conquistas con una mayor acumulacià³n de fuerzas en su nivel de conciencia, unidad y organizacià³n; que se han logrado desde la accià³n diferenciada en lo ideolà³gico, lo estratà©gico y lo operacional.

Hoy se pondrá en movimiento toda una polà­tica, en la cual el papel de la izquierda en su conjunto puede reforzar una estrategia de fuerzas democráticas, capaces a travà©s de la accià³n popular y revolucionaria, de aislar al fascismo-uribismo, para crecer un determinante camino de la unidad y el fortalecimiento de las organizaciones de masas ( Obreras, indà­genas, de mujeres, de barrios, estudiantiles , milicianas etcà©tera); pero en la ruta de alcanzar la libertad, la segunda independencia, la justicia social y el socialismo.

Asà­ es, efectivamente, en este paà­s que se llama Colombia, el Bolà­var, Camilo Torres, Manuel Marulanda, Ernesto Rojas; y de miles y miles de luchador@s sociales en pià© de lucha por una NUEVA COLOMBIA; sabemos que la contraviolencia de los oprimidos contra los explotados, es fundamental para poder construir un rà©gimen racional, justo, pacà­fico y popular pues ellos; los burgueses no retrocederán jamás, ni entregarán sus cuantiosos privilegios al acomodado muelle de los siglos.

Seguirán en su camino del exterminio con o sin el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), y/o su policà­a criminal y sus chulos (milicos); quienes han construido los reservorios del terrorismo o de la polà­tica paramilitar de la seguridad democrática que tiene “aterrados”a algunos burgueses y al paraco Uribe, quienes no se ven en el ensangrentado espejo de los miles de asesinatos, desapariciones e impunidad por ellos promovidas, como una polà­tica genocà­da contra un pueblo, que está decidido a construir una democracia popular en la que no haya disfraces , que no gobierne la oligarquà­a y la gran burguesà­a; y donde el aparato de represià³n de estado siga intacto y continúen vigentes los mecanismos fascistas, ni los discursos de “democracia”, “paz¡¡¡”, “seguridad democrática” etc.

Lo que los sapos y su club plantean, es hoy la evidencia más elocuente del continuismo de un rà©gimen contrainsurgente y criminal.

Esta là³gica se despliega en realidad; y no idà­licamente como la pinta AUV-AUC con la reeeleccià³n, la renovacià³n y lo que este tenebroso estado llama paz¡

Es evidente que el pueblo continúa construyendo la revolucià³n , que esto tiene un costo, que las clases dominantes y el imperio cobran en sudor y sangre del pueblo Colombiano, pero a pesar de ello la lucha popular y revolucionaria por la paz; está en ascenso, es objetiva y se intensifica con auge sostenido; al contrario de lo que ven los medios de comunicacià³n del establecimiento, los sapos y algunos escribas contrainsurgentes que quieren ver en el proceso revolucionario Colombiano , un pueblo arrodillado, un movimiento insurgente desunido, domesticado, desvinculado de las masas; como desprestigiado polà­tica e ideolà³gicamente.

En realidad el descontento popular ha crecido, se ha cualificado; las masas desde su autonomà­a y diversidad marchan, avanzan, se incorporan cada vez más a la lucha revolucionaria; NO COMEN CUENTO, toman calles y no se someten al estado de terror del renovado laboratorio paramilitar, del narcoejà©rcito oficial, ni del DAS, la “Sinfà­n”, ni la policà­a, entre otros.

El pueblo no está dispuesto a continuar siendo presa de la degradacià³n, la expoliacià³n y el exterminio oligárquico e imperial.

Lo que tampoco los sapos quieren ver, es que el movimiento insurgente ha crecido su lucha tambià©n en los centros urbanos y desde luego en el campo, donde conjunta y unitariamente desarrolla a la luz del dà­a su capacidad polà­tico-militar y su poder real, que construye, respeta y fortalece los procesos autà³nomos, contrahegemà³nicos; hostiga, sabotea y enfrenta al estado criminal, le infringe derrotas que por otro lado provoca profundas contradicciones de la cúpula militar fascista, en torno a las ganancias y la conduccià³n de la guerra, que hoy producen elementos centrales para el descontento militar.

De tal manera que el rà©gimen está acorralado por sus sapos y su talante pro-yanqui, mientras el movimiento revolucionario se sumerge en el pueblo y pone al desnudo las trampas imperiales y las de sus tà­teres que muestran por otro lado el fracaso de la estrategia de guerra de AUV-AUC, quien no podrá detener al pueblo en sus luchas por la paz, contra la miseria, el narcoparamilitarismo, el genocidio , la impunidad y la reeleccià³n.

Tambià©n; pese a los agetreos internacionales Uribistas para desviar el papel protagà³nico de la pro-estaudinense ONU, en el conflicto social y polà­tico Colombiano, el pueblo tendrá claro su propio camino: Buscar el diálogo y la paz,- pese a ser declarado como terrorista- ,tambià©n dirá un NO rotundo al ALCA, pues entiende que el capitalismo depreda para valorizarse, y que se requiere enfrentar a este estado construyendo una alternativa econà³mica y polà­tica propia, y que derrote además a las pos-modernas ilusiones burguesas y social-burguesas, para las que no habrá concesiones en su tarea de mantener en el poder al sirviente imperial Ílvaro Uribe Và©lez-AUC, que “piensa” en un paà­s sin lucha de clases, sin democracia real e independencia; tareas que corresponden y construye el pueblo, la clase obrera y el movimiento revolucionario Colombiano, entendiendo que las bases de la revolucià³n están en la economà­a y la polà­tica; y que por otro lado además el capital no negociará, solo ” dará” unas migajas burguesas y la pax americana de la guerra y la barbarie contra hombres, mujeres y naturaleza .

Asà­ es que en Colombia, la lucha popular y revolucionaria como totalidad, constituye hoy una articulacià³n dialà©ctica, de la lucha de masas, la lucha teà³rica, la lucha armada, la lucha diplomática, la lucha en las entrañas del propio enemigo; y la solidaridad internacional, entre las cuales solo una -dirà­an los clásicos- tiene un valor nodal y por ende estratà©gico: La guerra revolucionaria, cuya columna vertebral es la lucha armada¡

Esto es en resumen lo que los sapos no verán¡

Alejandro Martà­nez.

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