Recientemente, el Presidente venezolano encargà³ a tres miembros de su
gabinete elaborar propuestas para acelerar el Rumbo al Socialismo
(RAS). Los tres ministros ya entregaron sus trabajos y dentro de dos
semanas se pretende discutir los resultados. La iniciativa del
Presidente es oportuna porque el Talà³n de Aquiles del proceso es la
ausencia total de formacià³n polàtica de los cuadros medios.
La razà³n de esta debilidad es la falta de comprensià³n teà³rica del
Socialismo del Siglo XXI, que se debe, a su vez, a dos factores: a) no
se estudia la teoràa respectiva, ni siquiera en las mismas
instituciones educativas del proceso, como son las Misiones y las
universidades bolivarianas, y, mucho menos, por supuesto, en los
ministerios y empresas estatales; b) dentro de los estratos de
liderazgo de la Revolucià³n y de la Nueva Clase Polàtica (NCP) es casi
imposible encontrar làderes que tengan interà©s real en el nuevo
socialismo.
Ante esta situacià³n —que hace que la idea de
declarar en forma oficial el carácter socialista de la revolucià³n en un
congreso ideolà³gico del partido Quinto República (MVR) en el primer
semestre de 2007, luzca un tanto exà³tica — aportamos esta
contribucià³n solidaria a la búsqueda del Presidente, de sus ministros y
de los latinoamericanos que pretendan llegar a una Patria Grande
socialista.
Dado, que la teoràa y la implementacià³n de la
economàa socialista es el aspecto más difàcil de la nueva civilizacià³n,
nos concentramos en este aspecto.
El primer paso para implementar una economàa socialista es saber en quà©
se diferencia esa economàa de la economàa de mercado capitalista que
sufrimos actualmente. Las diferencias principales, es decir las
caracteràsticas principales de la economàa socialista, son seis: cuatro
que pertenecen a la democracia econà³mica y dos que pertenecen a la
economàa polàtica de valor.
A. Los cuatro elementos de la democracia econà³mica:
1.
La incidencia real de los ciudadanos en las decisiones macroeconà³micas,
por ejemplo, el presupuesto nacional. 2. La incidencia real de los
trabajadores en las decisiones microeconà³micas (la empresa),
particularmente sobre la tasa de plustrabajo, que decide el grado de
explotacià³n de la mano de obra, y la tasa de inversià³n. 3. La
incidencia real de los ciudadanos en las decisiones econà³micas de la
comunidad, por ejemplo, a travà©s del presupuesto participativo
municipal. 4. La planificacià³n de la economàa sobre esas incidencias de
las mayoràas.
B. Los dos elementos de la economàa de valor:
1.
La contabilidad y operacià³n de la economàa se realiza mediante el valor
(los insumos de tiempo), no sobre el precio de mercado. 2. El
intercambio de los productos se realiza mediante valores iguales. Este
es el principio de la equivalencia que instala la justicia social a
nivel de la produccià³n, no de la distribucià³n empresarial o
redistribucià³n estatal. La justicia social se realiza, de esta manera,
desde el primer nivel de toda actividad econà³mica: la produccià³n.
Estas son las seis instituciones básicas de la economàa socialista.
Solo cuando un sistema econà³mico opera sobre ellas, puede hablarse de
economàa socialista. Cuando no existen o no son operativas, no se ha
salido de la economàa de mercado, porque la base econà³mica no ha
entrado a una civilizacià³n postcapitalista. Intentos de trascender la
economàa de mercado que no alcancen esta institucionalidad socialista,
revertirán tarde o temprano al capitalismo pleno, por más que se
declare el socialismo o comunismo como intencià³n o realidad por parte
de los gobiernos.
El paso decisivo en la transformacià³n de la economàa de mercado hacia
la economàa socialista reside en la sustitucià³n del precio por el
valor. Para entender este paso decisivo hay que entender el papel que
juega el precio en la economàa de mercado. Este papel es doble. El
precio cumple dos funciones vitales para el sistema: a) es el centro
cibernà©tico de la economàa nacional, regional y global, que dirige los
flujos de mercancàas (productos), servicios, dinero y capitales; sin el
precio, la economàa de mercado no se mueve, es un sistema muerto; b) es
el principal mecanismo de apropiacià³n del plusproducto o excedente
econà³mico (ganancia); es decir, es el principal instrumento del
enriquecimiento y de la acumulacià³n de capital de los empresarios.
¿Y cual es la relacià³n entre el precio y la propiedad sobre los medios
de produccià³n? La forma de propiedad sobre los medios —estatal,
privada, social o mixta— es la base juràdica de la economàa: es la
Magna Carta o Constitucià³n del quehacer econà³mico. Pero esta
normatividad general no sirve para el enriquecimiento empresarial
cotidiano. Este enriquecimiento cotidiano requiere de un instrumento
operativo y este instrumento es el precio de mercado.
El
precio es el equivalente funcional del revolver en el asalto bancario:
quien tiene el revolver (el poder) se lleva la riqueza. En este
sentido, toda economàa de mercado es una economàa gangsteril,
anti-à©tica, en la cual rige la ley del más fuerte. Hoy dàa, los sujetos
econà³micos más fuertes son las empresas transnacionales y los Estados
burgueses.
Toda transformacià³n socialista pasa, por lo tanto,
por quitarle el revolver al capital, es decir, el poder del precio. En
el socialismo histà³rico se hizo esto quitándole los medios de
produccià³n a los empresarios y asumiendo el Estado la doble funcià³n del
precio. De esta forma se bloqueà³ efectivamente la acumulacià³n de
capital en manos de los empresarios privados, pero se fracasà³
esencialmente en la funcià³n cibernà©tica, la optimizacià³n de los flujos
econà³micos. En otras palabras: se neutralizà³ la funcià³n clasista del
precio y se malogrà³ su funcià³n sistà©mica.
Una transicià³n
socialista en el mundo actual solo será exitosa si logra sustituir la
institucià³n “burguesa” del precio, de tal manera que sus dos funciones
fundamentales, la cibernà©tica y la acumulativa, pueden resolverse
satisfactoriamente, mediante una institucià³n cualitativamente
diferente: eficiente en la optimizacià³n econà³mica y carente de
capacidad de explotar a otros seres humanos. Esta institucià³n es el
valor.
El primer paso polàtico-econà³mico hacia la economàa socialista en
Amà©rica Latina no es, en consecuencia, la estatizacià³n generalizada de
la propiedad privada —porque no resuelve el problema cibernà©tico—
sino la sustitucià³n del sistema de precio-mercado por el cálculo en
valores y el intercambio de valores iguales (equivalencia). El primer
paso no es nada espectacular ni glorioso: es la prosaica tarea de
establecer una contabilidad socialista, la del valor, al lado de la
contabilidad capitalista, la del precio.
Este primer paso
consiste en el registro de todas las transacciones internas y externas
de la empresa en tà©rminos de insumos de tiempo (time inputs), es decir,
de valores. Esto es fácil de hacer, porque todo proceso productivo se
basa en el factor (vector) tiempo. De hecho, los empresarios calculan
sobre tiempos de produccià³n, pero expresan esos tiempos en unidades
monetarias, es decir, como costos/precios, que les permiten apropiarse
de la riqueza de los demás.
A esa relacià³n valor-precio se
debe que en las empresas modernas digitalizadas los valores pueden
“extraerse” con suma rapidez. En una de esas empresas latinoamericanas
donde estamos llevando a cabo un estudio piloto de una economàa
socialista, los ingenieros de sistema confirmaron lo que por inferencia
deductiva era una verdad a priori: que en tres semanas podràan
proporcionar todos los valores (insumos de tiempo) necesarios para una
contabilidad socialista.
El segundo paso para la instalacià³n
de la economàa socialista consiste en la formacià³n de un grupo de
especialistas de software que escriba los programas que permitan
contabilizar todos los flujos de la empresa en precios (dinero),
valores (tiempo) y volúmenes (toneladas, litros, etc.). Mediante las
tres escalas comensurables de medicià³n y expresià³n del valor del
producto, la empresa puede seguir comerciando con su entorno de
economàa de mercado, sin violentar las relaciones econà³micas
establecidas, es decir, sin pà©rdidas de productividad, produccià³n o
mercados. Hablando con Lenin, se establece una dualidad de poder dentro
de la empresa: la là³gica socialista al lado de la là³gica capitalista.
Logrados estos dos avances ha llegado el momento de dar el tercer paso
de la implantacià³n de la economàa socialista en la economàa de mercado.
Al conocerse el valor y el precio, la mercancàa de la empresa
socialista se pone a la venta con las dos unidades de medicià³n. El
empaque de un litro de leche, por ejemplo, llevaràa la siguiente
denominacià³n: Precio: 2.000 bolàvares; Valor: 10 minutos. Al comprar
diversos productos, el comprador se dará cuenta que la relacià³n entre
valor y precio varàa. Por ejemplo, que en un producto 10 minutos de
trabajo se expresan en 2.000 bolàvares, y que en otro producto [10
minutos] valen 10.000 bolàvares. La disonancia cognitiva que entrañan
ambas expresiones genera inevitablemente un proceso de reflexià³n y
discusià³n social que genera conciencia socialista.
Es decir,
al expresarse el valor del producto con una medida objetiva y
transparente, la socialista (tiempo) y, al mismo tiempo, una medida
dictatorial y explotativa, la capitalista (precio), se extiende la
dualidad de la là³gica econà³mica socialista y capitalista desde la
empresa hacia la vida cotidiana de los ciudadanos: desde la esfera de
produccià³n de las mercancàas hacia la esfera de circulacià³n, el
mercado, el corazà³n del sistema capitalista. No puede haber forma más
pedagà³gica e impactante de acercar al ciudadano a la problemática de la
economàa socialista que esta.
La semana pasada un grupo de
jà³venes venezolanos me pidieron asesoràa sobre la posibilidad de
construir un núcleo de desarrollo endà³geno, basado en la economàa de
equivalencias. Se la di en el sentido de este ensayo. Junto con la gran
empresa de miles de trabajadores, que está en algún lugar de la Patria
Grande, estos jà³venes intentan los primeros modelos de implementacià³n
de una economàa socialista que representa un modelo civilizatorio
cualitativamente diferente a la economàa de mercado.
Al
avanzar sobre las experiencias de estos dos modelos o prototipos de
empresa socialista se puede gradualmente extender el número de empresas
nacionales que operan sobre principios de la economàa de equivalencias,
hasta que finalmente sean el elemento econà³mico dominante del sistema
nacional-regional. Es a travà©s de la multiplicacià³n de esas
experiencias de economàa polàtica que sentaremos bases sà³lidas para el
Socialismo del Siglo XXI en la Patria Grande.
¡Si el Presidente busca el acelerador de su proyecto socialista, aquà está!
Fuente: La Haine