¡No a las negociaciones secretas! ¡ Luchemos por la convocatoria de Asamblea Constituyente, libre y soberana! Comunicado del Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)
Ha transcurrido más de una semana del golpe de Estado perpetuado por el Ejército, en contra del gobierno del Presidente Manuel Zelaya. Este golpe de Estado ha tenido características muy particulares: ha contado con el apoyo incondicional de los empresarios del COHEP, la Iglesia Católica, y la casi totalidad de los diputados del Congreso Nacional controlado por los Partidos Liberal y Nacional.
¿Un golpe preventivo, para negociar?
Los militares golpistas se apresuraron a entregar formalmente las riendas del poder a Roberto Micheletti, quien fue elegido por el Congreso Nacional, como nuevo presidente de Honduras, simulando una ordenada transición constitucional. Se escuchan voces reaccionarias que han creado la ideología de que el ejército de Honduras restableció la democracia, entregándoles el poder a las autoridades civiles, jugando el papel de guardián de la democracia.
La represión ha tenido características muy puntuales: represión y censura contra los medios de comunicación independientes, encarcelamiento de periodistas y comentaristas influyentes, y de destacados miembros del gabinete de gobierno de Manuel Zelaya, etc.
Contrario a lo que se esperaba, el ejercito golpista todavía no ha desatado una represión generalizada contra los sindicatos y organizaciones del movimiento popular, no ha clausurado locales, no ha encarcelado a los principales dirigentes, no ha perseguido a la izquierda, no ha fusilado opositores y tolera relativamente las masivas manifestaciones de protesta en contra del golpe de Estado y por el retorno del presidente Manuel Zelaya.
Indudablemente, el golpe de Estado del 28 de Junio del año 2009 no surgió como una imperiosa necesidad de la burguesía hondureña de detener un ascenso revolucionario de las masas, sino, todo lo contrario, de saldar las cuentas con el gobierno de Manuel Zelaya aprovechando que ese ascenso de masas no existía. En ese sentido, estamos ante un golpe de Estado preventivo, diseñado como un mecanismo de repuesta ante el intento de modificar el statu quo del poder a través de la encuesta de la Cuarta Urna.
Pero nada ni nadie garantiza que esta situación excepcional continúe. La prórroga del Estado de Sitio, el Toque de Queda y la suspensión de las garantías constitucionales nos indican que el ejército se prepara para reprimir en cualquier momento, como ha ocurrido con la brutal represión contra los manifestantes que esperaban el retorno del presidente Manuel Zelaya en el aeropuerto de Toncontin, en Tegucigalpa.
Ascenso de masas y polarización política
La medicina resulta peor que la enfermedad. Los golpistas no midieron las consecuencias, no calcularon el rechazo popular al golpe de Estado, y el ascenso de masas que ha generado. Por esta razón, el bando golpista se ha visto forzado a desatar movilizaciones de apoyo a favor del gobierno espurio de Roberto Micheletti, utilizando a un sector de los empleados públicos y de las alcaldías, acarreando a trabajadores de los bancos y de la empresa privada.
El golpe de Estado, concebido como un mecanismo de presión para hacer retroceder al proyecto del Presidente Manuel Zelaya y obligarlo a negociar, fracasó en sus objetivos inmediatos, provocando una agudización de la crisis política, un ascenso de masas y una polarización política, entre quienes apoyan al golpe de Estado y quienes luchan contra el mismo.
Aislamiento internacional de los golpistas
El golpe de Estado en Honduras contradice la política actual del imperialismo norteamericano de instaurar gobiernos democráticos en América Latina. La administración de Barack Obama se ha visto obligada a adoptar esta política de “reacción democrática”, que viene desde la época de Jimmy Carter (1977-1981), como un mecanismo de distensión de los problemas sociales que se han agudizado por la crisis económica del sistema capitalista.
Barack Obama se vio forzado a pronunciarse contra el golpe de Estado en Honduras, pero sin adoptar una posición tajante, sin suspender la ayuda económica a los golpistas. Bajo el temor al efecto dominó, todos los organismos regionales se han pronunciado contra el golpe de Estado: la OEA, ALBA, CARICOM, SICA, el grupo de Río, etc.
Dentro de la decrépita Organización de Estados Americanos (OEA), los países que conforman el bloque de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), han estado a la cabeza de la lucha contra el golpe de Estado en Honduras. No obstante, después de la reunión de emergencia realizada en Managua han dejado de actuar como ALBA y están actuando dentro del marco de la OEA, revitalizando política y diplomáticamente a este “ministerio de colonias” que sufre una crisis terminal.
Los acontecimientos se han precipitado. El pasado 3 de Junio, en la ciudad de San Pedro Sula, el gobierno de Honduras promovió en la penúltima asamblea general de cancilleres de la OEA, el levantamiento de las sanciones a Cuba, ahora el gobierno espurio de Micheletti se retira de la OEA, y ésta organización sancionó a Honduras por violaciones a la Carta Democrática de la OEA.
Pero estas sanciones de la OEA resultan simbólicas e inofensivas, mientras el gobierno de Micheletti cuente con el respaldo económico del gobierno de los Estados Unidos y de la Unión Europea, que le permita vivir estos cinco meses antes de la realización de las elecciones programadas para Noviembre del 2009.
Estrategia de los golpistas: negociaciones y elecciones
Con su tozuda resistencia, los golpistas pretenden cansar y desmoralizar a las masas que luchan contra el golpe de Estado. Ante las presiones internacionales, y la creciente movilización y radicalización de las masas, el gobierno espurio de Micheletti se pronunció por adelantar las elecciones programadas a realizarse en Noviembre del 2009. De esta manera evitaría la reinstalación del presidente Manuel Zelaya, y dejaría vigente la Constitución de 1982, y con ello el corrupto y antidemocrático sistema bipartidista que permite al Partido Liberal y al Partido Nacional alternarse pacíficamente en el ejercicio del poder.
Todo indica que los golpistas tienen una estrategia que combina la dureza aparente en las negociaciones, al mismo tiempo que contemplan la posibilidad de convocar a elecciones anticipadas, como un mecanismo de liquidar políticamente a Manuel Zelaya, al mismo tiempo de regresar a la normalidad democrática, dejando incólume las instituciones que formaron parte en la conspiración del golpe de Estado: Ejercito, Corte Suprema de Justicia, Congreso Nacional y Fiscalía, entre otras.
Dentro de esta estrategia para descompresionar a la sociedad Hondureña, en un hecho sin precedentes, que contradice el ambiente de golpe de Estado, el pasado 4 de julio el Tribunal Supremo Electoral (TSE) inscribió las candidaturas independientes encabezadas por Carlos H. Reyes como candidato a presidente, y Bertha Cáceres, Nidia Hernández y Carlos Amaya Fúnez, como designados presidenciales.
El golpe de Estado ha relegado la campaña electoral a un último plano, lo que prevalece actualmente en Honduras, son las movilizaciones y la polarización política. Aunque la inscripción de las candidaturas independientes que impulsa el Bloque Popular y la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular (CNRP) es un triunfo de la movilización de la izquierda antes del golpe de Estado, lo más importante en la actualidad no es la campaña electoral sino priorizar la lucha contra el golpe de Estado.
Cualquier convocatoria a elecciones en la presente coyuntura, que no esté precedida del derrocamiento del gobierno espurio de Micheletti, contribuiría a legitimar el golpe de Estado y desmovilizar a las masas que luchan contra el mismo.
La Iglesia Católica aboga por el “dialogo y la reconciliación”
La relación de fuerzas esta cambiado a cada minuto en Honduras, en contra de los golpistas. Ante el evidente deterioro del gobierno espurio de Micheletti, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez ha salido en auxilio de los golpistas, criticando, por un lado, el destierro del Presidente Manuel Zelaya, calificándolo como un “error” y una abierta violación al artículo 102 de la Constitución, pero, por el otro lado, también solicitó públicamente al presidente Manuel Zelaya no retorne al país “en este momento”, para evitar un “baño de sangre”.
En ese mismo mensaje, avalado por la Conferencia Episcopal de Honduras, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez declaró que “la confrontación que se está viendo, no debe servir para agudizar la violencia sino como un nuevo punto de partida para el dialogo, el consenso y la reconciliación que nos fortalezcan como familia hondureña”.
Comienzan a elevarse las voces a favor del dialogo y la reconciliación, lo que nos indica que detrás de la aparente rigidez de los golpistas, ellos se preparan para la inevitable negociación.
Ante la inminente posibilidad de instauración de una mesa de diálogo o negociaciones entre el espurio gobierno de Micheletti y el presidente Manuel Zelaya, exigimos que cualquier negociación sea pública, de cara al pueblo, que no haya negociaciones secretas.
El papel de las direcciones
La resistencia al golpe ha sido masiva, pero espontanea y desarticulada. Las centrales sindicales y la propia CNRP no han llamado a la huelga general. Con la excepción del magisterio, la mayoría de los sindicatos no están en huelga.
En este contexto de atomización política de los trabajadores, surgió el Frente Nacional de Resistencia, organismo que aglutina a sectores del Partido Liberal, encabezados por Carlos Eduardo Reina, a la CNRP, el Bloque Popular y distintos sectores del movimiento de masas.
Si bien es cierto es necesaria la más amplia unidad de acción de las distintas fuerzas políticas en la lucha por derrotar el golpe de Estado, los trabajadores y los sectores del movimiento popular deben conservar su independencia política, planteando una alternativa de los trabajadores y los pobres ante la actual crisis, desarrollando los métodos de la lucha obrera y popular (la huelga, las manifestaciones y las tomas de carreteras), los más efectivos para derrotar el golpe de Estado.
Peligrosas ilusiones en la OEA
Ante la visita de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, la dirigencia sindical y del movimiento popular, entrego una carta en la reconocen que “muchas de las organizaciones que suscribimos este documento, no somos seguidoras o defensoras del Presidente José Manuel Zelaya Rosales, mucho menos afines a la institución política a la que él pertenece”, pero a reglón seguido plantearon lo siguiente: “saludamos y reconocemos las medidas que con inmediatez a resuelto esa Organización de Estados Americanos, en aras del respeto a la institucionalidad en Honduras (…) solicitamos respetuosamente que por su medio, la Organización de los Estados Americanos, ratifique las medidas necesarias en contra del gobierno golpista hasta obligarlo a restituir el orden constitucional, que pasa por la restitución al cargo del Presidente arbitrariamente destituido, tal como lo estableció la Organización de Naciones Unidas”.
La OEA no ha cambiado su naturaleza de ser un organismo controlado por el imperialismo norteamericano. Actualmente se opone al golpe de Estado en Honduras, pero no lucha decididamente para derrocar a los golpistas. Insulza llegó a Honduras a sentar las bases o condiciones de la negociación, aunque no lo diga públicamente. Creer que un organismo como la OEA y un instrumento como al Carta Democrática de la OEA, van a devolver las libertades democráticas al pueblo hondureño, contribuye a la desmovilización de los trabajadores.
Intensificar la lucha
Ya sea que lo golpistas quieran permanecer en el poder hasta las elecciones de Noviembre del 2009, o que intenten adelantar las elecciones como una maniobra para desmovilizar a las masas en lucha, o que se inicie una ronda de negociaciones entre los diferentes sectores en conflicto, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a redoblar las movilizaciones para derrocar o forzar la salida del gobierno cívico-militar de Roberto Micheletti. Esta es la principal tarea del momento.
La única manera de recuperar las libertades democráticas en Honduras es por medio de la movilización, y no por las negociaciones con los golpistas. Cualquier negociación que establezca el presidente Manuel Zelaya debe ser pública y no debe poder en peligro el objetivo final que es echar al gobierno de Micheletti.
Las instituciones creadas por la Constitución de 1982 facilitaron el golpe de Estado, es hora de reorganizar el Estado y la sociedad hondureña en beneficio de los más pobres, y ello solo puede hacer por medio de la convocatoria inmediata de una Asamblea Nacional Constituyente, libre y democrática, que garantice el derecho de participación política de todo el pueblo, especialmente de las fuerzas que participamos en la lucha contra el golpe de Estado.
Centroamérica, 5 de Julio del año 2009.
Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)
Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)