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La Tercera Fase del Proceso

30. December 2006

Comandante William E. Izarra analiza las etapas de desarrollo del proceso bolivariano hacia el cambio estructural revolucionario.


Etapas y fases constituyen el Proceso Revolucionario. Una etapa puede tener varias fases y mantener su vigencia por un largo perà­odo, como es el caso de la etapa actual: la de la transicià³n. Las etapas están determinadas por las fases y à©stas, marcan inicios de momentos engendrados por las coyunturas. A su vez las coyunturas, generadoras de cruces de caminos, abren nuevos espacios que definen los escenarios en la sociedad. La resolucià³n de los escenarios conduce a la consolidacià³n de las etapas.

La etapa actual no ha culminado desde que arrancà³ en 1999. Su evolucià³n continúa en nuestro tiempo. Durante su desarrollo se han cumplido dos fases y estamos en la antesala de la tercera. A partir del hoy entraremos en ella aunque sigamos en la etapa de la transicià³n. Las fases anteriores las hemos denominados: (i) cambio de poder 1999- 2004, y (b) desarrollo endà³geno 2004-2006. La que se inicia el 4 de diciembre la llamaremos …³definicià³n revolucionaria…².

Digo que estamos todavà­a en transicià³n porque no ha finalizado la confrontacià³n de los sistemas polà­ticos que siguen en pugna. La reforma, cuya expresià³n es la democracia representativa, no ha muerto. Es la práctica del Estado burocrático soportado por las leyes capitalistas que regulan el mercado. Leyes procreadoras de una cultura alienante, materialista, consumista, pragmática y rivalizadora. Pero, no solo es el modelo del Estado reformista lo que estimula la alienacià³n, lo son tambià©n los medios de intermediacià³n de la sociedad como, por ejemplo, los partidos polà­ticos, la iglesia, los gremios profesionales, las asociaciones mercantilistas, la banca, el magisterio. La reforma se confronta con la revolucià³n, que busca el cambio de estructura (relaciones de produccià³n, sociales y de poder) cuya esencia es la transferencia de la toma de decisiones a la comunidad organizada. Esto es el poder popular, el cual aún no se ha logrado. Los intentos revolucionarios de las 2 fases anteriores han permitido avances, progresos, evolucià³n limitada, pero sin derrotar de manera definitiva a la reforma. La confrontacià³n sigue activa. De allà­ que, la fase de la …³definicià³n revolucionaria…², tiene que liquidar los residuos del poder reformista y los elementos culturales del pragmatismo corruptor.

Esta nueva fase será la última de la etapa de transicià³n, tal como lo ha manifestado el Presidente Chávez en su discurso desde el Balcà³n del Pueblo la noche de su reeleccià³n. Su direccionalidad estará basada en las siete (7) là­neas estratà©gicas del programa de gobierno. à‰stas se enuncian asà­: (i) generacià³n de la nueva à©tica socialista; (ii) creacià³n y fortalecimiento de la economà­a socialista; (iii) sustitucià³n plena de la democracia representativa por la democracia revolucionaria; (iv) desarrollo de manera sustentable de los programas sociales que eleven la condicià³n humana y proporcionen la mayor suma de felicidad posible en el pueblo; (v) establecimiento de la nueva geopolà­tica nacional; (vi) estimular la pluripolaridad mundial; (vii) convertir a Venezuela en una potencia petrolera. Las siete là­neas estratà©gicas pasan a ser entonces la máquina centrifugadora de metas a alcanzar para finalizar la etapa de la transicià³n.

Como centrifugadora, el programa de gobierno activará, de manera exponencial, operaciones productoras de racimos de eventos orientados a materializar los objetivos que se derivan de las metas. Estos eventos se componen de tareas especà­ficas, las cuales crearán nuevos racimos multiplicadores de obras y, asà­, de manera sucesiva, se van originando los hechos que concretarán el socialismo del siglo XXI. Por ejemplo, la difusià³n ideolà³gica estimula el estudio para emitir conceptos y elaborar juicios. El estudio permite elevar la conciencia revolucionaria la cual conduce a la organizacià³n colectiva. à‰sta, genera la produccià³n de bienes, servicios y nuevos elementos requeridos para la prosperidad de la nacià³n. La produccià³n obliga a inventar mà©todos y en consecuencia procesar tecnologà­as. El factor tecnologà­a exige desarrollar programas de investigacià³n lo que induce a acceder al mundo del conocimiento universal. Al conocimiento se accede a travà©s de estructuras concebidas para la produccià³n intelectual. à‰stas hay que hacerlas, ampliarlas o complementar las existentes. El dominio del conocimiento eleva la condicià³n humana y produce nuevas formas de interpretar el mundo y de concebir inà©ditas formas de vivir la cotidianidad existencial.

Como máquina centrifugadora las siete là­neas estratà©gicas se comportarán como el árbol que crece frondosamente, tal como lo establecen las leyes naturales, con sus ramas, ramales y ramificaciones para alcanzar su máximo desarrollo. Asimismo, el Proceso Revolucionario, como producto de la racionalidad social de la comunidad organizada, alcanzará un nuevo estadio de desarrollo y prosperidad colectiva en esta tercera fase. Vislumbro que la centrifugadora operará en múltiples megaescenarios, nacionales e internacionales, a constituirse a partir del 3D. No obstante, en este breve ensayo describirà© los rasgos caracterizadores de solo tres de ellos: el jurà­dico, el polà­tico-ideolà³gico y el econà³mico.

En lo jurà­dico, el marco fundamental que sostiene al Estado será profundamente modificado. Nuevas leyes transformarán las estructuras existentes del aparato burocrático. En este sentido estimo que lo más inmediato, para erradicar la reforma, será la formulacià³n de una nueva legislacià³n consecuente con la conversià³n del gobierno en instrumento del pueblo. Asà­ tendremos que, en el corto plazo, aparecerán los proyectos de leyes que busquen la transformacià³n de las gobernaciones, alcaldà­as, consejos legislativos y consejos municipales en verdaderas unidades administrativas del pueblo. El avance de la ley de consejos comunales incidirá para que esas estructuras del poder regional o local sean modificadas completamente o desaparezcan. Serán sustituidas por expresiones del colectivo donde el ejercicio público lo asumirá directamente la comunidad organizada. Esta meta-objetivo va dirigida a cambiar las estructuras reformistas del estado burocrático actual.

El Presidente será consecuente con lo manifestado como posible, o enfocado como teorà­a. Ahora esas palabras, esa búsqueda potencial de sueños basados en lo que se quiere, se va a realizar en la práctica. Lo tiene que hacer el Presidente para que su referencia mundial como là­der del siglo XXI sea creà­ble. Lo tiene que hacer para que el Proceso de transformacià³n pueda ser un hecho real, tangible, verificable y esperanzador de la emancipacià³n de los pueblos sometidos por el modelo globalizador.

En lo polà­tico-ideolà³gico lo más significativo, en lapsos inmediatos, será la elevacià³n de la conciencia revolucionaria. Fortalecer la base teà³rica del Socialismo del Siglo XXI e ir a la práctica para activar los postulados polà­ticos, sociales y culturales que exige la revolucià³n.

Son tres las variables que caracterizarán a esta fase: (i) la creacià³n de la red ideolà³gica del Proceso revolucionario, a travà©s de los Centros de Formacià³n Ideolà³gica. à‰stos activarán en el territorio nacional todos los tipos de unidades operativas didácticas, conocidas y por conocer, a fin de difundir la ideologà­a revolucionaria, formar polà­ticamente cuadros revolucionarios y estimular el estudio, la investigacià³n y la produccià³n de conocimientos. Nuevos conceptos derivados de la relacià³n constante entre teorà­a y práctica, sobre el socialismo el siglo XXI, surgirán del seno del mismo pueblo. El talento represado y al margen de la intelectualidad alienada del modelo reformista tendrá la posibilidad de ocupar espacios nunca antes permitido.

(ii) la toma del poder para transferirlo a la comunidad organizada. Las elecciones del 2008 (gobernadores, alcaldes, consejos legislativos y consejos municipales) se harán bajo el criterio de asumir el acto electoral como acto revolucionario. El acto electoral de carácter revolucionario incide en la concepcià³n ideolà³gica del poder. En la reforma las elecciones son un instrumento para perpetuar en el poder a las clases dominantes.
Mientras que en la revolucià³n las elecciones son la và­a para emancipar al colectivo nacional. Al transferir el poder, o toma de decisiones, a la comunidad organizada se está generando un cambio en las relaciones de poder. La direccià³n de la sociedad deja de ser un privilegio de las cúpulas y empieza entonces un proceso de adecuacià³n de las comunidades organizadas a ejercer el mando sobre sus respectivos colectivos. Los niveles de conciencia alcanzado por el pueblo revolucionario y la disposicià³n del Presidente de profundizar el Proceso crearán el escenario apropiado para la aplicacià³n de los conceptos del acto electoral como acto revolucionario: capacitacià³n teà³rica y práctica de los candidatos a los diferentes cargos; escogencia de los candidatos a travà©s de las asambleas populares de las respectivas comunidades; transformarse en voceros los candidatos que triunfen en las elecciones; cambiar los mà©todos de gestià³n reformistas de las estructuras burocráticas del cargo por acciones de administracià³n popular; gestionar el
cargo con base en los planes, programas y consultas que se hagan permanentemente en las asambleas de ciudadanos.

(iii) la creacià³n de la Unidad Revolucionaria como Partido Único. La Unidad Revolucionaria será el instrumento electoral para tomar el poder, transferirlo al pueblo y capacitar a la comunidad para que lo ejerza. Ese será el rol del partido único en la nueva fase del Proceso. El papel del partido sigue siendo vital como instrumento electoral. Es significativo señalar que en el nuevo paradigma establecido en 1997 –decisià³n del MBR-200 de ir a las elecciones en el 98– la revolucià³n se busca, se alcanza y se consolida por la và­a electoral. Camino para crear el poder popular. Y ese camino lo construye el partido polà­tico. Por lo tanto, esa será la ser la razà³n de ser del partido único: ir a las elecciones para tomar el poder y transferirlo a la comunidad organizada. Su lucha tiene que orientarse a: (i) darle sustentabilidad a la formacià³n ideolà³gica y a la enseñanza cultural de la concepcià³n revolucionaria como cambio de estructura; (ii) profundizar las diferencias entre reforma y revolucià³n a fin de que se asuman las fases del Proceso para consolidar el bien común del colectivo; (iii) capacitar a las comunidades para el ejercicio del poder popular y, muy particularmente, la ejecucià³n del mandato constitucional y de la ley creadora de los Consejos Comunales; (iv) generar la carrera del militante polà­tico con base en la formacià³n teà³rica, su ejercitacià³n práctica y su sometimiento a las decisiones asamblearias; (v) contribuir con el gobierno nacional en la preparacià³n del pueblo para la defensa integral de la Nacià³n; (vi) estimular el convencimiento que la revolucià³n no es pragmatismo sino espiritualidad, lo que determina una concepcià³n del mundo y de la vida totalmente diferente a la reformista; (vii) colocarse a la orden del gobierno para ampliar la base polà­tica en las comunidades con el objeto de desarrollar las siete là­neas estratà©gicas.

Finalmente en lo econà³mico, durante el desarrollo de la tercera fase, el Proceso estimulará el fortalecimiento el sector socialista de la produccià³n. Las cooperativas, las empresas de produccià³n social y las nuevas formas de intercambio que surgirán como consecuencia del conocimiento popular serán los elementos fundamentales que se implantarán bajo los criterios del modelo de desarrollo endà³geno y la nueva geopolà­tica nacional. La creacià³n de 21 polos de desarrollo, ya iniciados en todo el territorio nacional, serán la referencia del nuevo modelo socialista que se aplicará en la revolucià³n bolivariana. Estos polos se forman con las unidades agrarias socialistas, el aparato productivo apropiado, la infraestructura de comunicaciones, los servicios y la tecnologà­a para crear una nueva forma de produccià³n, distribucià³n del producto y reparto justo de los bienes generados por la actividad productiva. Serán espacios geográficos estratà©gicamente definidos, con potencialidades de produccià³n socialista conformados por la articulacià³n de Fundos Zamoranos, Núcleos de Desarrollo Endà³geno, Centros Tà©cnicos Productivos Socialistas, Unidades Socialistas de Produccià³n, Comunidades Rurales, Centros de Formacià³n Ideolà³gica, Unidades de Investigacià³n Teà³rica, Servicios Colectivos de Atencià³n a la Comunidad, Asociaciones Cooperativistas, Estructuras Autogestionarias, Empresas de Comunicaciones Sociales, y demás unidades productivas para acoplarse al desarrollo endà³geno y a alcanzar la prosperidad colectiva del pueblo venezolano.

La tercera fase del Proceso revolucionario establecerá las bases para una nueva etapa de la Revolucià³n. Atender los factores que hemos identificados como: leyes, conciencia y produccià³n socialista, luego de depurado el Proceso al salir de aquellos quistes reformistas de carácter personal y estructural, permitirá consolidar la viabilidad de la revolucià³n bolivariana como paradigma universal.

izarraw@cantv.net

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