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Al Kubaysi: “Varios detenidos murieron bajo tortura”

3. January 2006

Entrevista a
Abdelyabar al-Kubaysi, secretario de la Alianza Patrià³tica Iraqà­ (IPA) tras su liberacià³n. Por Kulu al-Arab, Al-Basra, 28 de diciembre, 2005

Kulu al-Arab
(K.al-A.): ¿Puedes hacernos un resumen de tu perà­odo de detencià³n (1)?

Abdelyabar
al-Kubaysi (A.al-K.): He estado detenido durante 16 meses en la cárcel de Campo
Cropper, situada en el Aeropuerto Internacional de Bagdad, donde además se
encuentra la base estadounidense más grande del paà­s. Al inicio de mi
detencià³n, los interrogadores estadounidenses me mostraron carpetas que decà­an
contener informacià³n sobre mà­ desde 1960. Mi interrogatorio durà³ seis meses y
era, en su práctica totalidad, de carácter polà­tico. Incluso me preguntaron
sobre personalidades polà­ticas árabes y extranjeras. En el último tramo del
interrogatorio me dijeron que no creà­an nada de lo que yo les decà­a. Mi respuesta fue: “à‰se es vuestro
problema”.

En los primeros
seis meses de mi detencià³n me introdujeron en zulo, construido en un
habitáculo de madera un poco más grande. Pero los primeros 11 dà­as los pasà© en
una caja [de madera] en la cual apenas cabà­a mi cuerpo.

Tras estos seis primeros
meses me trasladaron a donde estaban los detenidos polà­ticos.

Durante mi tiempo
de detencià³n he podido hablar con todos ellos, con la excepcià³n de Tareq Aziz y
Taha Yasà­n Ramadán [2], al que veà­a de lejos, pero con quien nunca coincidà­a. Con
los que he conversado mucho han sido con Qays al-Aazami, Humam Abdel Kader,
Humam Abdel Jalek, Abdel Atawab Hwich, Ahmed Mortada, Hussam Mohamed Amin,
Sutam Alhammud y Abd Hammud, además de varios oficiales de los servicios
secretos iraquà­es. Habà­a un
total de 103 detenidos en esta cárcel.

Antes de ponernos
en libertad nos preguntaron si tenà­amos un destino de preferencia. Yo y otros
cinco elegimos Bagdad, y otros cinco más Tikrit; otros eligieron Amán,
incluidas las señoras Huda Saleh Ammach y Rihab Taha, dado que temà­an ser
asesinados por las milicias de Badr [3].

En la cárcel [del
Aeropuerto de Bagdad] hay unos 65 detenidos [dirigentes del depuesto gobierno y
del partido Baaz] en espera de juicio. Pero es probable que se libere a algunos
de ellos, como a Mohamed Mahdi Saleh (que fue ministro de Comercio), Abdel
Atawab Hwich y Saad Abdel Majid al-Faysal (ex funcionario del ministerio de
Exteriores), Fadel Mahmud Gharib y Jalil Sarhan (miembros de la direccià³n del
Partido Baaz), y Hamed Challah (comandante de las Fuerzas Aà©reas) [4]. Son un
total de 12 los detenidos ue aun no han comparecido ante ningún juez, pero
puede que terminarán hacià©ndolo en el futuro.

Lo que
esencialmente caracteriza a este centro [de detencià³n] es que esta totalmente
aislado del resto del mundo. El preso no ve más que a los soldados
estadounidenses -aunque posteriormente a mà­ se me permitià³ poder contactar a mi
familia durante diez minutos cada 40 dà­as, y lo mismo hicieron con los demás
detenidos, que podà­an ver a sus familias durante 20 minutos cada cuatro meses. Estas
medidas afectaban a todo el mundo.
K.al-A.: ¿Quà©
trato recibisteis de los ocupantes durante los dà­as previos a tu liberacià³n?
A.al-K.: Antes de
mi liberacià³n, me pidieron los estadounidenses firmar una declaracià³n contra la
violencia y comprometià©ndome a no actuar en contra del gobierno iraquà­ y de las
fuerzas multinacionales de ocupacià³n, y de estar en contra de cualquier
actividad en contra de ellos y de comprometerme de todo ello ante las fuerzas
de seguridad [iraquà­es], además de dejar de expresarme polà­ticamente en los
medios de comunicacià³n durante un año y medio.

Les preguntà© si
pretendà­an que acabara trabajando como confidente, y me neguà© a firmar aquel
documento. Tambià©n le dije a un general estadounidense que si habà­a pasado
tanto tiempo detenido habà­a sido por haber rechazado lo que me estaban ahora
proponiendo y que si a estas alturas pretendà­an convertir en su espà­a. Y añadà­:
“¿Se imagina usted que yo pueda callarme sobre lo que esta pasando en mi
paà­s?”. Abandonà© entonces la sala de interrogatorio y me dirigà­ a mà­
modulo. Me siguià³ el general y me dijo: “Bien, firma lo que quieras y
tacha lo que no quieras”.

Entre los puntos
que contenà­a aquel documento habà­a uno que se referà­a al “[] apoyo una
reconciliacià³n nacional en un Iraq unido”, y otro punto que afirmaba haber
“[] sido informado de que el Partido Baaz ha sido proscrito por ley”
[5]. Otro punto hacia referencia a mi “[] disposicià³n a comparecer ante la
justicia si asà­ se disponà­a”, aunque durante todo el tiempo que ha durado
mi detencià³n siempre he enviado cartas al Comità© Internacional de la Cruz Roja
(CICR) solicitando bien mi liberacià³n, bien mi enjuiciamiento ante un juez
iraquà­. Asà­ que he firmado dando mi consentimiento a estos puntos y he tachado
los demás puntos.
Al salir de la
cárcel me entregaron un certificado de haber sido detenido, en el cual figura
un telà©fono de contacto personal por si los soldados deciden arrestarme otra
vez.
 

K.al-A.: ¿Quà©
tipo de discusiones tenias con los interrogadores?

A.al-K.: Los
interrogatorios y sus procedimientos eran fatigosos. Se cambiaban los interrogadores permanentemente, y
las sesiones duraban más de 20 horas, tiempo que siempre pasábamos con las
manos y los pies atados, y los ojos vendados. Los interrogadores estaban
formados por grupos de cuatro estadounidenses de la CIA o de otras instancias,
e iban cambiando permanentemente.

Nos pedà­an
informaciones sobre la resistencia, o sobre las mezquitas de Faluya, y otras
cuestiones concretas. Luego
las discusiones pasaron a ser en torno a la ocupacià³n misma, y al dinero de
Iraq robado. (Les dije en una ocasià³n que eran unos ladrones, y el interrogador
me contestà³ que no eso era verdad; seguidamente le echà© en cara que à©l y su
padre y su presidente eran todos ladrones.)

Para justificar
mi detencià³n, los interrogadores elaboraron unas acusaciones que no llegaban a
ser cargos, porque sabà­an que no eran veraces, y no porque yo me negara a
confirmarlas, pues consistà­an en que yo me dedicaba a movilizar a las fuerzas
árabes y europeas en contra de la ocupacià³n, o que yo habà­a tenido reuniones
con Sadam Husein para organizar la accià³n de la resistencia para despuà©s de la
ocupacià³n [6], o que yo era el coordinador polà­tico de islamistas, sadristas [7] y baazistas, además de ser un teà³rico polà­tico de la resistencia.

Uno de los
interrogadores me presentà³ algunos escritos mà­os como prueba de que yo era un
teà³rico polà­tico de la resistencia, textos en los cuales yo habrà­a abordado
algunos puntos para crear las condiciones de la expulsià³n de los ocupantes. Yo
no niego que aliento a la resistencia hasta la expulsià³n del último soldado
estadounidense e iranà­ de mi paà­s, pero por otro lado desconozco quià©nes forman
la resistencia.

Asà­, habà­a
escrito en algún articulo mà­o que se necesitaba cuatro condiciones para poder
acabar con la ocupacià³n: la primera, ampliar la geografà­a de la actividad
armada de la resistencia y hacerla crecer para que se convierta en una
resistencia nacional sin denominaciones confesionales; la segunda, fomentar las
acciones cualitativas para infligir mayores daños a los estadounidenses tanto a
nivel humano como material; la tercera, que Iraq no esta aislado de su entorno
ni por la Historia ni por la geopolà­tica [regional], y que por lo tanto todo lo
que acontece en Iraq tendrà­a su efecto en toda la zona, lo que llevarà­a a los
gobiernos leales a EEUU en Oriente Medio a formular [a la Administracià³n Bush] el riesgo que supondrà­a continuar ocupando Iraq y las consecuencias del
fortalecimiento de la resistencia iraquà­, de tal manera que EEUU se dará cuenta
de que la entidad sionista en Palestina [Israel], a la que ha protegido
haciendo la guerra por ella, estará en peligro; y cuarto, que EEUU ha perdido su
credibilidad y ello llevará a la sociedad estadounidense a rechazar la
ocupacià³n y la guerra en Iraq.

Luego me
preguntà³: “¿Por quà© no luchas contra la ocupacià³n iranà­?”, y le
contestà© que la ocupacià³n iranà­ se acabará un minuto antes de su retirada de
Iraq, porque es una ocupacià³n taimada que llegà³ tras la vuestra estadounidense
y dejará de existir en cuanto se desmorone el ejercito estadounidense y huya de
Iraq. Es una ocupacià³n cubierta por el casco del soldado estadounidense y
sustentada en los servicios secretos iranà­es y en organizaciones e
instituciones controladas por estos servicios, que reciben decenas de millones
de dà³lares [8]. Y à©l me
contestà³: “¿Entonces, puede que estalle una guerra civil?”. Yo le dije:
“Retirados y dejadnos matarnos entre nosotros. En Iraq nunca hemos sentido
que habà­a chià­es y sunnà­es, y sà³lo hemos empezado a escucharlo cuando
llegasteis y trajisteis al gobierno iranà­ de al-Yaafari y a los partidos
iranà­es, y sin embargo todo esto terminará cuando os retirà©is de mi paà­s. Vosotros
sois el enemigo ahora y vuestra expulsià³n es la única salida que tenemos y será
por medio de la resistencia”. Luego me insultà³ y yo le insultà©, y le dije
que no podà­a hacer nada conmigo a no ser que me pegara un tiro en la cabeza.

Despuà©s vino otro
interrogador de la CIA y me dijo que Iraq estaba en peligro y que EEUU está
empantanado, y que respetaban mucho el análisis que hacà­amos de la situacià³n. Incluso
me prometià³ hacerlo llegar a Washington.

K.al-A.: ¿Quà©
ocurre en ese centro de detencià³n, sobre todo en relacià³n con la tortura?

A.al-K.: Yo
personalmente no he visto a nadie que haya sido torturado, salvo el caso de
cuatro personas: Taha Yasà­n Ramadán, vicepresidente de la República, del que vi
su cuerpo ensangrentado y a à©l mismo intentando curarse con agua y sal; Jamis
Sarhan, miembro de la direccià³n del Partido Baaz y vecino de Faluya; al Dr.
Hazem Achaij Arrawi, un cientà­fico del programa biolà³gico; y a Mohamad
A-Saghir, oficial de los servicios secretos. Y no me estoy refiriendo a la
práctica habitual de vendar los ojos y atar las manos a la espalda a los
detenidos para luego juntárselas con los pies durante dà­as metidos en un zulo
de madera dentro de otro agujero pequeño y oscuro No, no me refiero a estas
prácticas, que las hemos sufrido todos durante los dà­as de los interrogatorios
y que yo personalmente tambià©n he sufrido.

Hay que señalar
tambià©n que para comer tampoco nos desataban las manos, ni nos quitaban las
vendas de los ojos; sà³lo en lugar de atarnos las manos a la espalda lo hacà­an
por delante, y nos tocaba dar golpes de ciego para poder comer. La comida
duraba 10 minutos y despuà©s las manos volvà­an a estar atadas hacia atrás.

K.al-A.: ¿Conoces
a alguien que haya sucumbido a la tortura?

A.al-K.: Sà­, hay
varias personas que murieron bajo la tortura, entre ellos Adel Al-Duri, que
tenia más de 60 años y que era miembro de la direccià³n del Partido Baaz,; Hamza
Zubaidi, ex primer ministro, que tenà­a más de 70 años de edad; y Waddah Achaij,
un oficial de servicios secretos, que tenia unos 58 años.

K.al-A.: ¿Cuántas
personas detenidas habrà­a en esta cárcel?

A.al-K.: Hay 103 detenidos, además de miembros de la
resistencia que fueron aislados en un pabellà³n aparte, como lo estuve yo
durante los primeros seis meses. [Este grupo] llegà³ a estar compuesto por unos
17 detenidos y 9 detenidas.

Cuando fui liberado, ellos seguà­an aislados y no sabemos
nada de lo que se les inflige.

K.al-A.: Aparte de la tortura, habrà­a tambià©n intentos de
sobornar a los detenidos: ¿has recibido alguna oferta en este sentido?

A.al-K.: Desde luego. Me han ofrecido dinero y puestos en el
[nuevo] gobierno. Es más, me dijeron: “Crità­canos, pero da tu visto bueno
a la participacià³n en el proceso polà­tico y en las elecciones [del 15 de
diciembre] de 2005”. Lo rechacà©. Por ello me dijeron que no iba a ser
puesto en libertad hasta que una vez hubieran celebradas las elecciones, y asà­
fue.

Les dije tambià©n que yo estoy a favor de la resistencia y
que si tuviera 30 años lucharà­a contra vosotros, y me contestà³ uno de sus
generales: “Forma dos batallones y lucha contra nosotros, pero no escribas
en nuestra contra”. Les dije: “No soy un militar y tengo más de 60
años, asà­ que lo único que puedo hacer es escribir. Y es lo que seguirà© haciendo”

K.al-A.: ¿Quà© es lo que más molesta a los detenidos?

A.al-K.: La alimentacià³n: los detenidos sufren un hambre
inimaginable. Se nos servia una cuchara de arroz por detenido y entre 20 y 30
granos de maà­z, además de un pedazo de carne. Y no estoy exagerando. Cuando
cambiaban de menú nos daban tres cucharadas de macarrones. Ha sido una
de las preocupaciones de los detenidos, que queda reflejado en sus cartas
dirigidas al CICR.

Notas de IraqSolidaridad:

1. Và©ase en
IraqSolidaridad:
Abdelyabar al-Kubaysi, secretario
general de la Alianza Patrià³tica Iraquà­, en libertad tras 15 meses de detencià³n
por los ocupantes


2. Respectivamente, viceprimer ministro y vicepresidente de Iraq en el momento
de la invasià³n.


3. Và©ase en IraqSolidaridad en informe “Irán en Iraq”:
Loles Oliván: Irán en
Iraq, una amenaza a la hegemonà­a de EEUU


4. Estas posibles excarcelaciones y las ya efectuadas, además de la del propio
al-Kubaysi, podrà­an asociarse a las reiteradas filtraciones de varios medios de
comunicacià³n occidentales (ver entre otros, Time, 12 de diciembre, 2005)
y árabes (Al-Watan al-Arabi, 17 de diciembre de 2005, recogido en Al
Fanar, Revista de Prensa Írabe de igual fecha) relativas al intento
de EEUU de abrir un proceso de negociacià³n con los sectores nacionalistas y
baazistas de la resistencia, tras haber logrado que formaciones polà­ticas y
armadas islamistas participaran en las elecciones del pasado 15 de diciembre
(và©ase en IraqSolidaridad:
1.000 dà­as de guerra. Elecciones
bajo ocupacià³n: Listas sectarias y fractura en el campo anti-ocupacià³n
), y ante la previsià³n de la retirada
estadounidense de Iraq.


5. Al-Kubaysi es baazista disidente desde hace 25 años.


6. Como secretario general de la Alianza Patrià³tica Iraquà­, al-Kubaysi instà³ al
gobierno de Sadam Husein a abrir un proceso de diálogo polà­tico con la
oposicià³n en el exterior no comprometida con los planes de invasià³n de Iraq
que, tras 12 años de sanciones, se veà­a ya inminente. Al-Kubaysi con tal fin retornà³ a Iraq ante del
inicio de la invasià³n. Pocos semanas antes del inicio de la guerra visitarà­a el
Estado español.


7. Partidarios de as-Sader, clà©rigo chià­ finalmente vinculado en las elecciones
de diciembre a la lista confesional chià­ hegemà³nica en el anterior gobierno de
al-Yaafari.


8. Ver nota 3

Fuente: IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org)

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