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Venezuela: Analísis de Coyuntura

Las tareas de las fuerzas revolucionarias bolivarianas


27. July 2010
Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ)

Se ha venido configurando aceleradamente y desde el último semestre del año 2009, lo que podríamos dar en llamar un escenario de “agudización de la lucha de clases y ofensiva contrarrevolucionaria”.


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Introducción:

Se ha venido configurando aceleradamente y desde el último semestre del año 2009, lo que podríamos dar en llamar un escenario de “agudización de la lucha de clases y ofensiva contrarrevolucionaria”.

Desde entonces, la contrarrevolución burguesa pro-imperialista ha venido disputando con renovados bríos la iniciativa táctica en aras de lanzarse en el marco de la coyuntura electoral de septiembre del 2010 a un nuevo asalto desestabilizador y sedicioso.

Una vez más la punta de lanza de la táctica enemiga se concentra en los medios de comunicación privados, que con una contundente y única política comunicacional, ha venido fraguando el desencadenamiento de la movilización social de sus bases de apoyo, convencidas que la ocasión es propicia para ensanchar sus espacio social, masificando la protesta para un empuje definitorio del plan conspirador.

Otra vez, el detonador “de masas” es el movimiento estudiantil contrarrevolucionario, ya repuesto de su desgastante campaña anterior (comienzos 2009 hasta la aprobación de la Loce).
Existen sin embargo, elementos nuevos que hacen parte de la táctica contrarrevolucionaria y que le han permitido a sus núcleos dirigentes hacerse la idea que es momento de ofensiva decisiva.

Más adelante trataremos con mayor profundidad cada uno de dichos elementos, pero a modo de panorámica general habría que mencionar los efectos sociales que ha traído consigo la ya recontra denunciada ineficiencia e ineficacia en varios escalones del gobierno nacional. La crisis de la electricidad y sus consecuentes apagones y racionamiento, la crisis de abastecimiento del agua potable, la persistencia de la inseguridad pública, de la especulación y el acaparamiento, de la inflación descontrolada se han ido juntando en un momento y lugar, para dar pie a un escenario de grandes vulnerabilidades y evidente desgaste.

Al mismo tiempo, la ruptura de “la caja de Pandora” con la mini crisis bancaria de diciembre del 2010 que pone en tela de juicio público la tan mencionada corrupción en la casta burocrática que ha crecido como el musgo a lo largo y ancho de “la nueva institucionalidad”, salpicando de paso a importantes figuras del entorno presidencial, establecen las premisas para la “apertura” de un frente interno de lucha, en las propias esferas del Poder constituido. Se rompe la cohesión de dicho entorno, y si bien, las medidas judiciales y de expropiación del patrimonio de los implicados generan amplias simpatías populares, también es cierto que fractura profundamente la “lealtad” de los diversos grupos de poder.

Para rematar viene la devaluación, una vez más el monetarismo se impone a la hora de resolver el flujo de los dineros públicos. Es sobre el trabajo y no sobre el capital, que recae el principal sacrificio, golpeando de paso toda la apuesta que significó el nacimiento del Bolívar fuerte.
Todos estos factores conjugados, alebrestaron las filas contrarrevolucionarias y le generan las expectativas suficientes para lanzarse una vez más al ataque, que esta vez desde sus inicios, devela un alto grado de movilización de cuadros y recursos, es una maniobra profunda que tiene sólo una excusa en lograr un triunfo en las parlamentarias del 26 de septiembre, lo enérgico del ataque, lo extenso en teatros de operaciones activados, la continuidad de sus acciones, hacen ver, que se trata de una campaña de mayor alcance y con objetivos de orden estratégico. Es notorio el rasgo desestabilizador de los mismos.

Una vez más el establecimiento de la defensa y el paso a la contraofensiva revolucionaria nace y se desata desde el papel protagónico e incansable del Comandante-Presidente, quien agarrando el toro por los cachos salió desde comienzos del mes de febrero a potenciar la movilización social bolivariana. A través de la misma se ha logrado contener la arremetida, pero continúa evidenciándose la suprema dependencia que el proyecto revolucionario bolivariano tiene en lo que el comandante Hugo Chávez haga o deje de hacer.
Esperamos pues, batallas decisivas en este año, que obligan al campo popular y revolucionario a organizar la movilización ofensiva en todos los planos, prioritariamente el político-social y el político-ideológico, pero con creciente presencia de elementos de autodefensa que hagan retroceder y desorganicen la ofensiva contrarrevolucionaria.

En coyunturas como esta, es no sólo posible, sino también necesario alcanzar objetivos concretos de la estrategia revolucionaria. No podemos asumir el desgaste que produce la confrontación para volver a quedar en la misma situación de fuerzas. Los objetivos tácticos deben concentrarse en alcanzar posiciones que otorguen, no sólo mayor protagonismo al Poder Popular Socialista, sino que, permitan continuar arrinconando a la vieja clase dominante, para ir superando de manera sostenida la vieja institucionalidad burguesa.

I.- Situación económica:

Los efectos de la crisis que afecta al sistema capitalista de dominación a escala planetaria, tocó repentinamente las puertas de Venezuela desde fines del primer semestre del año 2009.
La vertiginosa caída de los ingresos petroleros obligó la realización de una serie de medidas que apuntaran a rebajar los efectos inmediatos que generaba la drástica reducción en las arcas del estado. Muchos compañeros alertaban que los efectos de mayor alcance podían esperarse para el año 2010.

Esto tiene variadas causas. La primera sin duda va más allá de los elementos puros de la economía y tienen que ver con el sostenimiento de los planes estratégicos y tácticos de la Revolución Bolivariana. Y esto requiere para su comprensión profunda, de la construcción de una visión global, que asuma en la geo-estrategia y la geo-política los grandes elementos que determinan los movimientos coyunturales y tácticos. El presupuesto de la nación no comprende solamente las cifras “naturales” del gasto público o el plan de inversiones productivas o el llamado gasto social; sino que, tienen que financiar en gran parte el movimiento antagónico al Imperio que intenta levantarse, consolidarse y proyectarse en nuestra América, esencialmente en esta fase a través de la ALBA. Y esto no responde a caprichos del Presidente, ni a un desvarío filantrópico, sino a la necesidad misma de la sobrevivencia histórica del proyecto bolivariano, de su carácter emancipador, tanto social como nacionalmente, a su esencia internacionalista y revolucionaria.
Por lo tanto, a través de múltiples recovecos, legales algunos, y otros no tanto (lo jodido de convivir en el Estado burgués), los enormes recursos que ingresan productos de la explotación petrolera hacen parte sustantiva del financiamiento del proyecto liberador.

Es necesario comprender esto a fondo y tomar conciencia que solo unidos seremos libres, y que en la diversidad cada pueblo aporta desde su propia y específica realidad.
Ahora, no están aquí las grandes causas de los problemas económicos, financieros y productivos que afectan a la Venezuela de hoy.
Tampoco se esconden únicamente tras el trillado tema del rentismo petrolero, que si bien en es uno de los grandes y principalísimos problemas estructurales (ahora en tránsito a un deforme “socialismo rentístico”.), pero al cual, se le han ido acoplando nuevos vicios, y marcados rasgos hegemónicos del capitalismo que en propaganda y discurso se quiere enterrar.
Primero que todo, la política económica del gobierno en estos años ha sido un viaje en la montaña rusa, y sus subidas y bajadas han dependido del operador de turno (Ministro), sin ninguna direccionalidad estratégica más allá de encaminar una mejor redistribución de la riqueza de la nación. Han existido momentos mejores o peores, con mayor o menor signo monetarista, algunas veces con políticas elaboradas en Caracas, otras veces directamente en el norte…. del continente. Ha habido improvisación, ineficiencia, ineficacia, corrupción, saqueo (como con las notas estructuradas o más de una vez con los bonos). Un gallito más o menos ácido, según la ocasión, con el Ministerio de Planificación, lo que se ha traducido en marchas zigzagueantes, a veces incluso retrocesos marcados con respecto al Proyecto Nacional Simón Bolívar. Ha existido en la práctica una acción sostenida de sabotaje a la más inmediata transición al País Productivo. Este proceso ha sido en ocasiones conscientemente retardado, en otras simplemente por la falta de comprensión política estratégica de los personajes a cargo, en las más, por ineficiencia e ineficacia.

Hay una lógica que se repite en estos años, y es que se plantean medidas de carácter capitalista a los problemas cíclicos que el sistema capitalista genera. Entonces, ¿dónde está el nuevo camino de quien pretende enterrar al viejo y carcomido sistema que se basa en la explotación del hombre por el hombre?
Allí tenemos la nuevísima devaluación monetaria de comienzos del 2010. ¿Quién carga una vez más con el peso del ajuste?
Si hace unos meses el gobierno se jactaba de que el salario mínimo venezolano era el más alto de Nuestra América y lo situaba en torno a los 480 US, cómo quedamos ahora? En 240 US más el incremento de 25%?
Si bien, la devaluación multiplicó los recursos fiscales por dos, lo que permite asumir con mayor cintura las crecientes y en otros casos retardadas demandas socio-económicas, convenciones colectivas, presupuestos regionales y locales, salarios de los empleados públicos (que llegan a la catastrófica cifra de 2 millones 411 mil según los últimos datos del INE – de 1 millón y poco que había en 1999), se restringe la capacidad de consumo de una población adicta a un patrón hipertrofiado y que ha asociado en una importante medida su inclusión socio-cultural, a través de la capacidad de consumo precisamente.

En este año anunciado como electoral, pero que vemos como aceleradamente se enrumba por el camino de la confrontación abierta, lo que a todas luces emerge es una medida peligrosa, ya que de un lado permite al Estado tener mayor liquidez, pero al mismo tiempo toca sensiblemente la esencia de la autoestima y la dignidad de los sectores menos favorecidos de nuestro Pueblo Pobre venezolano.
Claro, algunos burócratas dirán que hay resultados palpables, en primer lugar la contrato colectivo petrolero, pero no se aclara que se carga hoy en día con casi 140 mil empleados y jubilados productos muchos de las recientes expropiaciones, pero también muchísimos por la falta de planificación en la contratación de personal, por la improvisaciones (muchas de ellas fraudulentas) de paradas de planta, de obras de mantenimiento y ampliación y otras.

De alguna manera se justifica la devaluación en la necesidad de corregir los desajustes que se producen en los espacios macroeconómicos, debido a la especulación, al acaparamiento, al mercado negro de divisas, en fin al saboteo lógico de la contrarrevolución. Pero esconden allí sus propias fallas. PDVSA, ha sido en estos últimos años un actor protagónico en el marcado negro de divisas…. Para recoger mayor cantidad de bolívares ¿ y la responsabilidad reposa en quienes? El desorden financiero en la principal empresa de la república se esconde en argumentos falaces. Hay que financiar la revolución, estamos claros y de acuerdo, pero ello debe sostenerse en el tiempo. No puede realizarse dicha empresa sin medir sus alcances y efectos. ¿Seguiremos manteniendo y extendiendo las tribus que crecen y amplían a costa del erario público? Los Rupperti, de los Kauffman, y toda esa camada ascendente de burgueses cobijados en el lucro obtenido del Estado. Si la tramoya de Arné Chacón, Ricardo Fernández, de Torres Ciliberto, de Zambrano alimentó la morbosidad de la opinión pública nacional y la incredulidad de la mayoría de los venezolanos, el guiso del mundo energético provocaría un festival de risas o nauseas. Y para allá debemos ir. A levantar las hediondas alcantarillas que han camuflajeado durante estos años, particularmente después del sabotaje petrolero, las oscurísimas componendas que tras bastidores y tras un trapo “rojo rojito”, ha ejecutado la dirección del Ministerio y de la empresa (transnacionales, grupos financieros extranjeros y criollos, contratistas, en fin.)

Volvamos al objetivo concreto de las medidas anunciadas:
Se quiere atacar tres aspectos que distorsionan la economía venezolana:
1.- el dólar paralelo y su incidencia objetiva en los precios.
2.- la especulación (asociada al paralelo, ya que los precios se calculan en su base, aunque los importadores accediesen al dólar 2.15.)
3.- la sustitución de importaciones y el impulso del país productivo.
El primer fenómeno quizás es el que el gobierno y sus medidas pueden atacar con mayor facilidad. Ello requiere una premisa, y es que Cadivi funcione con eficiencia y eficacia. Esa es la condición “sin e qua non”. Entonces, las subastas transparentes y anunciadas tendrán efecto. Así, el mercado paralelo quedaría reducido a los que pretenden extraer divisas (fuga de capitales) y “el mercado” se ordenaría, presionando el paralelo a la baja ya que los dólares Cadivi respaldarían las importaciones productivas, las de consumo necesarias, las de repuestos, medicinas, etc.

El segundo aspecto, sólo puede ser enfrentado con herramientas legales coercitivas, realmente punitivas que disuadan a quienes quieren conspirar por deporte meramente lucrativo. Los otros conspiradores seguirán en la faena. Pero por sobre todo el papel regulador y fiscalizador del Pueblo organizado es el aspecto central de esta política. Y aquí nos debemos extender entonces al Pueblo organizado, a los consejos comunales, a las comunas, en definitiva al Poder Popular Socialista. Y aquí las cifras no siempre coinciden con las que entrega el Ministerio. Si así fuese y 32 mil consejos comunales funcionaran, no habría especulación en un amplio espacio geográfico-social del País. No habrá manera de controlar y reducir la especulación y el acaparamiento sin organización y participación del Poder Popular Socialista.

El tercero es el más complicado de todos y pasa por la toma de conciencia y la ejecución de profundas transformaciones que atentan en contra del “modus vivendi”, de la idiosincrasia y cultura dominante en nuestro País. Allí, el rentismo petrolero vive, goza y se desarrolla a su antojo, en el heredado modelo importador que ha logrado mutar hacia un “socialismo rentístico” construido a su medida y necesidad.
¿Entonces, cómo avanzamos efectivamente en un patrón sustitutivo de importaciones? Que es en nuestro caso la idea de un País Productivo e industrializado, que requiere de innovación tecnológica, de capacitación de las fuerzas productivas, hasta ahí ninguna diferencia con países capitalistas con influencia desarrollista, pero y la participación de los trabajadores y ¿en qué eslabones? Porque retorna el viejo debate: ¿hay burguesía nacional? Y si no lo hubiere, como estamos convencidos, como se articula la relación entre capitalismo de estado, pueblo/clase trabajadora y segmentos burgueses con vocación para producir para el mercado interno (que necesariamente deben tener un sesgo nacionalista.)
Hasta ahora nuestro “proceso revolucionario” ha descansado en que ha sido el alto gobierno y por ende el Estado, quien ha tomado las grandes medidas de corte clasista. Pero es imposible que la burocracia estatal las realice. Allí yace nuestro mayor drama. En la contradicción entre Poder Popular Socialista y gobierno bolivariano. Es hora que los bueyes vayan delante de la carreta, y que el pueblo consiente, movilizado y organizado asuma la vanguardia del proceso.”

II.- Estado-Gobierno

Salvo el Presidente, se percibe al gobierno como perdido en el inmenso mar del poder absoluto, de la enajenación altisonante, la falta de discusión político-ideológica, la ausencia de debate, de estudio. Acostumbrado a la improvisación, a la lucha entre carteles, contaminado de ignorancia, de desprecio al sujeto histórico de esta revolución: el Pueblo Pobre Venezolano. Así, es la esencia de la burocracia estatal, la herencia del viejo estado oligárquico-burgués. Este que descubre su veta funcional bajando línea o en las clases teóricas de “grano de maíz” y su inconsistencia teórico-práctica.
Hay que hacer un arduo trabajo de disección, diríamos casi un trabajo de forense antropológico social, para poder entre partes y partes dilucidar el todo. El viejo Estado está “vivito y coleando” y los funcionarios públicos son blanco de un proceso de “travestismo político” que les obliga a pintarse de rojo-rojito, a ser marchantes obligados, para poder gozar del privilegio de hacer parte del gran proletariado de nuestro País: los empleados públicos. Y esto, no quiere decir que una gran parte no sea proclive al proceso, pero la liturgia formal les abraza y obliga, no permite el “libre culto”, el respeto a la diversidad, los disensos y críticas, porque cual antaña institución eclesial, ve en la contradicción; amenaza, en Giordano un blasfemo, en Juana de Arco, la guerrera,…. una bruja. Y para ellos, sólo la Inquisión, la Santa y privilegiada, es la solución.

Pero muy a pesar de nuestros modernos Torquemada, las instituciones aparecen ineficientes e ineficaces. Nuestros funcionarios son incapaces tan sólo de ejecutar el gasto público, revisemos cifras. Y esto tiene que ver con la atrofiada estructura que le sustenta desde el punto de vista orgánico, pero también con lo político-ideológico. Y eso no es culpa del Presidente, más bien tiene que ver con la debilitada tradición histórica de nuestra izquierda. De su fuerte raigambre pequeño-burguesa, que hace que la mayor parte de los “históricos combatientes populares” vivan en las entrañas de la conspiración contrarrevolucionaria y pro-imperialista. Puerta Aponte, Pablo Medina, Douglas Bravo, y un largo etc., que nunca fueron desterrados de las urbanizaciones del este de Caracas.
Entonces, ¿De dónde surgen y se promueven los cuadros del proceso que alcanzan altas posiciones en la línea de las toma de decisión? No vienen de Marte. O salen de las filas castrenses o de la militancia de la izquierda tradicional. Cada uno cuida su feudo, y cada cual puede ser dividido por cuatro según el liderazgo que les impulsa. Existe un cerco, que no permite el paso a los cuadros que promueven los movimientos sociales, para éstos se reservan las tareas, las movilizaciones, el rol de implementadores de políticas trazadas “desde arriba”.

La rotación y enroque de los altos cuadros de gobierno ha esclerotizado su propio funcionamiento.
La crítica es señalada de contrarrevolucionaria, la autonomía ideológica del poder popular de práctica anárquica, la diversidad es incomprendida y pretende ser anulada y en todas estas expresiones subyace la vitalidad, la energía de una Revolución.
Y de ñapa, toda esta dinámica ha provocado extensos momentos de distanciamiento entre el Comandante-Presidente y el Pueblo Pobre Venezolano, asunto en extremo peligroso, ya que en dicha relación se fragua la fortaleza del proceso revolucionario venezolano. El PSUV es aún un nonato, que trae consigo los mismos vicios burocráticos, de carteles, un nido donde las aspiraciones personales y de grupo se imponen por sobre la democracia protagónica, un cuerpo en el cual se reproducen el clientelismo, el paternalismo como formas de acción política, asunto que se exaspera en coyunturas electorales. El partido revolucionario es una necesidad histórica y su construcción una tarea urgente para la sobrevivencia y consolidación de la Revolución Bolivariana. Pero estamos claros que será un largo y arduo trabajo de parto su materialización. Por lo tanto, al no existir una organización de nuevo tipo que pueda canalizar la relación Pueblo Pobre venezolano y proyecto histórico, esa responsabilidad recae y recaerá todavía por un buen tiempo en el Comandante-Presidente.

Debemos generar las dinámicas, las propuestas, los mecanismos que permitan estrechar cada día más la relación entre las bases populares y el Presidente Hugo Chávez.

3.- Bloque contrarrevolucionario.

Si bien sostiene su crisis interna, la atomización, la dispersión y pugna de liderazgos en aras de la cuotas de poder a repartir, más que por la “hegemonía” político-ideológica propiamente tal, ha logrado crecientes niveles de consenso, que redundan en acuerdos tácticos (debido a la imposibilidad de enfrentar el debate estratégico), lo que representa un gran logro, y así la fecha del 26 de septiembre y el entorno coyuntural previo y posterior, van construyendo un escenario de confrontación más claro y menos difuso. Con los éxitos logrados a nivel internacional (cara lavada de Obama-Imperio, la solidez de sus gobiernos en México, Costa Rica, Colombia y Perú, el golpe en Honduras, las victorias electorales en Panamá, Chile, la desestabilización en Centroamérica en disputa, el acoso sedicioso al Presidente Lugo en Paraguay, la ofensiva reaccionaria en Argentina, lo imprevisto de la continuidad en Brasil, establecen un escenario en grande, favorable a las aventuras contrarrevolucionarias sobre todo de carácter conspirador.

Lo acelerado de la dinámica de la lucha de clases va puliendo día a día a las fuerzas en pugna. Veremos como la contrarrevolución interna resolverá la debilidad creciente de su principal instrumento político, a saber; los medios de comunicación privados, que habían asumido hasta la fecha el papel de vanguardia de dicho bloque de fuerzas. RCTV, está sumido en un callejón sin salida que lo sacado literalmente fuera del aire, y es difícil que recule ante las medidas dictadas por CONATEL, debido a la terquedad y a la apuesta definitoria que su junta directiva hizo acerca de las leyes venezolanas. Ceder y ponerse a derecho golpearía la credibilidad de ese medio en los estamentos más duros de la contrarrevolución, sin embargo, las pérdidas económicas y el endeudamiento de dicha empresa es un asunto que tampoco pueden dejar de lado. En el caso de Globovisión, la tormentosa salida de Alberto Federico Ravell de la dirección general del canal 33, revela las profundas contradicciones que aquejan al empresariado volcado a la feroz campaña político-mediática, ya que sus empresas resienten en el balance, una apuesta que no muestra visos de victoria. Las diputas internas en estos casos van centradas más que en la tendencia político-ideológica en los daños que van afectando el patrimonio de sus dueños. Particularmente es el caso del Banco Federal, propiedad de Mezeherane, principal accionista junto a Zuloaga del canal Globovisión.

Si efectivamente como parece, estos medios dejan la vanguardia de la contrarrevolución, este bloque se verá fuertemente afectado en su capacidad de propaganda, de agitación y movilización. Hasta el presente han sido estos dos medios los que han configurado las coyunturas políticas de la contrarrevolución.
Otro problema complejo que afecta la capacidad de las fuerzas contrarrevolucionarias es la campaña electoral que se avecina. Un ejemplo concreto de ello es la crisis que afecta a Copei, que ya ha concluido en una nueva división interna. O el caso de Leopoldo López que no logra proyectar liderazgo más allá de su persona y que a la hora de definir candidatos en las negociaciones queda fuera de la mesa. La disputa se centra en Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, principalmente, ya que Podemos también queda afectado por los cambios sucedidos en Globovisión.
El escenario electoral tenderá a complejizar las relaciones internas en las filas del bloque contrarrevolucionario, y sin el papel rector de los medios de comunicación privados, las contradicciones tenderán a exasperarse con pocos mecanismos posibles para canalizarlos armónicamente.

Lo que suceda con el movimiento estudiantil contrarrevolucionario está aún por verse. Seguramente algunas fuerzas políticas y otros poderes de facto, intentarán seguir sacándole provecho a “la pureza” de este movimiento coyuntural, otros intentarán cooptar sus cuadros dirigentes para alinearlos, lo que no debiera tener grandes resultados debido, no sólo, al descrédito y la ilegitimidad de dichos partidos políticos, sino también, a que en gran parte al camada dirigente tiene aspiraciones que van más allá de lo político, centrándose en un modelo de vida consumista y de éxito económico clásicamente burgués. Para gran parte de ellos la actividad política es meramente transitoria. Parte del heroísmo de clase a demostrar y que enriquece el curriculum de vida.

El Movimiento Popular Bolivariano

Seguimos enfrascados en una realidad compleja y multiforme. Con Movimientos sociales extendidos pero fragmentados.
La cualidad fundamental que el Movimiento Popular Bolivariano no ha podido realizar es el desarrollo de la autonomía política. Los vínculos con el Estado y sus instituciones le han impedido volcar el enorme potencial creativo que trae consigo. Se manifiestan intentos parciales, pero la fragmentación orgánica se impone. El temor a las represalias que entraña el disenso coarta sus manifestaciones autónomas, lo que inhibe su desarrollo y la extensión de las alianzas sociales. La iniciativa es vista con cautela, lo que permite que subsista el clientelismo y una suerte de parálisis ante la embestida contrarrevolucionaria. Existe potencial y lo hemos visto en movimiento desde el 23 de enero, pero sujeto a las directrices del Comandante-Presidente y a lo que se sustenta como oficial.
Romper esta lógica impotente es un desafío urgente y necesario. Tanto a nivel de colectivos urbanos, de movimiento estudiantil y de movimiento de trabajadores principalmente. En el movimiento campesino hemos tratado con pequeños éxitos parciales, de ir superando esta realidad.

La conciencia, la organización y la movilización son parte de un complejo que debe articularse dialécticamente y ello requiere de una plataforma de lucha que unifique los esfuerzos tras objetivos comunes, que en este momento histórico saltan claramente a la vista. La destrucción del viejo Estado oligárquico-burgués es una tarea que debe tener al Pueblo Pobre Venezolano como actor protagónico, al mismo tiempo que va dibujando el nuevo Estado revolucionario, el Poder Constituyente. Las herramientas están en la calle, los consejos comunales, las comunas, son la base de la nueva institucionalidad en gestación. Pero para ser realmente Poder Constituyente debe quebrar desde un inicio los viejos lastres que trae consigo el Poder Constituido. La lucha político-ideológica es allí fundamental.

El localismo sigue siendo otro gran problema de nuestro Movimiento Popular Bolivariano. Aún es muy estrecha la visión política de los liderazgos específicos. No logran comprender la globalidad de la situación política y de los requerimientos que impone la lucha de clases. No existe en esos espacios la noción de estrategia. Esto extrema la fragmentación social dificultando la confluencia y la articulación. El ejemplo más concreto pudiera retratarse en la soledad del movimiento de los trabajadores. Con los vicios específicos que arrastran; como la corrupción de gran parte de los liderazgos, la venta de los cupos de empleo, la burocratización, sin embargo, van surgiendo pequeños enclaves clasistas y combativos que dan diariamente luchas reivindicativas y políticas, que aparecen como focos intermitentes que no logran tejer una red de alianzas que les permita romper el asilamiento.

El trabajo en las bases populares sigue estando a la orden del día. Viejos y nuevos enemigos aparecen entre los intersticios: ong´s, fundaciones, la multiplicación de Iglesias bajo orientación contrainsurgente como los Testigos de Jehová, los mormones u otras. Hay falta de vigilancia revolucionaria y una suerte de desidia que menosprecia el trabajo contrarrevolucionario. Falta espíritu ofensivo para desterrar de los territorios populares a la simbología enemiga. Si bien, el discurso político bolivariano se ha ido fijando al terreno, no se destaca este en la capacidad de traducir el estado combativo a las masas populares. Se produce una suerte de batallón de vanguardia, una franja de avanzada, que tiene base apoyo, pero más atrasada y pasiva. Es necesario ensanchar esta franja y contagiar al Movimiento de masas del espíritu combativo que exige un período revolucionario.

Las dificultades que arrastra la construcción del Movimiento Popular Bolivariano como hemos dicho anteriormente tienen raíz histórica, pero la tormentosa relación que sostiene con el gobierno y sus instituciones tiende a inhibir su potencialidad, su proyección y desarrollo.
Está en la autonomía política que logre construir el MPB, en sus órganos de Poder popular, en la configuración de sólidos movimientos sociales la posibilidad de realizarse como sujeto histórico de la revolución bolivariana.

Táctica para el Período

Introducción: centralidad táctica y direccionalidad estratégica

Seguimos en la dinámica precedente, el requerimiento de avanzar en la confluencia de los revolucionarios y en la construcción de una corriente revolucionaria que de paso a la articulación del Movimiento Popular Bolivariano.
Efectivamente, son los temas de la UNIDAD NACIONAL, es decir de la construcción del bloque nacional, patriótico y revolucionario las tareas centrales del período. No se puede avanzar en las tareas de la liberación nacional y el socialismo, sin la consolidación de la base de apoyo efectiva y del sujeto histórico que ha de concretar la emancipación social y nacional.

Perdemos de vista en ocasiones, debido seguramente a la vertiginosidad del correr de los acontecimientos, las tareas centrales de nuestro esfuerzo táctico-estratégico. Son la lucha político-social y político-ideológica los dos pilares o puntas de lanza de nuestro accionar táctico. Ahora, ello debe confluir en la construcción concreta de conciencia, movilización y organización popular revolucionaria. Y en esa dirección, es el cementamiento de la unidad nacional, bajo banderas revolucionarias, su centro y base. No son sólo las demandas reivindicativas o economicistas, por justas y necesarias que sean. Es la proyección estratégica de los contenidos urgentes y necesarios de la revolución, los que deben ir cimentándose en la acción político-revolucionaria del día a día. Ello implica dotar a la dirección popular revolucionaria de los instrumentos que le permitan comprender e implementar estos contenidos. Vamos como organización revolucionaria más allá del seguidismo, de lo correcto y diseccionado del plan nacional de desarrollo, que es el Plan de Consenso o Salvación Nacional, es decir el de la alianza de clases amplia y generosa.

Los revolucionarios, el núcleo ideológico y la columna de cuadros debe comprender la estrategia político-militar, la táctica y la coyuntura en dos grandes brazos o cauces que se retroalimentan y potencian; y están ligados unos, al carácter de clase del proyecto, y el otro, a su expansión y consolidación nacional-continental. La guerra de liberación en la cual estamos inmersos es de carácter prolongado y sus espacios geográfico-sociales comprenden el continente americano, ese es nuestro Teatro de Operaciones Político-Militar (TOPM).

El enemigo está conformado por el Imperio norteamericano, colosal potencia hegemónica planetaria, sus fuerzas políticas, ideológicas, económicas y militares propiamente tales, más sus aliados locales conformados también en espacios específicos. Es Oligarquia cipaya, aquella bastarda hija de la acumulación originaria del capital que trajo consigo los restos del feudalismo, pero ya hegemonizados por el incipiente capital que habría de imponerse a sangre y fuego desde entonces hasta nuestros días.
Es por ello, que nuestra Independencia requiere del logro de una amplia base de apoyo. Es un proyecto nacional-continental al que se le impone extender sus límites más allá de las clases históricamente explotadas por el capitalismo. Y sólo puede vencer si se hace proyecto nacional-continental. Si convence y demuestra que es sólo bajo su égida libertaria existe la posibilidad histórica de ser y realizarse como nación. Requiere acumular la historia combativa de “los de abajo”, que es su propia esencia guerrera heterotópica y comunitariamente valórica. Los pueblos originarios, los afrodescendientes, los miserables venidos de la península, las mezclas, colores, olores y sabores de los que han construido la incipiente identidad nacional venezolana.

Esto en el marco de una cultura hegemonizada por el capital, por sus antivalores anclados en el consumismo, en el egoísmo, el clasismo, el racismo, el devorador impulso de ascender, escalando sobre los cuerpos y los huesos de los pares, de los vecinos y entorno que hacen el día a día del venezolano.
“Patria es humanidad”, cada una encuentra sus claves cifradas en la historias de los ancestros. Con las buenas y las malas claves, pero allí están, junto a los huesos, a los fósiles de sus similares a los otros lados de fronteras y leyes. No en un combo, en una “cajita feliz” producida para elevar los niveles de enajenación de alienación y consumo.

La Unidad Nacional, es una tarea que va más allá del período, cimentarla su proyección estratégica. Construir los modelos orgánicos para desarrollar esta unidad es el que hacer de la táctica y por ende sus frutos, fundamentales. Implica salir de la lógica demandante al estado y extender sus basamentos, sus fundaciones en la construida y recuperada cosmovisión del Pueblo Pobre.
Por lo tanto, hay masa suficiente para hacer el pan, la levadura somos nosotros, la organización revolucionaria. Ahora, en nuestro común espacio histórico-cultural debemos ir concibiendo la producción de la dirección colectiva, su respeto y necesidad. Esto no atenta ni minimiza el papel de los liderazgos individuales, tan propios de nuestras raíces, y que algunos remiten al epíteto de “caudillismo”, reduciendo nuestra historia a un lugar común de la racionalidad europea. En Nuestra América los levantamientos populares tienen nombre, se reflejan en mujeres y hombres y específicos que asaltan el cielo en oleadas de rebeldía que se suceden cada tantos años. Cada ofensiva se sintetiza en un rostro, en una palabra que lleva en su vientre millones de rostros y palabras. Arcoiris de flechas, de lanzas, de trampas mortales para el invasor, para el opresor.

Por todo lo anterior, es importante recalcar que la UNIDAD NACIONAL requiere además de la acción de la vanguardia (ideológico-cultural, social, política y militar), sumar y sumar, allí en definitiva se encuentra el arte de la revolución. Todo esfuerzo revolucionario apunta a desequilibrar las relaciones de fuerza, cargando a las mismas hacia nuestro lado de la balanza.
¿Pero dónde está la política revolucionaria que apunte a la extensión de la base revolucionaria o al menos de la base de apoyo? Hasta el momento básicamente la política busca, sino consolidar, al menos mantener la base conquistada en el período 1998-2005, que ha sido el sustento electoral del proceso. El contenido discursivo, las consignas y medidas económico-sociales no han apuntado ni por parte del gobierno, ni de nuestra parte, a la ampliación de la base social, de la alianza de clases que debiera ser la que impulsa el proyecto revolucionario.

La política desde “este lado de la orilla” ha sido más bien entendida, en aras de sostener vía asistencialismo y paternalismo la mayoría político-electoral del País. La práctica de los revolucionarios fuera del gobierno no ha sido diferente a la anterior. Si bien ha estado dirigida hacia los sectores históricamente marginados y excluidos (tanto política, como social y económicamente) no ha logrado desarrollar la potencialidad revolucionaria de los mismos. De una parte porque reproduce en el imaginario y en la práctica colectiva, las viejas ordenanzas burguesas, como por nuestra incapacidad de sembrar en la conciencia individual y colectiva nuevas formas de organización y participación socio-políticas. Es más, seguimos manteniendo y reproduciendo las relaciones valórico-culturales, de organización y poder del mismísimo viejo y añejo sistema que pretendemos enterrar.

Los revolucionarios hemos pecado de varios defectos a la hora de la acción política. Algunas veces nos hemos anclado en los principismos, observando la política desde afuera y su puritanismo original. En otras, actuamos como si estuviéramos en las esferas del gobierno o desde un eslabón más pequeño del mismo. La autonomía ideológica del Poder Popular queda rezagada a una consigna, sus estructuras y órganos muchas veces pretenden ser impuestos por nosotros desde nuestro rol “de vanguardia”, a pesar de la humildad que disfraza nuestra palabra y lenguaje.
No se trata a estas alturas del partido de estimular el horizontalismo y una suerte de religiosidad “basista” como fórmula mágica de organización político-revolucionaria. Junto con el nacimiento del capitalismo nació la resistencia al mismo, que de paso traía consigo las cicatrices de la lucha antiesclavista y antifeudal. La lucha contra la violencia, proviene del mismo día en el cual nació la propiedad privada, por lo tanto el agua tibia tiene añísimos de ser descubierta.

1.- Política:
Ante el escenario que hemos ido describiendo y que pudiera calificarse de “agudización de la lucha de clases y ofensiva contrarrevolucionaria”, el Pueblo Pobre bolivariano y sus órganos incipientes de Poder Popular Socialista deben preparar sus fuerzas para emprender aceleradamente la contraofensiva revolucionaria. La iniciativa está en disputa.

Cumpliremos en esta fase siete propósitos centrales:

1.- Combatir con determinación y arrinconar a la contrarrevolución criolla.
2.-Ampliar la conciencia anti-imperialista y alistar a las amplias masas (en lo político-social, ideológico-cultural, económico-productivo y en lo armado y militar) en la defensa de la Patria y la Revolución. Elevando el espíritu combativo del Pueblo.
3.- Deslastrar en la lucha ideológica a las corrientes reformistas, al burocratismo, las tendencias y errores negativos que intentan trancar el paso en el avance hacia el Socialismo.
4. Derrotar a los que pretenden restaurar el viejo orden a través de un nuevo pacto social.
5.- Consolidar la construcción del poder Popular Socialista, fortaleciendo el impulso de los consejos comunales y consolidando las Comunas y en nuestro caso los esfuerzos de Ciudades Comunales Socialista.
6.- Construyendo la confluencia de las fuerzas populares bolivarianas desde la base social, y con la corriente “Bolívar y Zamora” como instrumento principal.
7.- Estrechando el vínculo Comandante-Presidente con el Pueblo organizado.

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